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miércoles, 4 de mayo de 2011

CAMBIO DE RUMBO EN MOMENTOS DE FORMACIÓN. II



En la planificación del estudio contamos con la asistencia del Dr. Lois Meerk Stolz y del Dr. Robert R. Sears, los dos nos dedicaron tiempo, pensamiento y esfuerzo en la tarea de que el proyecto fuera un éxito (Bandura y Walters, 1959, Adolescent Agression).

En la entrega anterior quedaba trazado el viaje de Bandura desde la Universidad de British Columbia, en Vancouver, hasta las estepas del estado de Iowa y su departamento de Psicología. Allí, además del título académico de doctor, encontró a Virginia Vans, su mujer.

En lo intelectual se encontró con un Director de Departamento, Spence, que le dejó poca mella, y con una mente abierta y un bolsillo generoso, Arthur Benton, que, como él, buscaba excelencia académica en el mismo Departamento.

Con seguridad que me he precipitado al decir que el conductismo de Spence on le dejó mucha mella. Su poca simpatía por el conductismo, aunque confirmada por el mismo Bandura, merece un tema exclusivo. No es el momento. En mi opinión, le imprimió algo más que el rigor experimental que reconoce abiertamente. ¿Alguien sabe que Bandura investigó con animales en puro condicionamiento conducta?

Ahora toca trazar la línea recta que desemboca en la elección de su tema y método investigación. Para descubrirlo hay que responder a la pregunta de por qué fue contratado como profesor en la Universidad de Stanford y cómo Robert Sears es su lanzadera teórica y meteorológica.

Robert Sears trabaja en el Departamento de Yale, con Hull y, más estrechamente, con Dollar y Miller. Sin olvidarse de que por aquellas fechas se casó con Pauline Sears, eminencia en temas de desarrollo infantil. Tres nombres que darán un giro a toda la psicología, pues son el punto de encuentro entre dos corrientes psicológicas (aparentemente) tan distantes como el conductismo y la psicología dinámica, pero tan idénticas que parten de las mismas hipótesis: la experiencia (es decir, el medio) decide los destinos conductuales de personas y animales. Sí, así de claro.

Pauline Sears acababa de finalizar su formación en Psicología clínica. Y la Psicología clínica de entonces (espero que no de ahora) tenía un matiz eminentemente interpretativo y dinámico. Neal Miller había pasado una temporada en Alemania en contacto con las escuelas dinámicas, y volvió a Yale con la idea de dar una cobertura científica a conceptos como la transferenci.a La experiencia de leer su artículo Theory and experiment relating psychoanalitic displacement to stimulus-response generalization (1948) no dejará indiferente a quien lo lea

Un apunte más hacia el encuentro de Bandura con estas nuevas visiones de la psicología: La famosa hipótesis de la frustración como causa exclusiva de la agresividad está firmada por Dollard, Doob, Miller, Mowrer y Sears. Hipótesis que, en realidad, es una manera de adentrarse de nuevo en el mundo de la psicología dinámica desde los supuestos del conductismo. Y de esta manera se introduce la teoría dinámica de la agresividad en las corrientes conductistas más puras.

Metido de lleno en esta interesante evolución intelectual, Robert Sears es invitado por la Universidad de Iowa, la misma de Spence, a dirigir un pequeño Departamento e investigar el bienestar de los niños. Dirección que asume desde 1942 a 1949

Contemporiza esta dirección con otra importante misión en la psicología norteamericana: Presidente de la Comisión que debía normalizar los requisitos para el ejercicio de la psicología clínica. Personalmente he leído los informes emitidos por esta comisión los años 1946,47 y 48. En el año 1946 se hace un primer informe sobre las Universidades que cumplen una serie de requisitos mínimos. De todos los Departamentos de Psicología mencionados, la Universidad de Palo Alto es la que menos requisitos cumplía. Sólo presentaba el primero de ellos: tener algún docente especializado en psicología clínica.

Reconstruyamos de nuevo la situación histórica: Sears y Benton coinciden en la Universidad de Iowa, aunque en distintos Departamentos. Pero tienen algo en común: Sears es el Presidente de la Comisión que elaboraba los criterios exigibles a los psicólogos clínicos para ejercer su profesión. Benton es el profesor encargado de la formación clínica de los estudiantes del Departamento en el que se doctora Bandura. Es de suponer que Benton y Sears se comunicaran sobre los temas que a ambos preocupaban.

En las reuniones de la Comisión Nacional para evaluar los criterios exigibles a los futuros psicólogos clínicos, hay un tema que se discute sistemáticamente: si han de poseer el título de doctor. Las actas de los primeros años aplazan esta exigencia para ser discutida en las reuniones siguientes. Finalmente, en una de las últimas reuniones, se somete este criterio a votación, y ganaron los que se oponían al requisito del doctorado. Tengo el convencimiento de que Sears votó a favor de que fueran doctores. En el año 1957, siendo ya Director del Departamento de Psicología de Stanford, otro Director Nacional para determinar los requisitos de los doctorados en Psicología, Ericksen, recoge una muestra de opiniones importantes sobre el tema. Una de ellas es la de Robert Sears, quien afirma En cuanto a la metodología, un psicólogo debería haber realizado algunos experimentos.

- Muchos datos juntos, Eugenio. Esto es un galimatías

- Estaba pensando lo mismo. Por lo que resumo y dejo para otro rato la influencia directa de Sears sobre la psicología de Albet Bandura.

Cuando a Sears se hace cargo del Departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, con seguridad que mantenía su opinión de que los psicólogos clínicos debieran ser doctores. Buscando esta excelencia, se acordaría de su antiguo y, con seguridad, buen amigo Benton, a quien recurre para que le recomiende a alguno de sus estudiantes. Benton, protector material y espiritual de Bandura, se acuerda de su alumno preferido, que acaba de finalizar su año de formación práctica. Sears hace caso a Benton y contrata a Bandura. Cumplía con todos los requisitos de excelencia deseados por el nuevo Director del Departamento. Por eso, cuando, finalizado el primer año de contrato, Bandura le dice que ya tiene un preacuerdo para ejercer de psicólogo en una población cercana a Palo Alto, Sears le retiene y le promociona. Sirviendo así de lanzadera de una brillante carrera de investigaciones psicológicas.

La importancia de Sears en la obra de Bandura ¿se limitó a ofrecerle un puesto de trabajo, o trascendió a lo intelectual?

Como aperitivo a esta respuesta traduzco este párrafo de una investigación publicada por Sears en 1950: Las madres fueron entrevistadas, y la información grabada se analizó de manera que pudiera medirse la severidad con la que se castigaba la agresividad de los niños en casa. Los datos, por lo tanto, permiten una comparación entre la frecuencia relativa y la clase de agresividad mostrada por los niños tanto en la vida real de la guardería como en la fantasía, jugando con los muñecos bajo distintas condiciones de castigo en casa.

¿Recuerda esto en algo a las primeras investigaciones de Bandura?

Otro tema muy distinto pudo ser la relación posterior entre ambas eminencias. De eso nada sé. Solamente una experiencia personal. Sin duda la alumna predilecta de Sears era Eleonor Macobi, de reconocimiento mundial en psicología infantil. En mis primeras estancias en la universidad de Stanford, quise asistir a su curso de doctorado. Siempre me lo negó a través de su secretaria, pues a ella no lograba acercarme. Una de las veces logré “pillarla” de cara y me atendió. De entrada tuvo la negativa en la boca, pero al decirle que me interesaba por la teoría del aprendizaje social de Bandura, no dudó un momento en darme su consentimiento. ¿Por buena amistad? No me pareció, no fue esa mi interpretación.

En conclusión: parece que en lo vital y en lo intelectual Robert Sears, procedente de la estricta escuela conductista de Yale, exigente con la metodología científica, fue importante en la vida y en la la obra de Albert Bandura.

Habrá una tercera entrega .

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