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jueves, 29 de julio de 2021

 


La estancia en Wichita Guidance Center: especialización profesional en psicología clínica

 

La biografías sobre Bandura y su propia autobiografía se limita a decir que tras conocer a Virginia Varns casualmente jugando al golf, se casaron en 1952. Tras casarse fueron a Wichita Guidance Center donde él completó un internado postdoctoral… y ella trabajó como supervisora en un hospital de obstetricia (Zimmerman y Schunk 2003). En su biografía le dedica varias líneas explicando que lo eligió por estar dirigido por un psicólogo, Joseph Brewer, y esperaba encontrar que los problemas del vivir diario no se solucionaran con medicamentos. Afirma: Eran tiempos en los que el campo de la psicología clínica estaba orientada fuertemente a los procesos interiores bajo el reinado de la teoría psicoanalítica. (Bandura, 2006, p.8). Termina afirmando que fue un año bien empleado. Y tanto, como se demostrará.

Como se ha afirmado, de manera alguna se pretende hacer una biografía del profesor de Stanford. Pero, algunos datos pueden ser interesantes para comprender su dedicación a la psicología y su posterior orientación teórica.

Por lo que se refiere a la biografía, parece que Bandura se casa en 1952 con Ginny, y que luego los dos se van a Wichita en el cercano este de Kansas. El prácticum de psicología clínica en Wichita duraba un año, tal como lo exigían las directrices de la Asociación Americana de Psicología (APA).  Pero en 1953, Bandura ya está en Stanford. Con estos datos se puede entender que permanece en la ciudad de Kansas desde septiembre de 1952 hasta el verano de 1953. En agosto/septiembre de 1953, en el llamado semestre de otoño/invierno arranca su estancia en la universidad californiana. Tal internado lo debió hacer viviendo prácticamente solo, sin su mujer, dado que Virginia Varns, tras graduarse como enfermera en 1947, ejerce su profesión en el Hospital de la Universidad de Iowa durante los años siguientes.  Son años de transformación en la escuela de Enfermería, que se convierte en Facultad en 1949. En el semestre de otoño/invierno de 1952-53 Virginia Varns enseña la asignatura de Nursing of Mothers and Infants.  Su nombre desaparece de los ficheros de la Universidad de Iowa en febrero de 1953. Acaso porque se une definitivamente a Albert, primero, en Wichita y luego, en Stanford.[1]

Más allá de esta referencia a su año de estancia en Wichita, que no suele aparecer en su biografía, puede saberse en qué consistía ese año de preparación final para convertirse en psicólogo clínico. Concierne resaltar el espíritu de su director Joseph E. Brewer porque determinará el contenido de las investigaciones posteriores inmediatas de Bandura. Brewer publicó un artículo aparecido un años antes de que Bandura fuera admitido como alumno interno (Brewer, 1951) en el que describe en qué consistía el curso. En el curso participaban solamente cuatro alumnos que pasaban las pruebas de selección. A cada uno se le asignaba como tutor uno de los profesionales seniors (tres psicólogos y dos psiquiatras) del centro. Tras el primer contacto con el centro y las instituciones (escuelas, juzgados, agencias de reinserción de jóvenes delincuentes, agencias de familia, etc.) se les entregaba inmediatamente un caso para que se hicieran responsables del mismo, de su diagnóstico y de los procesos de intervención.  Pero todo ha de pasar por una cierta supervisión del tutor personal y del programa durante los primeros meses, al final del curso se le da solamente la ayuda administrativa que necesite y la supervisión del director o del grupo de profesionales sólo cuando el interno lo requiriera. Cada semana tenían una reunión con el Director del Programa, una reunión del grupo con profesionales psicólogos y otra con uno de los psiquiatras, de uno a tres casos prácticos difíciles y cuantas reuniones pidiera el residente con los miembros del equipo relacionados con los casos de responsabilidad del interno. Durante los tres primeros meses cada uno de los internos había intervenido: entre 17 y 24 casos diferentes. Habían aplicado entre 35 y 59 test psicológicos diferentes, entre 7 y 37 demostraciones de técnicas terapéuticas, entre 9 y 22 entrevistas de consejo con los padres y entre 0 y 14 exposiciones públicas de propuestas de intervención. Durante los nueve meses restantes a cada una de estas cifras se añadían mensualmente, por término medio, 15,16, 19 y 24 respectivamente. (Brewer, 1951, p.270). Se trataba, como dice su director, no de generar técnicos, sino psicólogos clínicos con competencia técnica.

El conocimiento de estos datos perfila mejor la idea de formación que recibió Bandura como psicólogo clínico, lo que permitirá, a su vez, entender toda su obra. Desde su encuentro casual con la psicología a sus veintiún años hasta que muera, siempre ha tenido en cuenta que quiere intervenir para remediar los problemas de las personas.

Se está tratando, en este primer capítulo, de entender la formación psicológica recibida con el fin de entender sus aportaciones al saber psicológico. Sin haberme introducido con anterioridad en sus primeras publicaciones, siempre me había parecido extraño, en función de sus títulos, que estuvieran centradas en el Rorschach, primero, y luego en la personalidad del terapeuta como variable que interviene en el tratamiento. Ya se sabe el porqué de sus publicaciones sobre las respuestas de espacios blancos en el test de Rorschach. El porqué de sus primeras investigaciones sobre las características del terapeuta se halla en la preocupación de Brewer por tener en cuenta algunos aspectos de las relaciones dinámicas interpersonales realizando estudios consecutivos de otoño a invierno de los contactos autoritarios o socialmente integradores de los profesores y los correspondientes cambios en la conducta escolar de los niños (Simpson, 1948, p.127). Este interés por estudiar la conducta y las características del profesor en el aula la traduce luego en su programa de formación de futuros profesionales en el Wichita Guidance Center.  El supervisor debía seguir de cerca las sesiones de terapia de los internos durante largo tiempo, porque nuestra experiencia ha sido, dentro de la técnica de supervisión que hemos desarrollado, los internos son conscientes rápidamente de sus propias reacciones emocionales como terapeutas y que utilizan esas reacciones que contribuyen al progreso terapéutico y modifican aquellas que interfieren (Brewer, 1951, p. 269-70).

Si se focaliza la atención sobre esta preocupación de Brewer por estudiar la conducta y la personalidad de quienes dirigen la enseñanza o la terapia, se encontrará respuesta a la pregunta de por qué la siguiente publicación terapéutica Bandura se titule: nivel de ansiedad del psicoterapeuta, la compresión personal y la competencia terapéutica  (Bandura, 1956) en la que aparece la siguiente expresión que pudiera considerarse la esencia de lo aprendido con Brewer: el terapeuta que es consciente de los signos de su ansiedad será capaz de controlarla conscientemente y de  adaptar sus reacciones a los fines terapéuticos y , por consiguiente, funcionar a niveles más efectivos que el terapeuta que carece de este insight (Bandura, 1969, p.333).  La deducción adquiere más argumentos cuando se lee la nota segunda de este artículo en el que agradece a Brewer que le haya permitido utilizar las entrevistas de su centro.

No es en manera alguna aventurado que inmediatamente después se dedique a estudiar los problemas de la conducta agresiva de los jóvenes, pues con seguridad esos eran los problemas más frecuentes en el centro de Wichita. Tanto que en 1993 le añaden el calificativo de Wichita Child Guidance Center y, en su presentación proponen cuatro casos típicos de quienes son sus atendidos: un niño de diez años abandonado y agresivo, una niña de 15 años drogadicta y camello, un niño de nueve años que interrumpe las clases con actos violentos y una niña hiperactiva, once años, que es extraordinariamente violenta cuando no consigue lo que quiere. Seguro que los casos que trató Bandura en este centro tendrían el mismo perfil de conducta agresiva. En su artículo de 1960 (Bandura, 1960) dice expresamente: dado que los conflictos de agresividad tienden a estar presentes de alguna manera en todos los pacientes (Bandura, 1960, p.1)

No considerar esta estancia postdoctoral como psicólogo clínico interno, obstaculiza la compresión de sus publicaciones inmediatas y el verdadero interés de Bandura por la Psicología.

 

Cuando finaliza su año de internado en Wichita es contratado para impartir clases de psicoterapia (Bandura 2004) en la Universidad de Stamford. Pero, o el contrato no era suficientemente interesante económicamente, o   le apartaba de sus propósitos de ejercer una psicología en contacto con los pacientes, porque   durante su primer curso académico formaliza un contrato para dirigir un centro comunitario en Santa Rosa.

Lo que sí parece claro en Bandura es su interés por no abandonar la investigación. Durante su año de contrato temporal lleva a cabo, juntamente con psiquiatras de hospital de veteranos de Palo Alto, su siguiente investigación, que tiene la misma orientación clínica de de la anteriores. Sigue, pues, en la misma orientación clínica recibida bajo la dirección tanto de Betón como de Brewer.

Como se ha marcado ya, la primera investigación retoma las inquietudes de Brewer por controlar la influencia de la ansiedad de los terapeutas hacia los temas sexuales, agresivos y de dependencia y su influencia en la calidad de sus intervenciones. Para entender esta investigación, imagínese una reunión final de los participantes en el centro comunitario de Wichita, en el que se quiera dar la calificación a los alumnos, para lo cual se pide a todos los compañeros que califiquen la ansiedad que sufren ellos mismos y cada uno de sus iguales cuando tienen que tratar pacientes que aportan al tratamiento problemas en alguno de los tres campos mencionados.  El director del centro, por su parte, califica la calidad de las terapias que hacen. Los resultados muestran que cualquier tipo de ansiedad correlaciona negativamente con la calidad de su trabajo clínico. Pero no demuestra que el ser consciente de ello la aminora, como afirmara Brewer (1951), como tampoco aparece correlación entre juzgarse ansiosos y el juzgarse menos capacitados para el ejerció terapéutico. El investigador que lleva dentro le hace planificar la siguiente investigación para saber los modos específicos como la ansiedad del terapeuta afecta a su trabajo: un estudio sobre las tendencias de acercamiento/alejamiento de los terapeutas de baja o alta ansiedad, para tratar materias emocionalmente cargadas, está siendo planificado (Bandura, 1956, p.336).

En el año 1960, publica, con Lipsher y Miller (1960) un artículo, que explícitamente vincula con el anterior, con la intención de descubrir qué tipos de conductas utiliza el terapeuta que, en este caso, tiene ansiedad a las respuestas agresivas del paciente, aunque expresamente dice que también se han examinado las reacciones de ansiedad a la sexualidad y a la dependencia. La metodología es la misma, salvo el análisis detenido del contenido de las entrevistas grabadas. Cuando, en el artículo de 1956, da las gracias a los centros y personas que le permitieron extraer la muestra de las entrevistas terapéuticas, menciona el Hospital de Veteranos de Palo Alto. En él trabaja un profesional, probablemente psicólogo, que en 1958 publica un artículo con el título: studies of the conditioning of verbal behavior (Krasner, 1958), en el que se hacen afirmaciones tan interesantes como que en la situación experimental el terapeuta condiciona las respuestas del paciente, o que se puede decir cómo interpretará el paciente su problema si se conoce la personalidad o la tendencia del terapeuta, porque toda terapia es, por naturaleza directiva:  El terapeuta utiliza señales,  frecuentemente sin darse cuenta,  para modificar, controlar, guiar o manipular la conducta verbal del paciente. Este modo de comunicación sutil puede ser ofrecida probablemente como un medio para entender cómo las propias explicaciones teóricas del terapeuta sobre la dinámica de la personalidad y de la psicoterapia son transmitidas al paciente (Krasner, 1958, p.164). Lo que se completa cuando Bandura y sus colaboradores citan una tesis doctoral defendida en la Universidad de Stanford en 1958 titulada: Operant conditioning in quasi-therapy situation (Rogers, 1958). En definitiva, demasiadas coincidencias para eximir a nuestro autor de un cierto contagio del conductismo.

 



[1] Mi agradecimiento a Nana Diederichs y a David McCartney, bibliotecarios de la Universidad de Iowa por la amabilidad con que han atendido mis peticiones y el tiempo que me han dedicado incondicionalmente.

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