Descritos los personajes que dominaban el
Departamento de Psicología de Iowa, describamos lo que allí pudo aprender
Bandura, le satisficiera o no. Se ha dicho que rehúye referirse a Spence cuando
le preguntan por su formación en Iowa, (Evans, 1976). Sutilmente afirma que los
que salieron del programa de Spence no adoraban todos al mismo altar (Bandura,
2006), pero lo que repite siempre que tiene oportunidad de referirse a aquella
experiencia es que aprendieron a afrontar su trabajo “con la decisión de ejercer control sobre nuestro propio desarrollo y
sobre las circunstancias de la vida (Bandura, 2006, p.6). También afirma
que: Un fuerte compromiso con el análisis
teórico y respeto a la experimentación penetrante se convirtieron en las señas
de identidad de un graduado en Iowa (Bandura, 2006, p.4). Rigor que
certifica su mentor Arthur Benton, quien, tras aceptar la invitación de Iowa
para no perder contacto con los avances de la psicología, reconocerá que su
traslado le hizo consciente de los sesgos de sus investigaciones anteriores, y
tal conciencia le condujo a una notable mejora en la calidad de su
investigación (APA. 1979)
La realidad de lo vivido en
Para acreditar hoy estas palabras
han de leerse estudios de Hull, Spence, Bergmann, Miller, Tolman. Quizás
también de Sears por ser quien contrata a Bandura en la universidad de Palo
Alto, seguro que Robert Sears, como se demostrará posteriormente.
El profesor de Stanford es
preciso recordando que el Departamento en el que obtuvo su graduación y
doctorado estaba dominado por Spence, segundón de Hull. Dos obsesiones pueden
definir la psicología del influyente profesor de Yale. La piscología ha de
convertirse en una ciencia natural como lo es la física o
El ejemplo clásico es su noción
de fuerza del hábito, por el que se explica que dos individuos de la misma
especie reacciones de manera diferente ante el mismo estímulo o que dos
especies diferentes reacciones también desigualmente. De no acatar estos supuestos
la psicología americana seguirá la senda de mayor introspección, subjetividad, antropomorfismo
e incertidumbre (Hull, 1943, p.288).
Tal sucede con la teoría del
campo de Lewin y la expectativa de Tolman. De seguir el camino de las ciencias
naturales, llegará el momento en que los psicólogos clínicos, los que estudian
las actitudes, los psiquiatras, los antropólogos y los sociólogos se
beneficiarán de los descubrimientos del conductismo asumiéndolo como fundamento
de sus actuaciones Lo que estará en consonancia con la práctica de los
ingenieros que ahora reciben entrenamiento en las disciplinas básicas de
matemáticas, física y química a lo largo de toda su carrera. (Hull,
Este es el ideal, muy alejado de
la realidad en aquel momento, pero con la esperanza de alcanzarlo. Tal trabajo
será realizado por quienes esperan alcanzarlo y creen en su posibilidad;
quienes no comparten esta esperanza se adentrarán en otras aventuras. (Hull,
1943, p. 286). Dadas las duras críticas que reciben sus propuestas, Hull se
plantea, cínicamente, la posibilidad de no alcanzar su ideal y se consuela: si
la búsqueda resulta infructífera, aquello que se subieron a bordo habrán vivido
la emoción de la aventura y la satisfacción de haber realizado un esfuerzo digno
(Hull, 1945, p. 286).
A Hull le poseía la vocación
misionera, como a su discípulo Spence. Con espíritu apologético interpreta
conductas poco acordes con su conductismo estricto, como las respuestas diferentes
de individuos de la misma especia ante estímulos semejantes, incluso las
diferentes reacciones de individuos de diferentes especies, como los ratones o
los humanos: la historia personal o la historia de las especies (¿admite el
inconsciente colectivo?) ha generado hábitos de respuestas de intensidad
diferente, la distinta reacción a estímulos compuestos (luz más zumbido) que a
cada uno de sus componentes, lo que no puede deducirse ni de los principios no
aportados por el behaviorismo primigenio ni por la teoría de
En el año 1947 reconoce haber
hecho esfuerzos para definir, sin éxito, unidades de conducta (the wat, the
hab, the mote ad the pav) para las que no se han desarrollado valores genuinos.
(Felsinger, Gladstone et al., 1947, p. 214). Comparándose con la historia de la
termodinámica amonesta: la historia de la evolución de la ciencia termodinámica
no sólo nos previene de ser optimistas en exceso acerca de una victoria rápida;
indica también la metodología de la experimentación cuantitativa y la formulación
matemática por la que los primeros científicos obtuvieron el éxito (Felsinger, Gladstone et al., 1947, p. 215).
Una vez más lo intenta en este estudio en el que busca la fórmula matemática de
la latencia de respuesta condicionada en ratas albinas en función del número de
refuerzos. Pero una vez más desemboca en un ensayo con error.
Sin duda Clark L. Hull fue el
mentor de la corriente psicológica que impregnaba el Departamento de Iowa en
los años cuarenta y comienzos de los cincuenta. Spence afirma esta afiliación
en un trabajo teórico escrito en 1950 (Spence, 1950). Lo mismo que su maestro,
Spence explicita: el científico de la conducta sólo pide que se le conceda la
misma oportunidad de desarrollar un relato de sus fenómenos como los han hecho sus
colegas físicos o biólogos (Spence, 1948, p.70). A imagen y semejanza de Hull,
afirma que las críticas al behaviorismo por perder la riqueza y el calor de la
conducta, y que preferir cualquier clase de introspección supone no saber
distinguir la ciencia psicológica del conocimiento cotidiano o de la clase de
conocimiento que reflejan los retratos de novelistas y poetas (Spence, 1947,
p.70). Como ya se ha indicado, tanto Hull como Spence, al proferir tales
reconvenciones, están pensando explícitamente en Kurt Lewin (Spence, 1950), que
utiliza terminología física sólo con fines expositivos, pero es una simple
analogía (Spence, 1950, p.160).
Vuelva a leerse la frase de
Bandura en la que afirma que la época de su estancia en Iowa tenía lugar las
grandes discusiones entre teorías y de minuciosos, complicados experimentos.
Quien tenga el humor de revisar las publicaciones del Director del Departamento
de Iowa o las originadas en el laboratorio de Berkeley, certificará la
veracidad de cada palabra de la descripción de Bandura Pueden sintetizarse las
publicaciones de Spence, entre los años
1945 y 1955, aquellos que pueden reflejar la experiencia científica de Bandura
durante sus tres años de especialización, en estas tres ideas: seguir la huella
de Hull, responder a las acusaciones de Tolman, en los temas de aprendizaje
animal, hasta 1950, y, finalmente, a partir de esta fecha, tratar de refutar
las propuestas de Hilgard sobre las causas y efectos de la ansiedad humana
mediante el Condicionamiento del parpadeo. Impresiona descubrir que la
producción científica del autor más citado en Piscología hasta 1970 (Myers,
1970) haya estado pautada por las ideas y las críticas de sus adversarios.
Que Spence es la sombra alargada
de Hull, no es necesario demostrárselo a quienes alguna vez se han asomado a la
historia o a las teorías psicológicas: son los representantes, por igual, de la
escuela del Estímulo (S) y respuesta (R), que no del conductismo o
behaviorismo: En lugar de concebir el aprendizaje en términos de cambios
perceptivos o cognitivos, la teoría del S-R se refiere a tales cosas como
conexiones, vínculos, asociaciones, hábitos o tendencias de estímulo-respuesta
(Spence, 1950, p.162).
Los escritos de esta época, para
demostrar la segunda línea de Spence, muestran una relación ambivalente y hasta
ambigua entre Tolman y Spence. Spence
considera a Tolman como quien propone hipótesis cognitivas, comprensivas,
holísticas o gestálticas; sing-gestalt, prefiere llamarla Spence (Spence,
1946), mientras que Tolman define a los que piensan como él teóricos del campo
(Tolman, 1948), siguiendo las exposiciones de Lewin (Tolman, 1939). Spence, en
sus exposiciones teórica (Spence, 1948,1950) separa a Tolman de las otras
escuelas del aprendizaje, le tiene respeto y entiende que su manera de
investigar es correcta. En alguno de sus escritos Tolman (Tolman, 1948) afirma
que Spence le ha enviado los resultados de una investigación, existía entre
ellos una relación científica. Pero, donde aparece la consideración se
escenifica
¿Será por esta suspicacia de
Spence por lo que Tolman afirma en alguno de sus estudios más técnicos: De nuevo, las curvas de orientación y
progresión fueron tomadas de Spence, aunque a él no le guste (Tolman, 1939,
¿p.335)? Tras esta breve exposición del
ambiente científico que se vivía en Iowa, se entiende mejor que Bandura, entre
las muchas anécdotas que seguro pudo contar de su estancia en Iowa, eligiera la
del entierro de la rata que corrió según los postulados de Tolman.
Esta exposición no sería justa si no
finalizara reconociendo que Spence concedía a Tolman el valor científico que
negaba corrosivamente a Lewin y a las teorías de
De manera alguna es momento para
introducirse en los complicados estudios o experimentos realizados por Spence y
sus colaboradores para demostrar que no existe el aprendizaje sing-gestalt
(Spence, 1945; Spence y Lippitt, 1946, Spence y Kendler, 1948,1952), o explicar
los conceptos o las leyes desarrolladas por esta teoría del aprendizaje.
Durante mucho tiempo la teoría
del S-R dominó la explicación del aprendizaje, junto al condicionamiento
contingente de Skinner. La propuesta de Tolman cayó en el olvido. Puede leerse
un excelente resumen en el artículo del mismo Tolman titulado: Los mapas
cognitivos en ratas y en hombres (Tolman, 1948).
La afirmación de que el Spence
investigador se jugó siguiendo al ritmo que le marcaron sus contrarios, es un
poco exagerada cuando se revisan sus estudios sobre la ansiedad y sus
discusiones teóricas con el Profesor Ernest Hilgard, de
En la formación psicológica de
Bandura influyó, qué duda cabe, el hecho de que Spence fuera el
director-controlador del Departamento en el que realizó su especialización en
psicología. Pero quizás nada más que en eso. Porque en su autobiografía lo
retrata con rasgos gruesos, obscuros y distantes, con una cierta dosis de
desdén. La figura que influyó verdaderamente en Bandura mientras estaba en
Iowa, fue, a mi entender, Arthur Benton.