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martes, 24 de junio de 2008

POR NATURALEZA

La historia de este blog confirma que son las casualidades las que determinan muchas de nuestras conductas. Llevo tiempo con varios temas en la mente y sus correspondientes guiones en el pisapapeles art decó, cuya bola alarga y distancia mi busto.(Me ha acompañado durante muchas horas de trabajo. Tampoco hoy voy a esribir lo que pensaba.
Ayer he oído y visto dos afirmaciones que me sonaron a blasfemia, juzgadas desde la teoría cognitivo social. La primera, como siempre, en la radio. Julia Otero entrevistaba a Campo Vidal. Hablaban sobre COMUNICACIÓN.
Cuando yo estudiaba (¡qué cosas!, nunca he dejado de estudiar), cuando yo era más joven tenía clases de DECLAMACÓN. Nos enseñaban a recitar, fuera poesía o prosa, que aprendíamos de memoria. Textos clásicos, por lo general.Juan Ramón era un clásico en aquellas clases, luego, de tapadillo, corrieron poesías de Lorca, de Unamuno y paisajes orteguianos.

En un momento de la amena conversación que mantenían Otero y Campo Vidal (¡que buenos comunicadores!) denostaron al Power Point. Campos Vidal contaba con horror las presdentaciones de altos ejecutivos que llenan las enormes panallas de multitud de datos o textos que se limitan a leer para aburrimiento de los presentes. Estos eran los españoles, decía. Por el contrario, los americanos se apoderan del micrófono en el mismo instante en que se les concede la palabra y caminan por el escenario, incluso se bajan y pasean entre las filas de los oyentes.

Este es el primer tópico que quiero denunciar como psicólogo social. Ni americanos ni españoles ni nigerianos. Ni mujeres ni hombres. En todos los lugares hay de todo. Si me preguntaras cuáles han sido los mejores oradores a los que he atendido en mi vida mencionaría dos: El primero Gil Robles. Recuerdo una conferencia en Los Cursos Internacionales de Verano de la Univesidad de Salamanca, que fundara el "visionario" y caballero César Real de la Riva a finales de los años sesenta. Gil Robles, en el aula de Unamuno del Edificio Histórico del Alma Mater de las univesidades hispánicas, con unas cuantas fichas en la mano, paseaba lentamente detrás de la extendida mesa que preside el aula ligeramente inclinada y abarrotada para la ocasión. La audición era buena, no necesitaba micrófono. De repente se paraba mirando fijamente al auditorio y soltaba alguna frase solemne. Cinco horas duró aquella conferencia que finalizó con más de cinco minutos de aplausos. El segundo, Strauss, el político bábaro. Lo oí en un mitin electoral en el año 1963 en el Palacio de Hielo de Passau. Erhard llevaba el símbolo del tigre en su campaña. Straus en un momento se encara al público y con gesto ampuloso simula levantar la tapa el capó de un cohe y meter el tigre de Erhard en las válulas del motor para convrtirlo en carburante. Aquel manotazo que cerró el capó lo sigo oyendo todavía. Voz de barítono, gestos amplios, rigor en el uso de las prepocisiones, flujo lento del dicurso, a veces, acelerado otras, un chiste de vez en cuando. Los buenos oradores no son los americanos, Campo Vidal, pues "hailos" plúmbeos.

No fue esto lo que más me molestó de la conversación que mantenían Julia Otero y Campo Vidal, a los que agradezco la brevedad psicológica de mi viaje. Me molestó que a la pregunta de Julia Otero acerca de si el orador se "hace o se nace", Vidal respondiera que hay gente con DOTES NATURALES para la comunicación. Eso, que hay personas que POR NATURALEZA comunican bien.

Este no es más que un ejemplo de la frecuencia con la que se utilza la expresión DOTES NATURALES. Para esudiar, para jugar, para divertirse, para estar triste, para hacer bien un examen, se necesitan DOTES NATURALES.. Evidentemente, una vez más, Campo Vidal recurrió, como suele hacerse para reforzar la veracidad de lo que se afirma, a la anécdotaSINGULAR, es vez fué la abuela de Gacía Márquez. Probablemente los niños tengan buenos recuerdos de los abuelos porque les contamos muchas cosas. Los abuelos saben contar cosas que les han ocurrido en sus vidas. La mayoría de los abuelos deberían contar "cosas" a sus nietos.

La deformación del profesor que llevo dentro (y no por naturaleza, sino por aprendizaje y ofico) me pide que explique la relación entre herencia y aprendizaje. Pero, tranquilo, no lo voy a hacer. Quiero denuncar esas expresiones de DOTES NATURALES , que dichas por quien tiene autoridad mandan un mensaje explícito(no creo en los mensajes subliminales) de que no merece la pena esforzarse para conseguir algo en la vida. Nunca mejor traído que "Quod natura non dat Salmantica non praestat". Pero, dime con quien andas y te duiré quién eres.(Refranes los hay para todo).
La teoría cognitivo social de Bandura es mucho más optimista. Nadie, ni la naturaleza, pone límtes a la capacidad de crecimiento humano cuando a la persona se le infunde la idea de que puede llegar a ser lo que quiera si sabe proponerse una meta difícil y la acerca cada segundo. Siempre me han impresionado las manecillas del reloj porque no paran más que cuando les faltaba cuerda o se le agotan las pilas. Uno quiere contar un minuto, o dos, o una hora. Mira fija o repetidamente a las manecillas. Cuando llegana las doce en punto que se le han marcado no se paran, continúan en busca del minuto siguiente. Cuando alguien se considera capaz, se juzga ATOEFICAZ para ejecutar el curso de una acción que conduce, sin descanso, a la consecución de un objetivo propuesto, termina por conseguirlo.
No se consigue con facilidad, sino con esfuerzo. Tampoco las mnecillas de los relojes dejaban de desgastarse con su imparable rondar. Pero siempre llegaban a las doce y continuaban. ¡A veces se paraban!. Sí, pero se las reparaba y cocntinuaban su infinito caminar. Muy machadiano ¿no?. Sí, pero es la realidad.
Cuando se habla de las DOTES NATURALES,se desalienta el esfuerzo y el mérito personal. Se azuza la INSPIRACIO Y se NIEGA LA PERSPIRACIO.
Una vez más, opongámonos a los falsos dioses que quieren crearnos a su modo y semejanza. Ideemos nestra forma final y evolucionemos hacia ella, sin prisas, día a día. Pero, por favor, día a día. ¡QUÉ MALA ES LA PROCRASTINACIÓN!. Cuando uno se propone lograr alago, ha de proponerse qué o cuanto de ese algo final quiere atrapar cada día. Con una condición indispensable: esa conquista diaria se contabilice explícitamente.
Había dicho que ayer me habían sonado a blasfemia dos acontecimientos oidos o vistos. El oido ya lo he contado, el visto,a estas alturas, me parece una tontería contarlo ya. Pero no te quiero dejar la sensación de esperanza no cumplida (permíteme una maldad psicológica: lo llamamos, al menos yo, efecto de Zeigernik. Si me lo preguntas te lo explico otro día). Para no dejarte con esa desazón, te lo diré con un interrogante ¿Son todos los gallegos iguales?. Sesudamente lo afirmaba Pepiñó Blanco ayer al compartir esa confidencia con sus oyentes. Menos mal que también se equivoca, como Campo Vidal al decir que los americanos son buenos oradores y los españoles no.




lunes, 2 de junio de 2008

EL PUNTO DE VISTA DE LOS DELINCUENTES

Os parecerá mentira, pero mis intenciones miraban al estudio de la vida de Bandura durante sus años de formación universitaria. Pero eso ha quedado tan lejos que ya no encuentro, entre mis archivos, un texto que había editado antes de Navidad. El perrito de mi buscador, tras largo tiempo de escarbar en la nieve, se sienta y me mira interrogante. Creo que me reprocha por ser tan despistado. Como no sabe mi edad, no se atreve a decirme que se nota que estoy viejo. (¡Que se le ocurra!) Lo encontraré, y si no lo volveré a escribir, porque las ideas las tengo muy claras.

¿Por qué no cumplo las metas que me he propuesto? Calma, que cada “día tiene su afán”. Una conferencia sobre autoeficacia y delincuencia me impuso “intercalar” el libro con ese título. Luego se me ha echado encima el curso de doctorado. Como me aburro de enseñar lo mismo, cambio cada año los contenidos de mis cursos. Si algo novedoso me interesaba a mí, le interesara también a mis alumnos.

Error de falso consenso, por el que creemos que lo nuestro es lo normal, lo natural. ¡Vamos, de sentido común! Es decir que el sentido común es lo que nosotros pensamos. ¿Entiendes ahora la veracidad de la frase manida “el sentido común, es el menos común de los sentidos”? Tan poco común que es solo mío o solo tuyo. Aunque es una ley psicológica.

Mientras esto afecte solamente a mí y a ti, allá yo y allá tú. Cuando lo que yo pienso afecta a terceros, el sentido común (mi/tu sentido común) es el más peligroso de los sentidos. Colocaros en el lugar del “jefe”. (No te desanimes, soñar es gratis, y si no lo sueñas nunca lo serás). Colocaros en el lugar del jefe y veréis las consecuencias que tiene el error del falso consenso. ¿Qué pasaría si os colocarais en el lugar del juez? (-“Lo del jefe vale, pero eso de convertirme en juez, ya no me seduce nada”. – “A mí tampoco, aunque me he divertido mucho estudiando las variables psicológicas que influyen en sus decisiones”).

Espera, sueña un poco más, ponte ahora en el lugar del delincuente y piensa tú que piensa él que lo que ha hecho es lo normal y que todos en sus circunstancias habrían ejecutado la conducta por la que le están juzgando. Observando la mirada fija que muchos delincuentes dirigen a los magistrados en la sala, o la indiferencia con la que se comportan mientras escuchan espeluznantes acusaciones, están diciéndoles: ¿Pero, qué dices? Si tú en mi lugar hubieras hecho lo mismo

¿Por qué no se examina la posibilidad de que el sesgo del falso consenso (del sentido común) dificulta su rehabilitación? A los psicólogos nos cuesta tratar a la gente que nos pide ayuda cuando no tenemos las claves de lo que pasa por su mente. Pero, cuando damos con la llave de sus aposentos privados y se nos permite percibir el mundo desde sus balcones, el diálogo surge espontáneo. Y en el discurrir de la conversación consentida y con sentido se puede hacer ver que existen otros balcones desde los que la realidad se ve de manera distinta. Sólo así, o fundamentalmente así, consentirá en visitar otros lugares con otros balcones desde los que se vean paisaje distinto al que se ve desde su chabola de hojalata herrumbrosa.

No sé cómo, pero lo cierto es que al final retorno siempre a una de las ideas principales de la teoría cognitivo social: cada persona humana tiene que gestionar su vida porque cada uno es el representante de si mismo. A los demás, incluidos los profesionales, nos resta el deber de estar al servicio de su gestión.

- Eugenio , esto parece muy fuerte ¿No?
- Si entiendes que incluso los profesionales tenemos que estar al servicio de los delincuentes, es muy fuerte. Es el mundo al revés.

Eugenio se quedó pensativo un rato, con la mirada perdida. En un momento cerró los ojos. Lo que estaba pensando le hacía fruncir las cejas. Mientras dialogaba consigo mismo su cara pasaba de la interrogación a la aseveración. Su índice derecho trazaba círculos, caminaba hacia adelante y hacia atrás. Finalmente, su cara se afirmó y apuntando con el índice argumentó seguro:
- Mira, los sofistas hace tiempo que desaparecieron como escuela filosófica.
- Pues ¿entonces?
- Entonces he dicho muy conscientemente que es necesario meterse en la mente del delincuente si se le quiere ayudar. Ver el mundo desde su perspectiva. Y, por cierto, eso de la perspectiva, lo decía Ortega. ¿o es que el delincuente no ve el mundo desde unas coordenadas que no son las tuyas? Sí, el delincuente también tiene perspectiva orteguiana. Mientras no la descubramos, pensará que desvariamos.
- Eugenio. ¿Sabes qué? Los profesionales de la psicología tenemos la manía de encasillar a las personas en base a tonterías.
- ¿Qué dices?
- Eugenio. El otro día he visto en televisión cómo unos supuestos “psicocalígrafos” (me suena a película) volvían a insistir en lo de los dibujos de los niños. ¡Maldita sea! Llegaron a sostener, con la mayor naturalidad, el tremendo disparate de que por ellos se podía saber si un niño había sido abusado. ¿Cómo puede confundirse así a la gente? Te voy a contar una historia. Hubo un tiempo, hace mucho tiempo (en los tiempos de Cenicienta y Pulgarcito) que yo practiqué la psicología dinámica y aplicaba mucho los llamados tests proyectivos (¡La cantidad de psicólogos que estudiaron por mis apuntes del Rorschach!, ¿Verdad Serafín?), la figura humana, el árbol, la familia, el TAT etc. Un día pedí a un niño que me pintara la familia y pintó a su padre alejado, pequeñito, subido en una roca. Mientras analizaba el dibujo tenía claro que el padre se desentendía de la familia y, en concreto, de aquel niño. En la consulta siguiente le rogué que me lo explicara. Todo era tan sencillo como que el domingo anterior había ido toda la familia de excursión. Su padre, en un momento, se había alejado y subido a una roca para descubrir qué se veía desde allí arriba. El niño había captado aquella instantánea en su dibujo de la familia. La interpretación era más sencilla que mi rebuscado pensamiento interpretativo.

Mi segura osadía me llevó a interpretar hasta el libro de sueños de Pío Baroja : "El Hotel del Cisne". Le entregué mucha devoción. Hallé cantidad de complejos. Pero nunca pude hablara con eon Pío para que me explicara, como mi dibujante infantil, lo castrante que era Doña Carmen Nessi.

Luego, con el tiempo, leí mucho de las hipótesis que se confirman cada vez que se aplican, pero que nunca se ponen a prueba. Como el que va por la calle diagnosticando (¿cómo lo digo que sea correcto?) “homófilos”, pero nunca se mete en su cama. (La frase es de Lee Ross, el mismo que descubrió el error del falso consenso). Leí, tambén, muchas investigaciones sobre la ilusión de correlación que existe en los test proyectivos (Esto es tan sencillo como deducir que si alguien pinta una boca con dientes es un agresivo, si ve traseros en el Rorschach, es un homosexual) y me dí cuenta de que esas misteriosas llaves no abren más que el vacío. Más tarde, leí muchísimo sobre los muñecos anatómicamente correctos para interrogar a niños supuestamente abusados sexualmente, y concluí que la ciencia psicológica debería desaconsejarlos.

No existen ganzúas que abran los aposentos de todas las habitaciones de todas las personas. Cuando se cree en ella, se utiliza y , por desgracia, se interpreta. Otorga al profesional la seguriad de haber dado con el quid de lo que, profundo y oculto, mueve la marioneta que tiene delante. La realidad es que al utilizarla esa falsa ganzúz convierte su paciente en una marioneta, cuandole está pidiendo que le haga persona capaz de gobernar su vida.

¿Dónde estoy? Esto sí que ha sido un disparate. Quería escribir sobre la recuperación de delincuentes, pero me pasé a mi curso de doctorado, que nada tiene que ver con el error de falso consenso y el sentido común, para terminar hablando de la necesidad del punto de vista de los delincuentes y la necesidad de entenderlo para poder llevarlos a otras latitudes con vista más expandidas. Finalmente he terminado negando que esté probado que se pueda entrar en el mundo de las personas a través de sus dibujos o las llamadas pruebas proyectivas.

Es que cuando hablo de psicología me pierdo (por que yo estoy perdido) enseguida. Pero me encuentro siempre hablando de la capacidad de la persona para llegar a ser lo que desee. Pura teoría sociocognitiva.