-¿Qué quieres que te diga? La expresión “jaula dorada” se me antoja cursi.
- Pero, a veces, las frases manidas son precisas para que una idea sea entienda.
Las residencias para la tercera edad están de moda. Ningún alcalde es buen corregidor si no logra construir o mejorar una residencia-oasis donde padres o abuelos descansen del duro bregar unamuniano. Cuando éramos pequeños en los internados, presumíamos de la torre de de nuestros pueblos, o de los encierros en las fiestas. Hoy, al menos en ambas castilas y gran parte de de Extremadura y Andalucía, se presume de la residencia para la tercera edad. A medida que sus poblaciones ha envejecido, se han sustituidos los “clubs sociales”, de Fraga, (a donde se iba a ver las corridas de toros y los partidos de futbol), por las “residencias de mayores”. Viajando por las monótonas autovías de ambas Castillas van apareciendo cada diez kilómetros, más o menos, núcleos de población pequeños, que llamamos pueblos. Son pardos y se confunden, en verano, con el pálido amarillear de los rastrojos, o envueltos en el polvo beldado por un tractor que araña a destiempo la parva de su terruño. De pronto, a las afueras, sorprende un vergel: árboles, flores, césped, edificación disonante con las casas adobadas, de pardo sayal y semiderruidas dejadas atrás hace un momento. La duda se disipa al instante, pues puede leerse con letras sobresalientes: RESIDENCIA DE TERCERA EDAD, RESIDENCIA DE MAYORES.
En las ciudades de toda España, la isión es más desoladora. Las RESIDENCIA DE TERCERA EDAD O DE MAYORES, son vergeles a kilómetros del centro. Eso sí, tienen la delicadeza o consideración de tener a servicio de sus inquilinos un minibús que regularmente transporta a la ciudad a los viejos dorados para que puedan administrar sus exiguas pensiones o dar un paseo que les distraiga del monótono, insorprendente vivir. Su regreso no lo pueden decidir: tienen que estar a una hora exacta en un lugar preciso de la ruta que hace el pequeño vehículo. Eso sí, en la residencia lo tienen todo solucionado: los que hasta ahora habían servido son servidos por los servicios que han contratado los servidores públicos de la servil política. Pueden descansar temporalmente en paz, antes de que descansen definitivamente en paz. Se lo han ganado. Después de haber trabajado duro, incluso haber buscado su alimento y el de los suyos en Alemania, Suiza, u Holanda, tienen derecho a vivir sus últimos años en paz.
-¿De verdad que se han ganado este maltrato en esas jaulas doradas? Personalmente siento una tristeza honda y una rabia contenida cuando me sorprenden estos oasis en medio de los desiertos patrios. Me dan pena las personas desterradas a vivir fuera de la ciudad, fuera de su entorno natural, aunque sean en jaulas de oro.
- Pero ¿qué dices?
-Digo lo que siento y lo que debo decir como psicólogo convencido de la veracidad de las investigaciones realizadas en el ámbito de la teoría social cognitiva.
- Pero, ¿qué dices? Eugenio, tú siempre con tus exageraciones.
- Nada de exageraciones. En los temas anteriores he demostrado que las personas centenarias pueden vivir felizmente siempre que tengan la percepción de ser autoeficaces y, por consiguiente, autónomos para planificar y organizar sus vidas. Me he referido a las investigaciones de Deci sobre la importancia de la percepción de independencia para que la vida humana cobre sentido y merezca la pena ser vivida. No he dejado de señalar que la esencia de la teoría cognitivo social se ahinca en la percepción de ser agente (no paciente) de las propias decisiones que otorgan sentido a la existencia. Mientras existan proyectos que uno se juzga capaz de llevar a cabo, existe vida humana. Eliminada la percepción de control, aunque los pulmones aspiren y expiren, aunque el corazón golpee el pecho, aunque riñones y sistema digestivo filtren cuanto se ingiere, las personas están muertas, carecen de vida.
He tenido que releer algunos escritos de de Bettelheim en los que narra las experiencias vividas en los campos de concentración nazis. No quería que la memoria me traicionara. No quería que mis recuerdos atribuyera a mi experiencia personal lo que otros habían escrito. Pero sí, lo que voy a contar pertenece a mi memoria: verano de 1962. Mi primera incursión en el aprendizaje del alemán en la bella ciudad de Münster, Vestfaliana. La del tratado de Westfaliana por el que se constituyen las naciones centroeuropeas modernas a costa del Sacro Imperio Romano, a costa, en definitiva, de España. Aquel verano se reúnen en la bella catedral gótica de Münster obispos supervivientes de los campos de concentración nazis. Lo hacían por acuerdo pactado. Naturalmente, sus creencias religiosas les ayudaron a superar aquellos días de deshumanización. La fe les salvó, pero, como contaba alguno de ellos, a otros les salvó el simple hecho de tener algo que escapaba al control de la Gestapo, que husmeaba cada rincón de su existencia: el botón de la camisa de su mujer oculto en la esquina del forro de su chaqueta, la foto de su hijo que le sonería cada noches al tirar su cuerpo sobre el jergón, Algo estaba exclusivamente bajo su control. Tal control, como contaba aquel obispo, mantuvo encendida la llama de la vida. Los que se entregaron al control de sus sabuesos jugaban con más probabilidades a la ruleta de la muerte. Nunca “La Lista de Schindler” superará en dramatismo a la VIDA ES BELLA, DE ROBERTO BENGNI. Película dramática y humana porque el secreto de tener escondido a su hijo le ayudaba a sobrellevar e interpretar trabajos salvajes de fundición como la construcción del tanque poderoso que derrotaría al enemigo. LA VIDA ES BELLA es el paradigma de los beneficios psicológicos del tener el control. ¡Lástima del final!
Los científicos de la naturaleza, para convencer tenemos que recurrir a los resultados de la investigación, sin abandonar las narraciones más o menos sometidas al escrutinio de la lógica de las ciencias de la naturaleza.
-¿Pero es que la psicología es una ciencia de la naturaleza?
-¡Claro!, ¿o es que el hombre es un ser sobrenatural?. La psicología utiliza el método experimental y los análisis matemáticos aplicados más rigurosos que puedan suponerse. Y si no sigue leyendo.
Of 17 subjects who answered that they did not have any other alternative but to move to a specific old home, 8 died after 4 weeks of residence, 16 after 10 weeks of residence. By comparison, among the residents who died during the initial period, only one person had answered that she had the freedom to choose other alternatives. All of these deaths were classified as unexpected because "not even any significant disturbances had actually given warning of the impending disaster."
Estos son los resultados de una investigación realizada por Ferrere en 1962. En 1976 llaman la atención merecida a la investigadora de la percepción del control personal: Elen Langer, profesora de Psicología Social de la Universidad de Harvard. Ella y su alumna Judith Rodin se deciden a realizar una investigación controlada sobre la importancia del control percibido en residencias de tercera edad. Eligen para ello una residencia del Estado de Conneticut, considerada una de las mejores de dicho Estado. Quieren demostrar la influencia de conceder a los internos una mayor o menor responsabilidad o autonomía. Para ello eligen a los residentes de la segunda y la cuarta planta porque en edad, sexo, antecedentes personales y familiares son muy semejantes, casi mellizos. El azar decide que los habitantes de una de las plantas se les insista en la libertad y responsabilidad, a los ocupantes de las habitaciones de la otra planta se les va a comunicar o recordar que ya han trabajado mucho, que se despreocupen y que si algo necesitan se lo pidan a los empleados de la residencia.
Un buen día, el apuesto director de la residencia, joven de unos 34 años, reúne a los primeros y les dice que está sorprendido porque no utilizan todos los medios que la residencia le ofrece: Piensen un momento en las decisiones que pueden tomar y de las que deberían ser responsables: el cuidado personal, cómo disponer los muebles de su habitación, cómo emplear su tiempo; por ejemplo, pueden decidir visitar a los amigos que tengan en la residencia y pueden hacerlo en su habitación en la de ellos, en el salón, en el comedor o, si prefieren, emplearlo en leer, ver televisión o planificar acontecimientos sociales “ . En otras palabras, esta es su vida y pueden organizarla como deseen”. Si algo de lo que existe o se hace en la residencia tienen la responsabilidad de poder modificarlo comunicándolo a cualquiera de los empleados. Finalmente, quiero aprovechar esta oportunidad para hacerles un regalo. Cada una de ustedes puede elegir una de las plantas que les vamos a mostrar, el cuidado de esta planta es de su responsabilidad. Una cosa final: el jueves y el viernes de la próxima semana se proyectarán dos películas de cine, ustedes pueden elegir cuál de los días desean asistir, si es que lo desean.
En otro momento, el mismo apuesto director reúne a los del grupo control. El discurso es idéntico respecto a las cosas que ellos pueden elegir libremente, visitas, habitación, las reformas que deseen llevar a cabo, pero la muletilla final era: deseamos hacer todo lo que pueda ayudarles; nosotros haremos lo mejor para atenderles personalmente. Finalmente, quiero aprovechar esta oportunidad para hacerles un regalo: (La enfermera entrega una planta a cada uno de los presentes) la planta es suya, pero la encargada se preocupará de regarlas y cuidarlas por ustedes.
Analizando los resultados de cuestionarios aplicados antes y después de la experiencia y pidiendo a los empleados con mayor trato personal con los internos que valoraran algunos aspectos de sus vidas, los resultados fueron sorprendentes. El personal de enfermería evaluó el estado de salud de los ancianos. Todos los evaluadores eran ignorantes de las condiciones experimentales o de las hipótesis del estudio.
Las personas con mayor responsabilidad ganaron en felicidad personal, vivacidad, independencia, comunicación con los amigos y con los encargados, leían más, veían televisión, menos sensación de soledad, más participación en los concursos de la residencia. También asistieron más a las sesiones de cine.
La diferencia entre las tasas de mortandad fue el detonante de esta investigación. Año y medio después de la primeras evaluaciones, el grupo médico revisó a los rsidentes. Del grupo de responsabilidad habían muerto el 15%; del grupo al que todo se les daba resuelto el 30%. Los que quedaban, en general, seguían manteniendo las diferencias de la vitalidad personal.
-Suficiente ¿no?
Alabo la iniciativa de mi pueblo, Aldeadávila de la Ribera, corazón del Parque Nacional de Las Arribes del Duero, que utilizó la plaza del pueblo en la que se ubicaba el pilar redondo, del que nos abastecíamos de agua para las casas en los tiempos de la postguerra y donde abrevaban los animales. Allí residen los ancianos de mi pueblo y desde allí siguen cuidando sus casas, paseando por las mismas calles que transitaron toda su vida y hablar con sus familiares y amigos. Les alabo porque no tuvieron la perversa idea de haber construido la jaula de oro en las Eras, o en el Palomar. Alabo también las residencias ubicadas dentro de las ciudades. Sí, les faltan espacios verdes, grandes viales ajardinados para pasear. Pero ¿es que es eso lo esencial de una residencia de viejos? Tienen los viales de la ciudad en la que han vivido siempre, tiene la libertad de entrar y salir sin atenerse al horario del minibús que hace el recorrido como las rutas escolares.
El control sobre la propia vida es necesario para la vida misma.
- Pero, a veces, las frases manidas son precisas para que una idea sea entienda.
Las residencias para la tercera edad están de moda. Ningún alcalde es buen corregidor si no logra construir o mejorar una residencia-oasis donde padres o abuelos descansen del duro bregar unamuniano. Cuando éramos pequeños en los internados, presumíamos de la torre de de nuestros pueblos, o de los encierros en las fiestas. Hoy, al menos en ambas castilas y gran parte de de Extremadura y Andalucía, se presume de la residencia para la tercera edad. A medida que sus poblaciones ha envejecido, se han sustituidos los “clubs sociales”, de Fraga, (a donde se iba a ver las corridas de toros y los partidos de futbol), por las “residencias de mayores”. Viajando por las monótonas autovías de ambas Castillas van apareciendo cada diez kilómetros, más o menos, núcleos de población pequeños, que llamamos pueblos. Son pardos y se confunden, en verano, con el pálido amarillear de los rastrojos, o envueltos en el polvo beldado por un tractor que araña a destiempo la parva de su terruño. De pronto, a las afueras, sorprende un vergel: árboles, flores, césped, edificación disonante con las casas adobadas, de pardo sayal y semiderruidas dejadas atrás hace un momento. La duda se disipa al instante, pues puede leerse con letras sobresalientes: RESIDENCIA DE TERCERA EDAD, RESIDENCIA DE MAYORES.
En las ciudades de toda España, la isión es más desoladora. Las RESIDENCIA DE TERCERA EDAD O DE MAYORES, son vergeles a kilómetros del centro. Eso sí, tienen la delicadeza o consideración de tener a servicio de sus inquilinos un minibús que regularmente transporta a la ciudad a los viejos dorados para que puedan administrar sus exiguas pensiones o dar un paseo que les distraiga del monótono, insorprendente vivir. Su regreso no lo pueden decidir: tienen que estar a una hora exacta en un lugar preciso de la ruta que hace el pequeño vehículo. Eso sí, en la residencia lo tienen todo solucionado: los que hasta ahora habían servido son servidos por los servicios que han contratado los servidores públicos de la servil política. Pueden descansar temporalmente en paz, antes de que descansen definitivamente en paz. Se lo han ganado. Después de haber trabajado duro, incluso haber buscado su alimento y el de los suyos en Alemania, Suiza, u Holanda, tienen derecho a vivir sus últimos años en paz.
-¿De verdad que se han ganado este maltrato en esas jaulas doradas? Personalmente siento una tristeza honda y una rabia contenida cuando me sorprenden estos oasis en medio de los desiertos patrios. Me dan pena las personas desterradas a vivir fuera de la ciudad, fuera de su entorno natural, aunque sean en jaulas de oro.
- Pero ¿qué dices?
-Digo lo que siento y lo que debo decir como psicólogo convencido de la veracidad de las investigaciones realizadas en el ámbito de la teoría social cognitiva.
- Pero, ¿qué dices? Eugenio, tú siempre con tus exageraciones.
- Nada de exageraciones. En los temas anteriores he demostrado que las personas centenarias pueden vivir felizmente siempre que tengan la percepción de ser autoeficaces y, por consiguiente, autónomos para planificar y organizar sus vidas. Me he referido a las investigaciones de Deci sobre la importancia de la percepción de independencia para que la vida humana cobre sentido y merezca la pena ser vivida. No he dejado de señalar que la esencia de la teoría cognitivo social se ahinca en la percepción de ser agente (no paciente) de las propias decisiones que otorgan sentido a la existencia. Mientras existan proyectos que uno se juzga capaz de llevar a cabo, existe vida humana. Eliminada la percepción de control, aunque los pulmones aspiren y expiren, aunque el corazón golpee el pecho, aunque riñones y sistema digestivo filtren cuanto se ingiere, las personas están muertas, carecen de vida.
He tenido que releer algunos escritos de de Bettelheim en los que narra las experiencias vividas en los campos de concentración nazis. No quería que la memoria me traicionara. No quería que mis recuerdos atribuyera a mi experiencia personal lo que otros habían escrito. Pero sí, lo que voy a contar pertenece a mi memoria: verano de 1962. Mi primera incursión en el aprendizaje del alemán en la bella ciudad de Münster, Vestfaliana. La del tratado de Westfaliana por el que se constituyen las naciones centroeuropeas modernas a costa del Sacro Imperio Romano, a costa, en definitiva, de España. Aquel verano se reúnen en la bella catedral gótica de Münster obispos supervivientes de los campos de concentración nazis. Lo hacían por acuerdo pactado. Naturalmente, sus creencias religiosas les ayudaron a superar aquellos días de deshumanización. La fe les salvó, pero, como contaba alguno de ellos, a otros les salvó el simple hecho de tener algo que escapaba al control de la Gestapo, que husmeaba cada rincón de su existencia: el botón de la camisa de su mujer oculto en la esquina del forro de su chaqueta, la foto de su hijo que le sonería cada noches al tirar su cuerpo sobre el jergón, Algo estaba exclusivamente bajo su control. Tal control, como contaba aquel obispo, mantuvo encendida la llama de la vida. Los que se entregaron al control de sus sabuesos jugaban con más probabilidades a la ruleta de la muerte. Nunca “La Lista de Schindler” superará en dramatismo a la VIDA ES BELLA, DE ROBERTO BENGNI. Película dramática y humana porque el secreto de tener escondido a su hijo le ayudaba a sobrellevar e interpretar trabajos salvajes de fundición como la construcción del tanque poderoso que derrotaría al enemigo. LA VIDA ES BELLA es el paradigma de los beneficios psicológicos del tener el control. ¡Lástima del final!
Los científicos de la naturaleza, para convencer tenemos que recurrir a los resultados de la investigación, sin abandonar las narraciones más o menos sometidas al escrutinio de la lógica de las ciencias de la naturaleza.
-¿Pero es que la psicología es una ciencia de la naturaleza?
-¡Claro!, ¿o es que el hombre es un ser sobrenatural?. La psicología utiliza el método experimental y los análisis matemáticos aplicados más rigurosos que puedan suponerse. Y si no sigue leyendo.
Of 17 subjects who answered that they did not have any other alternative but to move to a specific old home, 8 died after 4 weeks of residence, 16 after 10 weeks of residence. By comparison, among the residents who died during the initial period, only one person had answered that she had the freedom to choose other alternatives. All of these deaths were classified as unexpected because "not even any significant disturbances had actually given warning of the impending disaster."
Estos son los resultados de una investigación realizada por Ferrere en 1962. En 1976 llaman la atención merecida a la investigadora de la percepción del control personal: Elen Langer, profesora de Psicología Social de la Universidad de Harvard. Ella y su alumna Judith Rodin se deciden a realizar una investigación controlada sobre la importancia del control percibido en residencias de tercera edad. Eligen para ello una residencia del Estado de Conneticut, considerada una de las mejores de dicho Estado. Quieren demostrar la influencia de conceder a los internos una mayor o menor responsabilidad o autonomía. Para ello eligen a los residentes de la segunda y la cuarta planta porque en edad, sexo, antecedentes personales y familiares son muy semejantes, casi mellizos. El azar decide que los habitantes de una de las plantas se les insista en la libertad y responsabilidad, a los ocupantes de las habitaciones de la otra planta se les va a comunicar o recordar que ya han trabajado mucho, que se despreocupen y que si algo necesitan se lo pidan a los empleados de la residencia.
Un buen día, el apuesto director de la residencia, joven de unos 34 años, reúne a los primeros y les dice que está sorprendido porque no utilizan todos los medios que la residencia le ofrece: Piensen un momento en las decisiones que pueden tomar y de las que deberían ser responsables: el cuidado personal, cómo disponer los muebles de su habitación, cómo emplear su tiempo; por ejemplo, pueden decidir visitar a los amigos que tengan en la residencia y pueden hacerlo en su habitación en la de ellos, en el salón, en el comedor o, si prefieren, emplearlo en leer, ver televisión o planificar acontecimientos sociales “ . En otras palabras, esta es su vida y pueden organizarla como deseen”. Si algo de lo que existe o se hace en la residencia tienen la responsabilidad de poder modificarlo comunicándolo a cualquiera de los empleados. Finalmente, quiero aprovechar esta oportunidad para hacerles un regalo. Cada una de ustedes puede elegir una de las plantas que les vamos a mostrar, el cuidado de esta planta es de su responsabilidad. Una cosa final: el jueves y el viernes de la próxima semana se proyectarán dos películas de cine, ustedes pueden elegir cuál de los días desean asistir, si es que lo desean.
En otro momento, el mismo apuesto director reúne a los del grupo control. El discurso es idéntico respecto a las cosas que ellos pueden elegir libremente, visitas, habitación, las reformas que deseen llevar a cabo, pero la muletilla final era: deseamos hacer todo lo que pueda ayudarles; nosotros haremos lo mejor para atenderles personalmente. Finalmente, quiero aprovechar esta oportunidad para hacerles un regalo: (La enfermera entrega una planta a cada uno de los presentes) la planta es suya, pero la encargada se preocupará de regarlas y cuidarlas por ustedes.
Analizando los resultados de cuestionarios aplicados antes y después de la experiencia y pidiendo a los empleados con mayor trato personal con los internos que valoraran algunos aspectos de sus vidas, los resultados fueron sorprendentes. El personal de enfermería evaluó el estado de salud de los ancianos. Todos los evaluadores eran ignorantes de las condiciones experimentales o de las hipótesis del estudio.
Las personas con mayor responsabilidad ganaron en felicidad personal, vivacidad, independencia, comunicación con los amigos y con los encargados, leían más, veían televisión, menos sensación de soledad, más participación en los concursos de la residencia. También asistieron más a las sesiones de cine.
La diferencia entre las tasas de mortandad fue el detonante de esta investigación. Año y medio después de la primeras evaluaciones, el grupo médico revisó a los rsidentes. Del grupo de responsabilidad habían muerto el 15%; del grupo al que todo se les daba resuelto el 30%. Los que quedaban, en general, seguían manteniendo las diferencias de la vitalidad personal.
-Suficiente ¿no?
Alabo la iniciativa de mi pueblo, Aldeadávila de la Ribera, corazón del Parque Nacional de Las Arribes del Duero, que utilizó la plaza del pueblo en la que se ubicaba el pilar redondo, del que nos abastecíamos de agua para las casas en los tiempos de la postguerra y donde abrevaban los animales. Allí residen los ancianos de mi pueblo y desde allí siguen cuidando sus casas, paseando por las mismas calles que transitaron toda su vida y hablar con sus familiares y amigos. Les alabo porque no tuvieron la perversa idea de haber construido la jaula de oro en las Eras, o en el Palomar. Alabo también las residencias ubicadas dentro de las ciudades. Sí, les faltan espacios verdes, grandes viales ajardinados para pasear. Pero ¿es que es eso lo esencial de una residencia de viejos? Tienen los viales de la ciudad en la que han vivido siempre, tiene la libertad de entrar y salir sin atenerse al horario del minibús que hace el recorrido como las rutas escolares.
El control sobre la propia vida es necesario para la vida misma.
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