La especialización en Iowa.
Siguiendo el consejo de sus profesores, decide
matricularse en el programa de doctorado de
Así como su paso por
Sus experiencias personales en el Departamento de Psicología de Spence son
contradictorias, como se lo comunica por carta a su tutor de
Afirma en su biografía que la mayoría
de sus compañeros estudiaban con
Se conoce ya la facilidad
de Bandura para vencer la escasez recurriendo al trabajo. Arthur Benton,
Profesor de Psicología Clínica halló la manera de ampliar cada vez más su
propia casa empleando a Bandura como carpintero: me movía por el programa de
Iowa con el porte temperamental de un comercial calculador en una mano y con el
útil martillo en la otra (Bandura, 1991, p.118). Durante el verano se encarga
del mantenimiento de la casa y perro de caza del, también profesor del
departamento, Judson Brown, buen investigador, que emplearía aquellos meses en
San Antonio, Texas, entrenando o seleccionando a los aviadores de las fuerzas
Americanas en su base de Lackland, retomando temporalmente al trabajo realizado
durante la segunda guerra mundial. Brown había recibido ayudas para retocar su
casa, probablemente por su condición de ex combatiente, y quería darle nuevas
manos de pintura innecesarias. Bandura volvió a pasarse los meses de vacaciones
trabajando para poder continuar sus estudios. En los años sucesivos Benton le consigue una asignación económica más
estable. Por todo ello, afirma que era un departamento que se preocupaba del
bienestar de sus alumnos.
Sus recuerdos de su paso por el Programa de Spence filtran un juicio humano negativo. Su profesor de British Columbia le había hablado de que era un programa duro, y que algunos no lo habían podido soportar. Al final del primer año de los estudios para la graduación era evidente que mi tutor de estudiante no graduado necesitaba alguna corrección sobre el espíritu de Iowa. Le expliqué que mi experiencia en los estudios graduados en Iowa me recordaba a Mark Twain cuando decía de la música de Wagner,” no es tan mala como suela” (1991, p.118, 2006, p 4).
También deja entrever las razones por las que su experiencia humana, no
la intelectual, le resultó ingrata. Sus compañeros, excombatientes de guerra
con Patton y otros comandantes rudos, contribuyeron a la osadía del programa.
Pero la causa de su malestar la atribuye a los dos profesores columnas del Programa:
Spence y Bergman. Spence dirigió el Departamento durante 22 años (1942-1964).
Bandura dice de él que era un segundón y protegido de Hull, que dominaba el
Departamento hasta los más mínimos detalles (Y según el índice de citas,
también las publicaciones científicas, (Myers, 1970). Cuando accede a la jefatura del Departamento,
se encuentra con distintas especialidades, pero, a los pocos años, el interés de Spence por una psicología
teorético-experimental del condicionamiento y el aprendizaje (Amsel, 1995, p.
345) lo convierte en un baluarte beligerante del condicionamiento. Enseguida
veremos que dedicó gran parte de sus estudios a contrastar las teorías que se
oponían a sus principios. Perdón, a los de Hull. Pero tal revisión no era
intelectualmente neutra, sino sectaria, lo que le acarreó la fama de
doctrinario entre sus colegas (Amsel, 95).
Bandura (1981) en el resumen de su vida y obra que ha de presentarse
cuando se concede el premio de científico distinguido, así como en su autobiografía,
es suficientemente claro afirmando que la
excursión anual a
Spence debía vivir sus propias teorías con tanto énfasis, que la manera de “tomarle el pelo” era mencionar al contrario. Bandura en su biografía recogida por alumnos que lo han tratado tanto como Zimmerman y Schunk (2003), cuentan que de vez en cuando los alumnos ponían un poco de guindilla en aquel programa tan estricto.
Una vez, habiendo muerto una rata mientras aprendía a encontrar su recompensa en un laberinto, los alumnos la retiraron, le hicieron un ataúd para roedores, lo adornaron con coranas mortuorias y lo colocaron en el tablón de anuncios del departamento con la inscripción:” esta rata corrió de acuerdo con la teoría de Tolman. Spence no disfrutó mucho con el ceremonial de aquel entierro (Bandura, 2006, p.5).
Sus colaboradores más prestigiosos
también sufrían sus celos: Amsel (1995) finaliza la breve biografía de Spence con
esta anécdota. En 1961 se reencuentran en un congreso. Spence le dice: He oído que has reseñado el libro de
Mowrer”. (Spence mantenía algunas diferencias teóricas con O. H. Mowrer) Le digo que sí. Spence añade acusador: Y he
oído que le has hecho una recensión positiva.
Amsel confiesa que la acusación era verdadera y en su defensa le
pregunta ¿Desearías leer mi recensión del
libro de Mowrer? Sí, responde Spence. Amsel le envía una copia. Se reencuentran algunos meses después. Amsel
le pregunta ¿Leíste mi recensión del
libro de Mowrer? Si, lo leí. ¿Y crees que es una recensión favorable? Me lanza una de sus miradas penetrantes y
dice: No, no lo creo, ¿pero quién que no sea un graduado de Iowa habría sabido
que no era favorable? (p.346). Bandura no se sintió atraído por la teoría de
Hull por su énfasis en ese tedioso aprendizaje de ensayo error (Pajares, 2004).
Para entender qué es lo que vivió
como tedioso ha de recurrirse a las investigaciones publicadas por Spence y sus
colaboradores por aquellos tiempos, se elige un experimento con ratas a las que
se pone a prueba para descubrir si aprenden creando un insight inicial, como lo
proponía Tolman. (Spence, 1945). Calculando que cada una de las 44 ratas del
experimento hace unos 1500 intentos, y que son solo diez intentos por día, los
estudiantes tenían organizada su actividad en función de este experimento durante
dos meses de sus cursos de doctorado (!).
No, Bandura reconoce poco la
influencia teórica de Spence. Resulta sintomático que en las dos entrevistas
publicadas por Evans (1976, 1989), éste le pregunta por la formación recibida bajo
la dirección de Spence, de Skinner y de Miller. Bandura pasa por alto a Spence,
con quien convivió o a quien sufrió durante tres años, y se centra en la
influencia que ejerció sobre él la lectura del libro Social Learning and
Imitation de Miller y Dollard (1941).
El otro pilar de Programa de Iowa era Gustav
Bergmann. Físico y Abogado nacido en Viena. Fue colaborador de Einstein en
Berlín. Mientras hace su tesis en
física, es invitado, tan joven, a las reuniones de los que luego fueron
conocidos como “Círculo de Viena”. Siendo judío, emigra a los estados Unidos de
Norteamérica en 1938 como contable de una empresa, pero ese mismo año es seleccionado
como colaborador por Kurt Lewin en
En nada sorprende este emparejamiento de la teoría de Bergamann con el conductismo cuando es el miso Hull quien halla paralelismo entre el fisicalismo del Círculo de Viena, el conductismo de Watson y su conductismo que, unidos en América, ocasionarán una disciplina del comportamiento que florecerá como ciencia natural (Hull, 1943, p.273). Hull se apoya en el operacionalismo de Bergman para enarbolar su conductismo científico (Hull, 1943, nota 6).
Bergamann se parecía a
Spence en algo más que en las ideas cuando los que escriben sobre él tienen que
afirmar que Bergmann poseía una personalidad fuerte que afectó a la gente de
maneras marcadamente diferentes. Mientras que algunos lo percibieron como cruel
en sus juicios y brusco en sus maneras, para quienes lo conocieron bien era un
hombre de gran generosidad (Addis, 2007, p.6).