
Media hora después aparecen los primeros planos de la película. Me desconciertan. Esperaba ver sirenas de policías uniformados llegando a casas de universitarios inocentes, psicológicamente normales; subir a sus casas y llevarlos esposados a los sótanos del Jourdan Hall de Stanford. Pero en el reparto no se mostraban policías, ni guardianes, ni celdas, ni rejas, ni órdenes de besos homosexuales, ni castigos humillantes, ni gritos pidiendo ser devueltos a la libertad perdida sin imputación de cargos probados. Tampoco aparecieron las conspiraciones y agrupaciones dev padres de los prisioneros para contratar abogados prestigiosos que denunciaran aquella condena "libremente aceptada por sus hijos" . Zimbardo, expresivo, ojos penetrantes y convincentes, camisa de colores, perilla puntiaguda y satánica: prolongación de unas mejillas hundidas y huesos faciales prominentes, deambulando enjaulado sobre el escenario, fiera psicológica anhelando comunicar la genial idea que habitaba todas los meandros de su cerebro gris y calloso, tampoco aparecía. Todo era extraño para tratarse del experimento de la cárcel de Stanford, la Universidad de Palo Alto.
- Así se explicas las matanzas entre bandas que ocurren cada dos por tres en los barrios de
inmigrantes, en las discotecas.
_ Esto es brutal. ¡Menuda lección de vida!.
-¿De verdad quieres saberlo?
Pues sencillamente el siguiente: YA SOMOS CREÍBLES.
Aún no he dicho qué descubrí en el guión de LA OLA para perder mi interés. Descubrí algo más profundo que la adopción de los roles del experimento de la cárcel de Stanford. Aquello era un calco de las categorizaciones de Tajfel, psicólogo social judío alemán, huido al Reino Unido perseguido por los nazis, fundador de la llamada Escuela de Psicología Social de Bristol. Su mente se obsesionó por descubrir la raíz más profunda de la discriminación, la segregación y el racismo. ¿Por qué mi gente me ha perseguido? Su respuesta: la categorización social. Basta con que dividas a un grupo en dos, a uno le denomines partidario de Klee y al otro de Kandiski para que amigos entrañables se conviertan, como por ensalmo, en fieros enemigos. Se insultan, se ponen motes, son carroña merecedora de aniquilación, se les deshumaniza. Los animales carroñeros, enemigos de lo propio, deben morir si nosotros y los nuestros hemos de sobrevivir. Así de sencillo, pero así de cruel. La categoría a la que pertenecemos se encumbra y nos ensoberbece. La "otra", efecto de una involución sorprendente, regresa a especie animal abyecta. Tan simple y tan eficaz: categorizar es dividir. De la división el odio y el lenguaje del mal y de la guerra. Eso fue lo que hizo el profesor de ciencias sociales en el la clase de LA OLA. El resto se le fue de las manos al improvisado psicólogo social.
"Normalmente en una partida de paintball se enfrentan dos equipos con el fin de eliminar a todos los jugadores del equipo contrario o completar un objetivo (como capturar una bandera o eliminar a un jugador concreto)".
Definición tomada de Wikipedia. ¿Se descubre alguna diferencia con lo que sucede en LA OLA?. Yo no: hay grupos, hay valor añadido a la división, hay motes, hay lucha, hay disparos, tiene que haber vencedores y vencidos. ¡Y esto se practica dentro de las empresas para unir a sus directivos!. Sólo una psicología dinámica trasnochada puede decir que la agresión en el juego o, peor, la agresión como juego, drena, limpia las cloacas de los malos entendimientos en las empresas.
Las primeras investigaciones que hicieron famoso a Bandura en la Psicología universal, fueron sus estudios sobre la imitación de las conductas agresivas. Desde entonces hasta hoy las investigaciones no han cesado de demostrar que la agresión no genera más que agresión.
¡Enteraros de una vez, altos directivos que pagáis grandes sumas de dinero a pseudoprofesionales que os hacen gastar ingentes cantidades de dinero para que salgáis más desunidos después del paintball! Ni siquiera es una diversión, porque donde alguien pierde no hay felicidad. Donde se lucha se aprende a luchar y, si se marca al enemigo, también se adquiere el convencimiento de saber disparar certeramente. Quien dispara y da en el blanco se juzga autoeficaz para volver a disparar. Ya sólo falta la ocasión, la disculpa, el mecanismo de desvinculación y el machaque físico del contrario (carroñero) está servido.
-¿Quién lo iba a decir?. Si parecía una persona normal. ¡Es que lo era!
Mal año para las agresiones familiares, anunciaban ayer los noticiarios. ¡Pero si no dejáis de dar ejemplos de como se asesinan esposas, novias, amantes o pretendidas!.
Naturalmente, todo lo que he dicho al final es discutible. ¡Verdad!. Me ha faltado la inmediación de la imagen. ME HA FALTADO EL LENGUAJE DE "LA OLA" PARA SER CREÍBLE.
P.D. La Profesora Carmen Herrero, ha inundado mi messenger de informción exitente sobre LA OLA. No s trataba dela Universidad de Stanford, sino de un Instituto de Palo Alto. Esto no cambia las ideas de este tema del blog, ni las críticas al pintball. Todas son válidas. Pero me ha nteresado la otra versión de LA OLA