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viernes, 5 de febrero de 2010

LA AUTOEFICACIA PUEDE PERDERSE

Acabo de cerrrar el micrófono y arrancado los cascos de mi cabeza. Físicamente siento alivio. Psíquica y moralmente estoy satisfecho. He estado hablando por Skyper casi dos horas. Culpable del calor que siento en el pabellón de mis orejas y de la opacidad del timbre de mi voz, un seguidor de este blog, médico, dedicado a fomentar la gestión personal de la enfermedad en sus pacientes. Continuará..
Había echando en falta la creación del programa de Kate Lorig en España. En el año 91 me encontré con un medíco de Castellón en el Depatamente de artríticos del Hospital de Stanford. Parecía entusiasmado con las propuestas de Lorig. Estaba becado para participar en aquella experiencia. Durante algún tiempo retuve su dirección en mis sucesivas agendas. Intenté, luego, comunicarme con él. No lo logré. Él tenía, también, mi dirección. Non recibí llamada alguna. Mientras tanto leía investigaciones con excelentes resultados médico y psicológicos de lo pacientes crónicos. Me enteraba, con envidia, que el programa se extendía, como mancha de aceite, por Canadá, Nueva Celanda, Australia, amén de su acogida en los Hospitales de América del Norte.
Los reumatólogos del Reino Unido invitaron a Lorig con manifiesto escepticismo. Pasados los meses, en cambio, comprobaron los excelentes resultados físicos en sus pacientes, la lamenaza de la depresión de quienes, segundo a segundo, sientían el comecome de la carcoma del dolor en sus articulaciones, desaparecía. También se acreditaron ahorros significativos en medicamentos paliativos. La desconfianza inicial se transformo en acogida y recomendación para toda la asistencia Médica Primaria.
Pero, por fin, existe ya una asociación de médicos dedicada a la educación para la salud.
No es difícil de entender que las distintas profesiones tengan uina mirada distinta de la realidad. De la misma realidad. Un médico ha sido educado para resolver los problemas de la enfermedad cuando ya ha aparecido. Sus actos médicos se llaman intervenciones. Tiene también una tendencia a considerar más los aspectos físicos o fisiológicos de la misma. Introducirles, en este caso, en el mundo de la psicología, no es fácil. No es sencillo desmontar unos esquemas para levantar otros nuevos. La visión de la realidad que se adquiere durante los años de formación es la estructura sobre la que se sustentarán los elementos decorativos que, sucesivamente y a gusto de sus habitantes temporeros, le otorgarán refinamiento o gazmoñería. No es, pues, difícil de entender que los profesionales de la medicina que se acercan a los procesos psicológicos tengan alguna dificultad, no tanto para entenderlos, como para interpretarlos en sus matices esenciales. A los demás nos cuesta habitar las estructuras de otros profesionales. Sos defectos, limitaciones de fabricación. Nunca olvidaré a un excelente profesor de mis años jóvenes quien, despectivamente, si no poníamos interés en desentrañar el pensamiento filosófico de los distintos pensadores, sentenciaba: "hay defectos de fábrica que sólo se subsanan fundiendo la pieza y elaborándala ex novo".
A través del micrófono adosado a mis cascos, conectado a Skyper, intenté durante más de dos horas sumergir a mi interlocutor en el magma de los procesos por los que funciona cada uno de los mecanísmos psicológicos de la autoeficacia, aplicada a enfermos crónicos, como la obesidad, la artritis o la diabetes. El tiempo se le agotó. Quedamos en seguir charlando. Nos queda para rato.
- Eugenio, no busques excusas. ¿Por qué no lo hiciste tú?
-¿Es que no me has entendido?
-Pues no.
Te lo explico otra vez. El tema de la enfermedad es una tema médico. Quien carezca del título en Medicina y Cirujía corre el riesgo de verse en tribunales. ¿O es que ha finalizado la pugna entre psiquiatras y psicólogos clínicos?. No, todavía no. Imagínate a un psiicólogo tratando de intervenir en enfermedades físicas.
-¿Que no te extraña? ¿Que lo ves normal?
- No sabes lo que me alegro. Es un nuevo estadio de la psicología.
En el año 1969, por motivos personales, cambié de profesión. Un buen día tuve que renovar el DNI. Entonces los funcionarios de policía preguntaban la profesión. Psícólogo, me atribuí yo.
- ¿Qué?, me volvió a preguntar la funcionaria.
- Psi- có- lo-go. Con PS, le repliqué.
-!Qué profesiones más raras hay ahora!, refunfuñó la funcionaria.
Si tú ya ves normal que los psicólogos intervengan en los comportamientos de salud física, es que la psicología, además de ser la profesión que mejor se ha vendido en los últimos treinta años, está ocupando los campos que siempre debió poseer.
Una vez tuve la occurencia de hacer una especie de desafío científico con mi neumnólogo con la intención de demostrar que nuestros métodos eran más eficaces que los suyos para conseguir que las personas dejaran de fumar y se mantuvieran astemios. Mi compañero de Universidad, Miguel Barrueco (mi neumólogo) y yo habíamos logrado concitar a médicos de asistencia primaria y a psicólogos para realizar un proyecto ambicioso e interesante. Quizás porque quien lo coordinaba era yo y no el médico, la Junta de Castilla y León nos concedió 800.000 ptas. para financiarlo. ¡Si sólo el material que necesitábamos valía más, como se expresaba en el proyecto!. Y las personas encargadas de atender a los fumadores no podían, ni debían hacerlo gratis. Como el proyecto era inviable, tomamos la responsable decisión de renunciar a él.
Eestaba contento ayer porque la iniciativa venía de una asociación compuesta exclusivamente por médicos. Me desazonó un tanto que en el equipo no hubiera psicólogos, pedagogos, asistentes sociales... Pero, ¡es que se trata de enfermos físicos.!
- ¿Lo has entendido ya?

Era mi intención resumir brevemente la conversación mantenida con mi desconocido médico para ilustración de lectores y aclaración personal de mis propias ideas. Pero la tarde me ha traído otras sorpresas. Desagradables.
Hay personas que han trabajado durante años, han logrado, a pesar de determinadas deficienciencias físicas, finalizar su carrera brillantemente y ser totalmente autónomas. Tan autónomas que alcanzan puestos de responsabilidad. Han superado duros exámenes de selección aún negándoles el derecho a examinarse. Han peleado por sus derechos porque se juzgan autoeficaces para el desempeño de las fuciones que requiere el puesto al que aspiran. Finalmente lo logran.
-¡Hay que ser muy autoeficaz para alcanzar tan elevadas posiciones!
- Sí, lo son.
Pero la autoeficacia no es como aprender a montar en bicicleta. La autoeficacia es un estado psicológico, no un rasgo de personalidad. La autoeficacia puede perderse. Se pierde cuando los fracasos son persistentes. También se pierde por desuso.
La experiencia de esta tarde es de las que escandalizan. Personas inteligentes, rápidas en las ejecuciones, consejeras de los compañeros de trabajo, burros de carga para hacer lo que nadie quiere hacer, paños de lágrimas porque nada humano les es ajeno. Empresas o Instituciones estatales pueden hasta lucirles para demostrar su solidaridad con los discapacitados. Pero..., pero..., los años pasan y ven cómo les adelantan, ascendiendo a primeras líneas de responsabilidad, de sueldos y privilegios, compañeros de carrera o de oposición. Mientras, ellos, como postes, permancen hincados en el mismo hoyo.
No han dejado de sentirse eficaces. Pero nos les dan permiso para demostrar que lo son. Cuando se les ocurre levantar sus raíces del reducido teruño donde les plantaron, un hazadón, o un pico de duro hierro les afianza en su reducida porción de tierra. A veces, el golpe les viene desde arriba: un mazazo en todo lo alto que no le deja ni rebotar, ni retoñar. Tanto hachazo y tanto mazazo, tanto roce de los que les adelantan por todas las posiciones de la rosa de los vientos, o de los que se les apoyan solidariamente cuendo se sienten injustamente tratados, consigue, a veces, que personas que tuvieron todo a su favor para sentirse autoeficaces, terminen preguntándose si aún serían capaces de hacer aquello para lo que demostraron capacidad tras duras oposiones, reales (las de temario), o inventadas por quienes, en su día, pasaron más de una angustia de incapacidad al ser testigos de tanta mole intelectual.
La autoeficacia es una percepción o apreciación personal de capacidad. Pero uno tiene que vela hecha acción. De no ser así, pierde su visibilidad para los demás y par uno mismo.
¡Da mucha rabia!

 Finalizado el tema, he tenido que contestar a un correo electrónico del médico al que se refiere  laprimera parte de este tema. Luego he querdo publicarlo en el blog como comentario, pero me lo ha rechazado por ser muy largo. El rechazo me  ha producido "reactancia" y en venganza y recuperaci´`on de mi lobertad de escribir lo quepienso, se me ha antojado colocarlo aquí como parte del mismo tema..
Finalmente he tenido un tiempo suficiente para poder visionar los vídeos que me recomendaba. En concreto he visto la sesión completa, de testimonios, y su conferencia en Berlín. Ya le he puesto cara, y he escuchado los testimonios de sus pacientes. Pero no puedo juzgar cuáles son los fundamentos teóricos de lo que hacen. La conclusión que he sacado es que las cosas funcionan, pero no veo que aparezcan los fundamentos por los que funciona. Me parece que hay mucha insistencia en la asistencia a las reuniones. Me ha llamado la atención que las personas puedan seguir asistiendo todo el tiempo que quieran. He oído cómo los pacientes hablan de satisfacción personal. También he oído hablar mucho de voluntad: el que quiere puede. Otro tema que sale con frecuencia es el de proponerse un punto de llegada.


Nutualmente he de suponer que se conocen las investigaciones psicológicas sobre las metas, y si los mecanismos por los que estas funcionan son por la satisfacción de lo conseguido o la insatisfacción de lo que falta por conseguir. No he oído hablar apenas de confianza personal, ni he visto cómo se previenen olas recaídas. Son muchas las preguntas que me sigo haciendo sobre el programa.

Después de la conversación con usted, se me ocurrió que debería dedicarle a aquella conversación un tema de mi blog, y se lo dediqué. Expreso un poco la idea que me quedó.

La idea es que desde el punto de vista de un psicólogo, los temas médicos son temas médicos en los que no tenemos que entrar, y que comienzan a tener carácter de interesantes cuando son médicos quienes los proponen y no psicólogos.

Pero la realidad de lo que he visto en su programa es que no he visto nada de medicina y solamente he visto psicología por todas partes. Y eso es lo que debe ser, porque no se trata de medicamentos, sino de conductas y de motivación para ejecutarlas.

Como resumen le diré que el tema de las metas es una tema que Locke comienza a utilizarla finales de los 60. Que los temas de enseñoramiento es también de finales de los 60, lo mismo que los programas de Self-management y la autoeficacia y sus aplicaciones de finales de los 70 y comienzos de los 80.

Cuando Kate Lorig inicia su programa, a la manera que se le ocurriría a persona médica o no experto en medicina, se encontró con lo que en Psicología llamamos el efecto Hauthorne, que viene de los años 30. Pero el efecto Hawthorn se mantiene mientras existe la intervención, pero nunca se supo cuáles eran los procesos psicológicos por los que funcionaba. Lorig se encontró con ese efecto, y vieron que pasado un tiempo sus pacientes artríticos no mejoraban. Casualmente, en una reunión de Navidad, como las que suelen dar los Rectores en todas las Universidades, coincidió con Bandura, hablaron cada uno de lo que estaban haciendo. Lorig le habló de sus dificultades. Bandura le recomendó su teoría de autoeficacia, que por cierto, ya se había probado en pacientes cardíacos del mismo hospital por DeBrusk con notable éxito en prevención de riesgos de salud como trata de hacerlo usted en su programa. Y cuando aplicaron la metodología de la autoeficacia, y orientaron el programa hacia la implantación de la confianza de que los pacientes eran capaces de controlar su estado de salud, los resultados se produjeron y se mantuvieron y se siguen manteniendo en el tiempo.

La ventaja que usted tiene es que, lo ignoro, sin saber con mucha precisión qué palos tiene que tocar para conseguir lo que aparece como satisfacción personal, en realidad está tocando los temas de la autoeficacia porque en el programa de Lorig sí se encuentran, y por lo mismo en el suyo, que le sigue de cerca.

Pero creo que debería contar con buenos psicólogos que, manejando bien la teoría socio-cognitiva, le echaran una mano en sacar el mejor provecho de la incontable labor humana y social que está produciendo su programa.

Dicho en resumen: mi impresión es que está utilizando problemas de COMPORTAMIENTO DE SALUD, que son problemas de conducta más que médicos, y faltan algunas nociones sobre cómo funciona el psiquismo humano, o, si quiere eso que tanto aparece en la boca de sus pacientes: MOTIVACIÓN.

Finalmente, como le indiqué en mi conversación, quedo abierto a continuarla, y con muchísimo gusto.