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martes, 31 de agosto de 2010

CAPILLAS

GATO EN SAN PETERSBURGO
Doma de caballos de Piotr Klodt.



FLORES A LENÍN
Si puedes demostrarnos que hoy es tu santo, te regalamos el 40% de la compra. Hoy es San Max. Así sorprendía este verano a los visitantes una franquicia de Chocolat Factory.

¿Imaginas a la gente haciendo cola para aprovechar la oportunidad? Pues no te lo imagines. En la tienda no había más que una pareja con dos hijas pequeñas.

- ¿Vale también el cumpleaños?, pregunté.

- No, solamente el santo.

La pareja y sus dos hijas se extrañaron de mi pregunta. No se habían percatado de la oferta. Los comerciantes hacen reclamos para atraer clientela, pero albergan la esperanza de que no se cumplan las condiciones de su oferta. Los bancos y empresas no creyeron en el título mundial de “La Roja”.

Hoy se ignora cuál es el santo del día porque los nombres ya no son los que el cura, rebuscando
sarcásticamente en el martirologio, imponía al neófito. Nombres como Acindino, Restituto, Emilino. No me los estoy inventando. En mi internado tenía tres compañeros que atendían por ellos. Cuando nos reíamos, comentaban no ser los peores, pues el párroco había cristianizado a un feligrés de un tirón bajo el manto protector de los canonizados Aítelas, Apeles y Epipodio. Los nombres de hoy reproducen los de “santos actuales”, como el que se encontró una pediatra al hacer la afiliación del niño que iba a explorar: Kevinkostner Motos.

Hace años, el trascurrir de la vida en los pueblos del Reino de León (como en los demás, supongo), se regía por el tiempo meteorológico, las estaciones del año, las fiestas eclesiásticas y los  patrones del lugar. Hoy, en cambio, una sociedad más urbana, organiza su vida,  principalmente los tiempos de descanso, siguiendo el calendario laboral. Pero es más rutinaria que la de antaño: hay que alegrarse en Navidades, pensar en las escapadas del Pilar, la Almudena, el dos de mayo, San Isidro o la Asunción, para quienes viven en Madrid.. Se han convertido en necesidad. Incluso quienes tienen ya todo el tiempo para organizárselo a voluntad tienen una sensación de vacío si no abandonan sus rutinas algunos días en verano.

Buscando donde cumplir el mandato elegimos San Petersburgo.

¿Por qué? Racionalmente porque la vez anterior no nos la dejaron ver a nuestro antojo. Al elegir un viaje que otros organizan tienes asegurado que darás una vuelta por lo que todos los visitantes ven. Lo fundamental. El viaje organizado garantiza que hablarás el mismo lenguaje de otros que allí estuvieron. Torres altas doradas, columnas monolíticas que se asientan por su propio peso y, sin duda, el Hermitage: montones de pintura ubicadas desordenadamente, obras maestras inasibles a la mirada por estar sobre el dintel de una puerta de tres metros de alto. Todo es grande, muy grande en la Ciudad de Pedro Primero y sus sucesores.

En una visita en la que has entregado tu libre albedrío al del guía que te ha tocado en suerte, trotas de iglesia en iglesia porque hay que verlas todas y en San Petersburgo hay muchas que ver. Y tras las iglesias, los palacios, tantos como iglesias en San Petersburgo. Luego tumbas, estatuas, cuadros, leyendas, dichos. Como en todas las ciudades del mundo. Sólo que en San Petersburgo a lo bestia. Todo es tan grande como los dos metros y cuatro centímetros que medía su gran mecenas, el Zar Pedro Primero el Grande.

- ¿No te has dado cuenta de que estoy hablando de memoria?

Todo esto ya lo había visto la primera vez en que entregué mi mindfulness a una guía rusa de habla cubana donde había estado becada por el régimen comunista. Si hubiera querido completar aquella visión sesgada, mejor haberme sumergido en Internet. Como en la retrasmisión de los acontecimientos deportivos, la mejor manera de seguirlos de cerca es viéndolos el la tele (lejos). Quien retrasmite tienen el acomodo que tú nunca podrás alcanzar.

Pero te privas del comentario del que está a tu lado, del atuendo multicolor del hincha, del olor agrio a multitud, de sus gritos o cánticos tan rituales como los movimientos con los que los acompañan. Lo que sucede en el estadio no lo transmite la imagen distante y helada adosada al frío cristal del televisor. En la presencia física hueles la multitud, respiras el jadeo del fanático, palpas la red en la que se anida el balón y te duele el golpe del que se estrella o pasa lamiendo la madera. Las visitas guiadas te impiden también vibrar con la gente que habita las ciudades.

En las obligas vacaciones de este verano queríamos vivir San Petersburgo. No visitamos iglesias, ni palacios, ni buscamos guía. Con la única ayuda del mapa de bolsillo ofrecido en el hotel y nuestros pies para caminar, pararnos en aquello que nos llamara la atención desde el punto de vista humano.

En estos paseos sin mayor programación, suelo buscar pequeños o grandes detalles que muestren el regazo de la gente que habita las ciudades. Me atraen sus manifestaciones de superación y los pequeños nichos, capillas ocultas, que alguien se molestó en levantar en el algún rincón poco frecuentado de la ciudad y que siguen visitando para dejar sus rezos. Todas las ciudades tienen capillas que no te enseñan las guías. Los lugareños se admiran cuando, como extranjero, te interesas hasta estudiar ángulos y planos desde los que conseguir la mejor fotografía. Mientras enfocas, te miran, se paran facilitándote la labor. Agradecen que quieras comprenderles.

Entre todas las imágenes de San Petersburgo para simbolizar la autoeficacia, me quedaría con la doma de caballos de Piotr Klodt.

- Demasiado obvio ¿verdad?.

- Tanto que me los enseñó la guía cubana.

- Pero, bueno, es cierto que sería una bonita imagen/metáfora de la autoeficacia.

Como capillas que no aparecen en las guías de turismo, te presentaría tres, aunque sólo tengo imágenes de dos. La primera la encontré en un rincón y a la altura solamente alcanzable con el zoom del teleobjetivo. Es una repisa para un gato. Tiene toda la apariencia de una capilla dedicada a un santo. No sé qué significa. Nada indicaba que encarnara algo especial. Pero alguien se había tomado la molestia de hacer fraguar con detalle la pletina que sostienen la diminuta plataforma sobre la que se asienta un gato con mirada penetrante. Si te quedas mirándol te hipnotiza.

La segunda capilla está en una de las calles principales, pero tampoco aparece en las guías turísticas, ni te la enseña nadie. Ninguna de las muchas personas que pasaban por aquel pasadizo subterráneo de la Avenida Nevskii, punto neurálgico de la ciudad antigua, desaceleraba su paso para dedicarle una atención. Atrajo mi atención un ramo de flores frescas pegadas a la pared con cinta adhesiva.

- ¡Esta sí que es una capilla de verdad, y no las que te inventas! , me dije. Levanté la mirada para descubrir al “santo”

El santo era Lenin, como puede leer quien aplique a la leyenda el alfabeto griego que aprendíamos en el bachillerato. Entiendo que la última palabra es “biblioteca”.

- ¡Que es natural que Lenin tenga su capilla en la ciudad en la que generó sus ideas revolucionarias!

- Claro

- ¡Que es natural que Lenin tenga una capilla en la ciudad que llevó su nombre durante décadas!

- Claro.

- ¡Que Lenin es n ejemplo de autoeficacia!

- Claro! Por hacer efectivas sus ideas sufrió persecución y destierro. ¡Qué importa que no comulgues con susideas!

Lo que sigue atrayendo mi atención es que no tenga un monumento como sus odiados zares. Lo que sigue aguijonando mi cabeza es la idea de saber que alguien sigue tomándose la molestia de colocarle flores frescas. Alguien le revive en su memoria, le quiere, le añora y devotamente le pega torpemente unas flores frescas a una pared lisa bajo su busto en altorrelieve. Un íntimo acto de ternura 86 años después de su muerte.
-¿Te imaginas lo que puede "rezarle" en todo el trayectomental desde el momento en que decide comprarlelas flores hasta que consigue que queden adheridas a la pared?. Esos son rezos de verdad.

Me queda la tercera imagen. Pero no te la puedo mostrar. Bien a mi pesar. Dolor que me impide olvidar a aquella viejecita, contrahecha, tocada con un gorro multicolor de ganchillo. En un imperdible gigante bajo el brazo enhebrados muchos más de muchos más colores. En su mano extendida mostraba, ofrecía otro a los viandantes que tuvieran la compasión de comprárselo. ¡No me veía yo con un gorro de tantos colores! Al día siguiente, transcurrida la noche, allí continuaba, estatua viva, mino de sí misma, buscando dignamente la manera de sobrevivir. Me duele la ausencia de aquella imagen en mi colección de fotos para mostrar la autoeficacia.




lunes, 26 de julio de 2010

EL COLECCIONISTA


Los encuentros casuales gozan de privilegios en este blog porque expresan la esencia de la teoría sociocognitiva: nada está acabado, definido o confinado mientras dure el mínimo resuello. Por mal que vayan las cosas, tienen remedio; por bien que vayan las cosas, deben cultivarse y acrecentarse para el bienestar y crecimiento personal.

Bandura se queja de la poca atención que prestan los investigadores a los encuentros causales. No entiendo por qué se extraña: parece contradictorio programar y controlar la casualidad. Aunque…

-No, no voy a exponer un posible diseño experimental.

Los encuentros casuales se prueban contándolos. Es lo que hace Bandura cuando enfoca el tema: hechos de las historia, de su propia vida y de las personas que le rodean.

El entorno ofrece las mismas posibilidades a todos los que lo habitan, pero solamente unos perciben sus envites y, entre ellos, sólo unos cuantos los adueñan. En este campo hay muchos procrastinantes.

La conducta del coleccionista me parece ejemplar como metodología para el aprovechamiento de las oportunidades que presentan las circunstancias.

Lo que queda más obscuro es el porqué de lo que se colecciona. Uno se extraña al saber que algunas personas coleccionan hasta corchos de botellas, botones de ropa, distintas cabezas de alfileres u orinales, traspasando los límites tradicionales de las vitolas de puros, cajas de cerillas, bolígrafos de propaganda, muñecas, cromos de futbolistas o soldaditos de plomo. Uno por uno, cada corcho de botella no merece más atención que la de saber en qué contenedor ha de depositarse para no contaminar. Un buen día, por pura casualidad, el coleccionista entiende que sería interesante juntar los escudos que los embotelladores graban en ellos. Al fin de cuentas ¿qué diferencia existe entre las vitolas de los puros y los escudos o hierros que cada viticultor graba en los tapones de sus botellas? Todo consiste en que haya otros que también coleccionen corchos de botellas de vino. Cuando varios buscan el mismo bien, éste adquiere o aumenta su valor. Aunque es suficiente con que alguien tenga una colección insólita. Algún día, en algún lugar alguno de ellos valdrá lo que ahora no se sospecha. ¿Qué puede valer el tapón de las botellas de champan del siglo XVIII que acaban de ser descubiertas en las profundidades del Báltico?

Lo importante del coleccionista es que ha tenido la visión y ha tomado la decisión de comenzar con aquel tapón que el camarero acaba de darle a examinar. Se lo mete en el bolsillo y le busca un lugar en su vivienda.

- Este será el primero.

A partir de ese instante, su percepción de la botella de vino ha cambiado. El mundo de la restauración también. Pues no terminará distinguiendo sólo los tapones de la misma bodega, el significado de que tengan grabado el año en la parte superior como exponente de una gran añada o que no lo tenga. Comenzará a distinguir unas bodegas de otras, la fecha en la que cambiaron los troqueles, la que corresponde a la primera embotellada con denominación de origen. Diferenciará las condiciones en que se hallaba el vino cuando se descorchó. Del vino pasará a los maridajes gastronómicos. En su aspiración por tener la mejor colección de corchos, creará una hoja Excel con diseños, años, denominaciones, bodegueros y enólogos. Con su hoja Excel en su retina (y en su cartera), examinará cada tapón que se le cruce. Un día cuando alguien, que ignora su coleccionismo, le vea suplicar por el tapón que el camarero acaba de tirar al cubo de la basura, le diagnosticará un síndrome de Diógenes. Pero es que aquel tapón no consta en su hoja de datos. ¡Si el camarero supiera que estaría dispuesto a darle una buena cantidad de dinero por él!

Al cabo de no muchos años, incrementando uno a uno los corchos que busca o que le regalan, la colección será única y su valor incalculable. También asombrarán sus conocimientos sobre corchos y vinos. La ocurrencia de un momento puesta en práctica sin demora y con constancia ha terminado por convertirse en una característica personal, idiosincrásica. A esto se llama añadir valor a las cosas.

El coleccionista es el ejemplo de aprovechamiento de los encuentros casuales. Será casi imposible no advertir la presencia de un objeto de su colección allá por donde vaya. Será imposible que deje pasar una sola de las oportunidades de los encuentros casuales que le permitan aumentar su colección.

Si miramos atrás, la memoria recordará ideas que se ocurrieron como interesantes, pero que se ahuyentaron con un ¡“menudo follón “! El tiempo dio la razón a quienes tuvieron la misma idea, se la apropiaron, se pusieron manos la obra y triunfaron. Hoy pensamos que esa idea pudo ser nuestra. Pero no ¡es de otros!

Para salir al encuentro de las casualidades enriquecedoras Bandura propone alterar los hábitos personales, relacionarse con gente distinta a la habitual, visitar nuevos ambientes. Permaneciendo sentados en el sillón de casa, realizando las mismas rutinas, es difícil darse de bruces con las casualidades. La rutina lleva a la rutina y pone diques a los encuentros casuales.

Hace pocos días hablaba con alguien que, habiendo cambiado su lugar de residencia, se quejaba de soledad y aburrimiento. Pero, desde su mudanza, apenas había salido del perímetro de su vivienda. Por casualidad, un día, habiendo salido a comer a un restaurante, en el vaso del helado que alguien pidió de postre estaba grabada una frase de Einstein, que rezaba, más o menos “Si quieres que tu vida cambie no hagas todos los días las mismas cosas”. Para mí fue un encuentro casual en el que hallar un remedio a su soledad. Para la persona amiga: “¡Esto no es tan fácil! Todo el mundo tiene su vida hecha ya!

A la mañana siguiente cogí el vaso con la frase de Einstein

-Si quieres salir de tu soledad, tienes que tener esta frase como eslogan. Pero las comunicaciones interpersonales han cambiado de pautas. Hoy la gente comienza a tener contactos, también, mediante las nuevas tecnologías.

- Sí, pero es que yo…

- Ven conmigo, le dije, voy a abrirte una cuenta en Facebook y enseñarte cómo funciona.

A día de hoy, estoy convencido, no ha abierto el ordenador y menos su cuenta de de Facebook. No ha cambiado sus hábitos y la soledad le oxidará su espíritu un poco más cada pesado amanecer.

Las ideas, las relaciones, los proyectos que se persiguen día a día terminan por convertirse en montañas de logros personales.

- ¡No y mil veces no! No hay que estar en tensión cada momento. Como el coleccionista de corchos que convierte cada descorche en oportunidad para aumentar el valor de su colección y disfrutar del hallazgo, sin tensiones, sin ansiedades, sin estrés, quien persigue una idea tiene el placer de ver acrecentado su valor persona cada vez que avanza una sola micra en la dirección propuesta.

Nunca he entendido a quienes, habiendo tomado una decisión, tardan más de un segundo en poner los medios para ejecutarla.

martes, 29 de junio de 2010

LAS PESONAS CON ALZHEIMER NO SON NIÑOS DEFICIENTES MENTALES

A finales de los sesenta y durante el primer lustro de los 70 comienza a tomarse en serio la gravedad y la abundancia de los abusos físicos y sexuales infantiles. Los mejores estudiosos del tema atribuyen este logro a los movimientos feministas. Madres e hijos suelen ir en el mismo paquete. Con anterioridad, los abusos eran considerados excepcionales y atribuidos a demencia del perpetrador. Algún mal (o bien) intencionado mantiene que Freud se inventó la teoría de la sexualidad infantil para acallar su conciencia al no denunciar los frecuentes casos de pederastia confesados en su consulta. Ensordeciendo su conciencia, silenció a posibles acusadores. O, dicho más rimbombantemente, dio argumentos a la estricta moral victoriana de su tiempo.

Como en los demás procesos penales, las acusaciones han de probarse. Y el testimonio infantil no era admitido como prueba en los procesos judiciales. En Las Partidas, escribió Alfonso X el Sabio: Testiguar no pueden en los Testamentos… nin los que fueren menores de catorce años…”. Tales palabras de siglos se perpetuaron por los siglos en los ordenamientos procesales. La espeluznante historia de las Brujas de Salem se había alojado en la conciencia colectiva. En las Facultades de Derecho se perpetuaba la experiencia del belga Varendock, quien, en los años veinte, con preguntas sugerentes, logró que toda una clase de niños confesase haber visto lo que nunca sucedió.

Ante el dilema de la  evidencia de los abusos infantiles y la dificultad para autorizarles credibilidad procesal, el Gobierno de los Estados Unidos, en 1974, encarga a un hospital que paute los interrogatorios sexuales de menores. Los sesudos pediatras se dejaron guiar por los SUPUESTOS de la psicología dinámica y sus tests proyectivos. Admitido el SUPUESTO, la conclusión fue una aparición lógica: se puede dar credibilidad a los abusos sexuales infantilices utilizando muñecas anatómicas. Desde entonces hasta la actualidad, el uso de las dichosas muñecas anatómicamente correctas se instaló en los informes periciales de los psicólogos forenses. La evidencia científica, en cambio, no les ha otorgado su certificado, a pesar de la multitud de estudios publicados sobre el tema.

Ya he mencionado en ene este blog el proyecto de intervención en enfermos de Alzheimer en el que participo con Ana Ullán, Carmen Herrero, Juan Delgado, e Isabel Serrano de la Facultad de Psicología de Salamanca, así como con Manuel Belver y otros profesionales de la imagen y la asistencia sanitaria. El proyecto lo han denominado “ARS”, persiguiendo la hipótesis de curar mediante la actividad artística.

Hace unos días asistí en el Centro Nacional de Referencia para el tratamiento e investigación de esta enfermedad, ubicado en la ciudad de Salamanca, a un taller en el que Carmen Moreno, Adjunto de Fotografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, expuso la técnica de la cianotipia, de la que es especialista. La cianotipia permite crean imágenes utilizando componentes químicos y la luz del sol. Nada de cámaras u otros artificios ópticos. La exposición fue clara y práctica: establecimientos donde adquirir los componentes, su mezcla, impregnación de las cartulinas con la emulsión, la impresión de imágenes y su revelado. Un ejemplo son las fotografías que presiden este tema, realizadas por los enfermos del centro de Salamanca.

Con motivo de esta visita al Centro de Alzheimer de Salamanca, Elena Ingelmo, coordinadora de los proyectos de intervención e investigación, nos mostró los  sistemas de estimulación sensorial. Técnicamente me parecieron de una gran sofistiquez: pantallas que mutan su color al hablarles, sombras y formas proyectadas reptando lentamente por techos y paredes, acompañadas de los caprichosos reflejos porcedentes de una gran bola, mosaico de cristales,( propia de las discotecas), columnas burbujeantes que mudan forma y color al ser tocadas con la mano. Interesante la foca mascota que entiende y retiene el tono de voz, las caricias y las órdenes, simulando los gestos y sonidos de una bebé en brazos.

Ellos son los expertos. Yo no sé nada de Alzheimer ni he tenido la desgracia de observar la enfermedad en personas cercanas. Pero tampoco podía evadirme del juicio profesional que todo aquello me merecía, ni olvidar las imágenes que aparecen en los reportajes de medios de comunicación sobre esta enfermedad que despoja la identidad. En tales reportajes aparecen enfermos pasando formas geométricas de un lado a otro de un sinuoso laberinto metálico que se adquiere en las tiendas de juguetes infantiles.
Las explicaciones que justificaban el porqué de cada uno de aquellos sofisticados o infantiles artilugios me dejaban ecos de reflexión, indefinida sensación de inacabado. No hallaba la expresión que la identificara. Algo faltaba en todo aquello por lo que no terminaba de convencerme plenamente.

- Eugenio, me decía, ellos son los expertos. Tú no. Ellos están en contacto con los estudios más recientes, con los centros del mundo más avanzado. Acéptalo, te lo están diciendo.

La visita finaliza mostrándonos uno de los módulos donde se alojan los enfermos. Era ya la hora de la siesta y nos piden sigilo. En el centro del módulo un patio.

- Ven mira, me dice Elena, la coordinadora de los programas. Me muestra una parrilla rectangular colocada sobre una bandeja de aluminio.

- ¿Qué es esto?

- Un jardín flotante.

- ¿Para qué?

- Quiero que cada interno tenga una planta que cuidar.

Se me agolparon las investigaciones de Langer sobe la necesidad de controlar el mundo que nos rodea.

- ¿Por qué esto?

- Porque sería bueno que cada enfermo tuviera su propia planta.

- Ya .Cuándo vuelva a mi despacho te mando un artículo que te dará seguridad.

Aquella sensación de malestar que me había acompañado durante la visita desapareció: EL PROBLEMA ANIDABA EN LOS SUSPUESTOS que arrodrigaban los laberintos, los sonidos, los tactos, la mascota, las formas cambiantes... Y LOS SUPUESTO ERAN: que los enfermos de Alzheimer son asemejados a niños deficientes que necesitan estimulación precoz. Y, además, en estratos inferiores podía localizarse una añosa capa psicológica: la de los factores primarios de la inteligencia: razonamiento abstracto, espacial, matemático, verbal, etc.
- Sí, esos tests que nos pasan los psicólogos para medir el Cociente Intelectual (CI).

Todo el tratamiento me pareció entonces, y me parece ahora,  que se sustenta en estos dos pilares: NIÑOS CON NECESIDAD DE ESTIMULACIÓN PRECOZ PARA DESARROLLARSE Y FACTORES AISLADOS DE LA INTELIGENCIA QUEHAY QUE RECUPERAR.

¡Cuántas veces había oído la palabra recuperar aquella mañana! ¡Todo era para recuperar las facultades perdidas! Todo, menos la experiencia de las plantas en la que tenían que cuidar el futuro de una vida vegetal de la que se les responsabilizaba. Todo menos la experiencia del taller de cianotipia de la mañana, en el que había que crear  imágenes propias. No se trataba de repetir una y otra vez ejercicios que no dejan rastro. La planta se mantiene viva, crece, florece y muere. Las imágenes son distintas e inmediatas en cada instante y también atrapan el tiempo, dejan la huella de quien las ha creado. Tuve entonces la intuición de que el taller de la cianotipia no partía de los supuestos de la infancia necesitada de estímulos precoces, sino del punto de llegada en el que se encontraban los enfermos y desde el que se pretendía lanzarlos a un futuro.

- Eugenio, ¿un futuro para quien no tiene memoria?

- Sí, un futuro para quien ha llegado a un punto en el que le queda todavía por delante un camino. No se trata de recuperar el pasado (la memoria), se trata de presentarles tareas a realizar y cuyos resultados sean observables, palpables, comunicables, compartibles.
Yo no soy experto en Alzheimer. Quiero recalcarlo. Pero, desde los supuestos de la psicología sociocognitiva, opino que los enfermos de Alzheimer no deben ser tratados como SUPUESTOS NIÑOS deficientes. No sé cómo, pero intuyo (¡) que deben explorarse nuevos caminos a partir de nuevos supuestos psicológicos.

Lo mismo que las muñecas anatómicamente correctas fueron fácilmente aceptadas bajo los SUPUESTOS de la psicología dinámica y los tests proyectivos, los enfermos de Alzheimer reciben tratamientos bajo los SUPUESOS de ser identificados con niños deficientes de los factores primarios de la inteligencia.

Los ocupas sociales psicológicos identifican a los ancianos con los niños. Aceptados los supuestos no debe extrañar que se les niegue la capacidad de decidir y comportarse con la responsabilidad y la madurez que poseen.
 En el desarrollo de la experiencia de la cianotipia ya han aparecido signos de inseguridad, de incapacidad. Signos de ineficacia percibida. Signos de necesidad de que su trabajo sea aceptado, no ya por sus hijos, sino por sus nietos. Pero, con seguridad, estas experiencias merecen todo un tema en este blog.

martes, 25 de mayo de 2010

TORRENTE BALLESTER EN SALAMANCA. ENCUENTRO CASUAL


Al octavo mes ríes

Con cinco azahares

Con cinco diminutas

Ferocidades

Con cinco diente

Como cinco jazmines

Adolescentes

Estos son los últimos versos que he aprendido de memoria. Los aprendí junto a mis nietos, Gadea y Beltrán, hace dos semanas. Con tan sólo seis y cuatro años, respectivamente, tenían que comentar algunos versos de Miguel Hernández. Estamos de aniversario del llamado poeta pastor, muerto solo y abandonado en la cárcel de Alicante.

En las últimas semanas he vuelto repetidas veces a Salamanca. Deambulando por su Plaza Mayor, la he encontrado, como todos los años por estas fechas, enjaezada con las casetas de la feria del libro. El cartel que cubría el lateral de una de ellas me llamó la atención: una fotografía de Torrente Ballester con su firma innumerables veces repetida. Aquel diseño me recordó que, efectivamente, el 13 de junio cumpliría 100 años. Me extrañó que esta fuera la primera noticia del aniversario de su nacimiento. ¿Por qué unos centenarios se celebran más que otros? Respecto a Miguel Hernández lo tengo claro. El no homenaje nacional a Torrente Ballester, Don Gonzalo, creo, (sólo creo), tiene la misma explicación que la deferencia con Miguel Hernández. Recordar su nombre puede ser políticamente in correcto porque se ignora su itinerario intelectual y político Creo (sólo creo), por ser el pregonero de la primera manifestación de la Ciudad de Salamanca contra el desmantelamiento del Archivo de la Guerra Civil Española. Sus desafortunadas y, por él mismo lamentadas, palabras de “derecho de conquista” soplan en dirección contraria a lo que oficialmente se lleva.

- Eugenio, qué tiene que ver esto con el tema de tu blog? ¿Quieres mostrar a Torrente Ballester como autoeficaz?


- Nada de Torrente Ballester: ¡Don Gonzalo!.Lo quiero introducir porque es uno de esos encuentros casuales que cambiaron su vida y la de otras personas cercanas a él y que se iagnora.

Los salmantinos relacionan a Don Gonzalo con su Capital. En sus incesantes idas y venidas por distintos lugares de la geografía española y extranjera, halló el más largo reposo, en vida, en la Ciudad de Salamanca: 1975-1999, casi 25 años. Muchos le recordarán paseando cansino, bastón en mano, agarrado al brazo de Fernanda, subiendo la pendiente de la Calle Toro o dando la ritual vuelta a los soportales de su Plaza Mayor. Los visitantes que descansan en el literario Café Novelty se hacen fotos junto a su estatua, que ocupa allí permanentemente su silla, la de todos los días. Puede volverse a tomar café con él. Hasta hace unos años el Café Novelty se asociaba a la figura de Unamuno. Desde hace poco, la inmutable presencia de Don Gonzalo va relegando a Unamuno a su novela Niebla. Día llegará, pasadas muchas estaciones, en que su estatua tenga tantos poderes amorosos y académicos como la rana de la Universidad. Cada vez que visito el Novelty le paso la mano por el hombro y le susurro: Don Gonzalo, ¡cuántas hora pasadas juntos! No olvidaré su presencia entre el público que asistía a los ejercicios de mi oposición a Catedrático. Y obtuve la plaza.

-Veis, de verdad, su presencia tiene poderes de éxito académico.

Se encontró muy a gusto en Salamanca. Se extrañaba de su apacibilidad. Lo atribuía a la acogida que le dieron los salmantinos. Especialmente sus amigos más cercanos a los que dedicó, en portada, unidos para siempre en letra impresa, alguna de sus novelas. A mano conservamos otras dedicatorias: Para Isabel y Eugenio, con la esperanza de dedicarles, todavía, dos o tres novelas más. (La Isla de los jardines cortados). Para Isabel y Eugenio, a los que quiero tanto que no me atrevo a dedicarles esta novela (Fragmentos de Apocalipsis). Para Isabel y Eugenio con mi amistad cada vez más verdadera, cada vez más duradera (Dafne y ensueños).

Son pocos los que conocen cómo se estableció esta relación entre Salamanca y Torrente Ballester. Lo que sigue pretende ser un recuerdo afectuoso de los avatares que terminaron con sus días en Salamanca.

Durante los primeros años de los setenta, Isabel Criado, estaba trabajando en su tesis doctoral sobre Pío Baroja: La Personalidad de Pío Baroja. Inició la tesis con Lázaro Carreter, pero inmediatamente vino la desbandada de catedráticos ilustres: Lázaro Carreter, Sánchez Ruipérez, Artola, etc. a la Universidad Autónoma de Madrid, principalmente. Por este motivo se hallaba un poco abandonada de dirección. Se había pasado dos veranos en Vera de Bidasoa, en la casa de Pío Baroja, con el permiso de su sobrino Julio, leyendo, fotografiando material y hasta encontrando manuscritos de obras importantes de Don Pío, que religiosamente entregaba a Don Julio. Este era un poco huraño, decían las malas voces. A Isabel le tomó un especial cariño y pasamos tardes enteras charlando sobre su tío y sobre mitología del País Vasco. Entrábamos en aquel caserón lleno de libros, pluma y cámara en mano. Subíamos al primer piso y nos encerrábamos en el pequeño despacho de don Pío. Trabajábamos en la misma mesa donde escribió tantas de sus novelas y sus sagas. A mí, abducido por Freud en aquellos años, me tocó analizar uno a uno un libro de sueños que escribió durante su estancia en París.

Mucho material, muchas ideas. Pero la inseguridad del principiante busca rodrigón en los maestros. Don Gonzalo era conocido por sus acertadas críticas literarias, plasmadas en el Manual de Literatura Española Contemporánea y en los periódicos nacionales. Acaba de llegar de Albany y vivía en la Gran Vía madrileña. Logramos su dirección y acogió con amabilidad la petición de charlar con él sobre Don Pío. A partir de entonces, la relación se mantuvo hasta su muerte.

Comenzaban por entonces, en la Universidad de Salamanca, los Cursos de Español para Extranjeros, fundados por Don César Real de la Riva. Isabel era su Adjunta en la Facultad. Don César delegó en ella toda la gestión académica de los mismos. Veranos ajetreados los de los 70. Se creó un curso superior de filología al que fueron invitados TODOS los literatos de Todos los géneros en lengua española, tanto nacionales como extranjeros o exiliados. Aquellos cursos tuvieron, también su sección política. Es inolvidable la conferencia de Gil Robles. Don Gonzalo fue invitado por Isabel a dar un curso sobre la creación literaria, que sería el germen de su futuro discurso de ingreso en la RAE, apadrinado por Cela.

En la narración de esta historia es imprescindible introducir un nuevo personaje: Don Armando del Greco, Director del Departamento de español y portugués en la Universidad de Virginia. Junto con su mujer, Dña. Laura, iniciaron un título académico de Máster en Español ( ¡en aquellos tiempos!) dedicado a los futuros profesores de español en las Universidades Americanas. Ocupaba el Colegio Fonseca con sus alumnos durante todo el verano , para los que, además de asistir las clases normales, elegía profesores especiales. Era don Armando un hombre alegre, entusiasta, emprendedor, infatigable. Las dificultades eran su crecimiento. Muchos profesores de las Universidades españolas no aguantaron el recio control de calidad que D. Armando exigía. No le dolían prendas y se quedaba solamente con los mejor evaluados, al margen de su puesto académico.
Algunos de sus estudiantes tuvieron dificultades para obtener su licencia docente por no serle reconocidos sus estudios en Salamanca. Don Armando logró que vinieran evaluadores de Estados Unidos. Durante dos veranos visitaron las clases, hablaron con los profesores y alumnos, se adentraron en la rigurosidad de la administración, de los exámenes de ingreso y el sistema de calificaciones. Los cursos de Español para extranjeros de la Universidad de Salamanca fueron reconocidos en sus instituciones académicas. ¿Por qué Salamanca nunca ofreció un merecido homenaje a Don Armando del Greco?

La tenacidad de Don Armando, el rigor académico impuesto por Isabel Criado y la gran calidad de las enseñanzas de muchos profesores, que iniciaron su andadura académica en los cursos, los auparon internacionalmente hasta el punto de ser envidiados y copiados por otras universidades. En pocos años, de unos 200, pasaron a ser 3.000 alumnos y con ellos vinieron las compañías de teatro, los cantautores y la música pop del momento. Los prolegómenos de LAS NOCHES DE FONSECA.

Isabel recomendó a Don Gonzalo como profresor del Máster en Español de la Universidad de Virginia. Se hospedaba en el Colegio Fonseca. Triunfó como profesor,  tanguista y contador de historias.No he conocido a nadie que cantara los tangos como Don Gonzalo. Al finalizar la cena se sentaba el rincón izquierdo del salón de Fonseca, cobijado en la esquina que formaban la pared y la puerta de entrada. Se rellenaba en la butaca, con una mesita baja ante sí. Alumnos y profesores rejuntaban las sillas en su entorno. Las horas se hacían interminablemente agradables. Daba igual hablar de Ortega, de Laín Entralgo, de Alberti o Buero. Opinaba sobre todo. Contaba historias de su Galicia natal, de cómo aprendió a leer tirado en el suelo mientras escuchaba historias de marineros y de meigas. Dos, tres y hasta cuatro años visitó Salamanca a comienzo de los setenta

Un día nos comunica su decisión: me he dado cuenta de que en Salamanca me desaparecen los achaques que padezco. Me encuentro muy a gusto aquí. He hablado con Fernanda y hemos decidido venir a vivir aquí. En el próximo concurso de traslados voy a pedir Salamanca. Recibimos aquella noticia con agrado.

A partir de aquel momento él se puso a preparar los papeles y nosotros lugar donde albergar a sus siete hijos y el matrimonio. (Solía contar, con chanza, cómo alguna mujer le llamó misógino).Tarea nada fácil. Finalmente encontramos un piso grande en la calle Toro. Era del Sr. Jaén, un comerciante de Salamanca. Lo acababa de reformar y tenía mucha preocupación porque se los trataran bien. Le hablamos de la personalidad de don Gonzalo y terminamos, con muchas dificultades, convenciéndole. Don Gonzalo hizo dos o tres viajes a Salamanca para dar su consentimiento a lo que íbamos proponiéndole. Todo parecía encajar.

Llegó el momento de elegir plaza y la eligió. ¡Vaya que si la eligió! Equivocadamente eligió un instituto de Cuenca. Se desasosegó mucho.

Era Delegado de Educación Isidoro González, al que conocíamos por compartir amigos. Ya le habíamos hablado de la llegada de Don Gonzalo a Salamanca. Estaba contento. Incluso habíamos propuesto que le liberase un poco de clases y le permitiera dedicarse más a su escritura. Durante unos días todo el proyecto se aplanó. Pero, finalmente, y no me digáis como, Isidoro nos dice que don Gonzalo debe hacer una rectificación. El Ministerio admitió la rectificación y don Gonzalo llegó a Salamanca con Fernanda, su mujer, con Fer, Fran, Álvaro, Jaime, Juan, Luis y José, este último de 6 años. Impartió clases en el Torres Villarroel. Vivieron unos años de alquiler en la calle Toro. Desde la ventana de su estudio se veía la Torre del Aire, por lo que sus crónicas dejaron de llamarse Cuadernos de la Romana y recibieron el título de La Torre del Aire.

Todos los años los alumnos de Literatura Española Contemporánea leían alguna de sus obras. Y solamente en las clases de Isabel Criado tenía voz universitaria “el Señor de las Palabras”. Voz que otros le negaron porque, durante mucho tiempo, despreciaron la calidad de su palabra escrita. Don Gonzalo pudo así, todos los años satisfacer su profunda vocación de profesor universitario.

Con el dinero ganado en alguno de sus premios, quizás el Príncipe de Asturias y los derechos de autor de Los gozos y las sombras, se compró el piso en la Gran Vía. Especialmente en este último, al calor de la chimenea encendida, cenábamos muchas noches. Las conversaciones amenas, cultas. Detrás de sus abundantes dioptrías se adivinaban sus ojos inteligentes que se restregaba con la mano o acercaba en exceso al texto. Cuantos tuvimos el honor de escucharle tenemos el convencimiento de que muchas de las novelas que luego publicó nos las contaba en aquellas noches de tertulia fecundadas por leyendas gallegas.

Una vez más, como defiende la teoría cognitivo social, las casualidades hicieron que Torrente Ballester y Salamanca, se ahijaran para siempre. Pena que su herencia literaria no permaneciera también en la ciudad.

Así fue como Torrente Ballester aumentó la lista de literatos ilustres que hicieron famosa la Ciudad del Tormes. Y si os la cuentan de otra forma, es mentira.

sábado, 1 de mayo de 2010

YA ES HORA DE QUE ME LLEVEN

En el patio de la facultad de Psicología de la Universidad de Harvard se halla instalada una fotocopiadora. Introducir una moneda en su ranura da derecho a la reproducción de documentos.


Ellen Langer y sus colaboradores eligen este comportamiento para demostrar que el lenguaje puede ser un instrumento que hurte a las personas el control de sus acciones. Lean y juzguen.

El colaborador de los investigadores, desconocido en la Facultad, abordará a los usuarios de la fotocopiadora pública. Les tanteará según la decisión del azar. A un tercio de los usuarios les dirá: por favor, ¿me permite sacar una fotocopia? Al segundo tercio les pedirá: por favor, ¿me deja sacar una fotocopia porque tengo que sacar una fotocopia? Finalmente, al último tercio les explicará: Por favor, ¿me deja sacar una fotocopia porque la necesito para la clase que estoy comenzando?

Sin que te lo haya pedido, has concluido que los abordados de los dos primeros grupos han continuado sacando sus fotocopias pues también ellos están duplicando documentos porque necesitan duplicarlos. Cederían su puesto, únicamente, a quien le comunicara su urgencia, pues ¿quién no ha lamentado un olvido que arruinó una actuación a la que le había dedicado horas de preparación? La razón que esto últimos le ofrecen es potente.
Parece lógico. Pero no es Psico-lógico

- Pues, en contra de lo que estás pensando, no fueron solamente los de la urgencia los que lograron arrebatar al usuario el dominio de la fotocopiadora. Se lo arrebataron por igual los del grupo segundo que oyeron el mismo porque que los despistados del tercer grupo…. Ambos grupos se diferenciaron del primero.


- ¡Increíble!. La razón que ofrecen no es válida. ¡Obviamente si estaban sacando una fotocopia era porque tenían que sacarla!


- Cierto, pero la conjunción "porque" les cerró su mente (mindlessness) para procesar que la razón era inapropiada.

Suponían los investigadores que cuantos escucharan la palabra porque, detendrían el procesamiento de la información, dando por supuesto que las razones que se aportasen serían auténticas.

A este dar por supuesto lo llaman adecuadamente compromiso cognitivo previo. Fenómeno que se cobija bajo el paraguas más extenso que llaman mindlessness: no procesar ni tener en cuenta todas las circunstancias que rodean la toma de decisiones. De esta manera, y sin recurrir a magia alguna, pueden robarnos el dinero al darnos la vuelta de una compra,  nos cobren de más en una gasolinera (sobre todo en la que nos sirven) porque suponemos que el contador del surtidor se ha puesto a cero. Tampoco nos preparamos para la enfermedad porque enfermos son los demás. La mayoría de las personas no se adaptan al paro o a la jubilación porque nunca han pensado qué harían se hallara en esas circunstancias y cuando les llega la hora segura no tienen armas acumuladas para afrontarla  y se hunden, por carecer de iniciativas, hasta dejarse morir lentamente.

-¿Qué vas a ser de mayor? Pregunto a quienes me comunican su jubilación

No es que estas situaciones nos pillen por sorpresa. Todo lo contrario, nos pillan muy concienciados por haber aceptado los compromisos cognitivos previos que los demás nos han impuesto. El lenguaje es uno de los más perversos instrumentos utilizados por la sociedad para inutilizar a las personas.

Vivimos en un mundo caótico, nos cuentan los pensadores de última hora. La mente humana no puede vivir en la incertidumbre, en el caos, dicen desde siempre los psicólogos. La palabra que da nombre a una porción del caos es la cámara fonográfica que deja atravesar por su objetivo, en fracciones de segundo, una mínima cantidad de rayos de luz y los convierte en imagen a la que se da valor de copia de la realidad. Una vez captada y visualizada, nos olvidamos del caos de su procedencia. Una vez visualizada, como en las sombras de Platón, le damos el valor de evidencia de la  única realidad.

-Eugenio. No te disperses por tus conexiones psico-filosóficas. Porque ¿no irás a hablar también de las abstracciones aristotélicas o las reducciones de Brentano o de Husserl?

- Tienes razón. Mi intención es mucho más de andar por casa. Pero, eso sí, no me alejes de mi psicología científica y sus aplicaciones a la vida cotidiana .Por favor.

Lo que me ha inspirado el tema de este mes ha sido la reciente campaña de Antena3 y Onda Cero: PONLE FRENO. La excelente idea ha calado tanto que hemos colaborado mejorando el estado y la señalización de las carreteras. Con eléxito, los chicos han sacado pecho y este año han tenido la infeliz idea de expulsar del asiento del conductor a las personas mayores de 70 años. ¡Así, por la buenas! Todos los días oímos de tremendos accidentes de gente joven, casi nunca de personas de 70 años. Pero se meten con los “viejos”. ¡Anticonstitucionales ellos! Ya me imagino al conductor del vehículo, parado en el semáforo, bajando la ventanilla y gritándole al conductor de al lado: Viejo, ¡PONLE FRENO! La perversión de la campaña es aún más despreciable al haberse atrevido a poner a UNA POBRE VIEJA (mujer por supuesto) pidiendo que ya es hora de que la lleven. Mujer y vieja dispuesta a perder su autonomía teniendo que revelar al hijo (no tendrá dinero para el taxi) los lugares que visita, las compras que realiza y las personas con las que habla. Aunque, como buena madre, preferirá quedarse inactivas en casa para no molestar a los hijos. ¡Los pobres, tienen tanto que hacer!

Las investigaciones psicológicas están demostrando precisamente los contrario: la calidad de vida y la conservación de la actividad mental de las personas de tercera edad, (¡Qué caramba!, de los viejos) depende de que tengan proyectos. Hasta los centenarios siguen siendo más agudos mentalmente cuando tienen encargos y adquieren compromisos.

Ya sé que estas palabras suenan a exageradas, que van contra el sentido común. Los viejos tenemos que aceptar nuestras limitaciones y nuestra “quiebra final” (terminal drop, decimos pedamentemente en psicología). La campaña de Antena3 y Onda Cero son el reflejo de lo que piensa la sociedad. Son reflejo y serán causa del deterioro mental de muchas personas viejas.

Porque sé de ese irracional sentido común, me atrevo a traducir las siguientes palabras de E.Lange. Allá van en inglés, para que no se oxide a mi edad: A more direct measure of mindfulness is it s effects on physiological functioning. Rather than merely claiming that mindfulness promotes adaptative behavior, I prefer to make the stronger claim that the body begins to die as the mid ceases to deal with novelty…This “terminal drop” as it is called, may indicate a causal relationship from cognitive activity to illness and not, as usually supposed, the reverse.

Los científicos sabemos más por lo que leemos que por lo que nosotros hayamos aportado. Pero he logrado que jóvenes de 22 años se comportaran como viejos solamente por decirles que sus rendimientos, en una prueba de dirección de empresas, eran semejantes a los de personas de 57años. Son muchos los que han demostrado cómo las personas se mantienen vivas, felices, activas y productivas para la sociedad cuando mantienen su actividad cotidiana. También están más sanos, si tienen dolores los soportan mejor, consumen menos medicinas… En definitiva, colaboran menos a los gastos de la seguridad social.

Como psicólogo social sé del impacto de la narración de experiencias vividas. En esto se fundamenta el valor del testigo presencial. Este mes de abril HE RECIBIDO UN ENCARGO. He impartido un curso sobre los fundamentos de la creatividad artística. Desde el momento en que lo acepté, como por resorte, se me izaron todos los mástiles de la experiencia  docente. Mi mente volvió a ser una tela de araña despertando y relacionando conocimientos invernados. Doy fe de que gané personalmente con aquel encargo que tuvo agitada mi mente coordinando ideas, investigaciones, esquematizándolas, traduciéndolas al ordenador y representándolas en el PowePoint.

Las palabras crean realidades. Las palabras crean ideas. Las palabras crean conductas. También aniquilan realidades ideas y conductas. Leía recientemente una investigación en la que se demostraba que los alcohólicos que piensan que es posible recuperarse, se recuperan. Ninguno de los que carecían de esta creencia mejoraba con el tratamiento. Lo mismo se probaba con la salud mental y la actividad física de viejos participantes en terapias de mantenimiento saludable. Al tratar de hallar el origen de esas recuperaciones se halló que haber convivido con un alcohólico que abandonó la bebida o haber tenido un abuelo activo era la causa de que los actualmente tratados pensaran que del alcohol se puede salir y que el viejo tiene algo más que hacer que esperar su final. Los viejos de hoy tienen la responsabilidad de cuidar de los que serán viejos dentro de 80 años. Todo depende del modelo de abuelos que les dejemos. Pura teoría sociocognitiva. Puro ejemplo de Bandura, que a sus 85años sigue plenamente activo en la Universidad.

Es injusta la campaña de Anena3 y Onda Cero. Es antisocial la campaña de PONLE FRENO DE ESTE AÑO. En momentos de crisis de la sanidad pública en la que uno de los mayores problemas es el consumo farmacéutico, la campaña PON LE FRENO, es antisocial, inoportuna, discriminatoria y poco previsora de lo que les espera cuando también a ellos les digan; ¡EH, VIEJO! ¡PONLE FRENO. La campaña está cargando la razón de quienes los discriminarán pasados pocos años.

martes, 16 de marzo de 2010

CADA PALO QUE AGUANTE SU VELA





Bandura, en sus últimos escritos,  muestra preocupación por la degradación del medio ambiente. Para explicar esta irresponsabilidad, acude, una vez más, a sus mecanismos de la desvinculación moral: justificación moral de los actos inmorales, utilización de eufemismos que tergiversan la realidad, (generalmente de tipo sanitario), o que  nuestro daño es insignificante comparado con el que causan otros. Si las consecuencias de los actos peligrosos no son perceptibles, es fácil “tener descuidos”. Cuando el daño se comete como miembro de una corporación o grupo, las consideraciones morales se diluyen en la participación colectiva. No es infrecuente considerar las conductas que laceran el medio ambiente, como efecto secundario necesario de las necesidades que la vida impone . Y entre el bienestar de la naturaleza y el de uno propio, naturalmente, uno debe cuidarse de sí mismo.

La raíz de todos los desmanes ecológicos, para Bandura, está en la superpoblación del planeta. La madre Ceres ya no tiene leche para amamantar a todos sus hijos y cada año le (en) cargamos nueva prole. Bandura ridiculiza las políticas de las naciones desarrolladas que promueven aumentar el número de nacimientos por mujer en edad fértil. Su pensamiento, tendente al socialismo, su modo de vivir austero, le llevan a pedir una mejor distribución de las riquezas y a una mayor apertura hacia la inmigración de los más necesitados y su acogimiento ordenado por los países desarrollados, que los necesitan para su propia subsistencia.

Escribiendo sobe los temas de la superpoblación, recurre aquellas intervenciones realizadas en India, países latinoamericanos y africanos, en los que, aplicando sus teoría del aprendizaje mediante modelos y generando la  de percepción de autoeficacia colectiva, se ha logrado disminuir la natalidad y la pandemia del SID entre otros males de la era actual..

En el marco de consideraciones moralizantes, está su exigencia de que las teorías y las intervenciones psicológicas tengan alcance social. Aunque fuera eficaz, una terapia dinámica que emplea varias horas semanales a una sólo persona, no sería rentable, cuando con una hora de modelos televisados o de radiados, puede mejorarse el bienestar de un número indefinido de personas. Eso es lo que se ha logrado cuando sus teorías, bajo su supervisión,  se han encarnado en personajes de series televisivas o seriales radiados..

- Eugenio, confiesa.

- Sí, confieso que al leer estos artículos me dan la impresión de que caen lejos de mi latitud personal. Incluso me resultan aburridos.


- A mí también me resulta aburrido lo que llevas escrito hasta ahora.

Pero aproximándoles el foco, privándoles de la profundidad de campo que conceden los diafragmas cerrados y las distancias largas, se advierte que Bandura no sermonea y, por consecuencia, sus palabras no deben caer el desierto. La impregnación de las nuevas tecnologías que controlamos solamente en el manejo, pero pocas veces en sus insondables procesos de creación, están alimentando la sensación de incapacidad personal, de ineficacia. ¡Qué podemos hacer nosotros frente a los poderosos que controlan las nuevas tecnologías y los medios de comunicación! Ya ni nos molestamos en aprender los planos de las ciudades porque el navegador de nuestro vehículo o de nuestro móvil nos lo facilitan. Y de esta manera, pasamos tangencialmente por obras de arte que no admiramos, rejas artesanales que nos legaron herreros de no hace muchos años y que ya no volverán a repetirse. Un día desaparecerán vendidas a peso en una chatarrería, como vulgar hojalata. Mirando las líneas azules del navegador que marca nuestro caminar, atendemos sólo a la esquina en la que tenemos que torcer o la salida de la rotonda en la que debemos girar el volante.

- Dentro de poco colóquese a la izquierda


- En la rotonda, tome la tercera salida. Es la calle de destino.

Estos adelantos, a los que entregamos nuestro destino, nos están privando de la capacidad de control y de la responsabilidad . Día llegará en que las multas de tráfico se las derivemos a la compañía del navegador por no avisarnos de la velocidad debida, de la dirección adecuada o del acercamiento peligroso al vehículo que acabamos de embestir.

Si cada uno de los moradores de una región se sacudiera la responsabilidad o desistieran de controlar o preocuparse por su entorno, viviríamos caóticamente. Si cada individuo pensara que lo común pertenece a los demás, y que cada uno aguante su vela, todas las velas, también la suya, serían incapaces de mantenerse izadas. Ni Simeón el Estilita logró vivir aislado en su columna de quince metros de altura.

- Pero qué eso de lo común?

Los psicólogos sociales, ya desde los tiempos de Wund o  las teorías de la Gestalt, se han preguntado si el todo es más que la suma de sus partes, o si el grupo posee una psique propia más allá de la suma de las mentes individuales de sus miembros. Por más que Bergman, el filósofo de la ciencia y profesor de Bandura en Iowa, se mofara de Lewin, o que L. Alport viera inconcebible hablar del espíritu del grupo, la verdad es que el todo es más que el conjunto de sus partes y que el grupo es algo más que la suma de los individuos que lo integran. Por la misma razón por la que conducir no es la suma de pisar unos pedales y dar vueltas a una rueda.

Por eso, si cada uno aguanta sólo su vela está perdido. Si una pequeña, insignificante empresa se cierra, no  cierra solamente ella: también pierde su proveedor, y su transportista y el repartidor y los clientes que tienen que buscar sus productos en otro lugar y el señor de la gasolinera donde repostan y el banco que ganaba con el dinero que le confiaba, y la Visa que tiene un datafono menos. Sí, toda una cadena se desengarza cuando uno de sus eslabones se suelta.

- Cuando el palo que se cae está al lado del  que sostiene tu vela ¿también dices que cada palo aguante su vela?

Los supuestos, como decía Ortega, son lo importante. No supongamos que las nuevas tecnologías nos exoneran de la responsabilidad personal. No supongamos que nada podemos hacer para modificar el ambiente material y moral. Cuando uno levanta su vela de poco fuste, promueve que el viento, al impulsarla, levante también la que estaba pisoteada a su vera. Y dos verlas izadas pueden más que la suma de las dos. Al final todo el velero tiene sus velas extendidas y navega a muchos nudos.

¿Por qué se ha olvidado la teoría sociométrica de Jacob Leví Moreno, que definía la persona como átomo social incapaz de existir fuera de una célula y ésta fuera de un cuerpo del que forma parte?

El egoísmo más productivo consiste en ayudar para que a los demás les vaya bien.

lunes, 15 de febrero de 2010

EL ENCARGO

- Me parece que te falta un tema del blog. Me comentaron ayer.



- Sí, el del mes de Enero

Soy consciente del retraso, pero agrada el reproche. Es un alago caer en falta o brillar por ausencia. Había intención de recuperarlo, pero carecía de fecha. El reproche de ayer ocasiona la temprana dedicación de hoy.

Los temas para escribir se amontonan bajo la bola del alargado pisapapeles de mi mesa de trabajo. Cada uno clama urgencia, pero desde hace tiempo, cual pájaro carpintero, martillea el tema de la persuasión (uno de los modos de implantar la percepción de autoeficacia en las personas)

No quiero repasar cuál sea la definición que el Diccionario de la RAE otorga al vocablo persuasión. Opto por quedarme con lo que me evoca y la connotación que despierta, creo, en cuantos la escuchan: reconvención que pugna contra la experiencia personal.

- No puedo con esto. Es superior a mis fuerzas. Lo he intentado muchas veces y me siento ya incapaz de dejar de fumar, hacer ejercicio, llevar una dieta sana, dedicar el tiempo que necesito al estudio, no responder al teléfono cuando estoy concentrado, seguir con lo que estoy haciendo cuando lo imprevisto llama a las puertas de la atención, no comprar lo que me apetece y apenas cuesta, retener el balón un minuto más en un partido, dedicar todos los días un tiempo a la lectura o seguir el viejo consejo de “nula dies sine línea”.


- ¡Cómo no vas a ser capaz! ¡Todo el mundo es capaz! ¡Inténtalo otra vez y verás cómo esta vez es la definitiva! ¡El que quiere puede! ¡Sólo es cuestión de echarle ganas!

Pocas palabras alentadoras están investidas de la autoridad suficiente como para contradecir la experiencia personal de fracaso. Ninguna prueba es tan convincente en un juicio como ver al testigo levantarse en la sala y, apuntando con su dedo índice, señalar al acusado a la vez que afirma: ¡es él! Con estas palabras abre Elisbeth Loftus uno de los capítulos de su libro sobre el testimonio presencial. Cuando se discuten los detalles de un acontecimiento y aparece alguien que dice: ¡yo estaba allí!, enmudece el coro de las conjeturas para escuchar reverencialmente al solista presencial. Y ningún testigo más creíble como la experiencia personal.

La palabra, en general, tiene poco poder persuasor. Aunque, cuando la autoridad de quien la pronuncia es creíble, puede ser psicológicamente milagrosa.

En el contexto de la teoría cognitivo-social,  se considera que la mera palabra es la herramienta menos eficaz para generar autoeficacia. Este convencimiento se origina en la tesis doctoral del Blanchard, al demostrar que, frente a la ejecución personal y al modelado, la palabra carecía de poder de cambio o, incluso, producía efectos negativos. Baste esta anotación histórica. Seguir esta pista sería más propio de exposición académica que de charla entre amigos.

Sucede que las concepciones preconcebidas impiden buscar interpretaciones ulteriores. Las relaciones entre la persuasión y la autoeficacia se han reducido a la monserga moralizante. Pero pueden arroparse con atributos más irrefutables.

La historia siguiente no es ficticia. Está sucediendo.

Javi, es un jovenzuelo que trabaja en una empresa de reparto. Lo conozco hace varios años. A primera vista, prototipo del macarra que pasa de todo. Viste con desgana: pantalones largos, anchos, deshilachados por la lija de muchos suelos; a la sudadera gris (creo que siempre le he visto con la misma), estampada con los descuidados trazos de algún grafiti, le cuelga una capucha negruzca unida a la espalda con cordones descompensados, anudados en sus extremos a la ligera, para evitarse el trabajo de reinsertarlos. En unos de los lóbulos lleva enroscado un pendiente. Pelo rapado a ambos lados de su cabeza; cresta en todo lo alto, cresta de verdad que discurre de frente a nuca y se alarga en trenza sobre la espalda. Pero siempre dispuesto a cargar con el mueble más pesado, cuando Juan, el jefe de la expedición, se lo demandara. Entre mueble y mueble, bromea. Pero su porte expresa que no se siente responsable de nada. ¡Allá el jefe! ¡Yo soy un mandado!

Hace unos dos meses, tal como hoy cuenta Javi al preguntársele, Juan se sintió mal. Un dolor en el pecho y el brazo le estaba molestando durante todo el día. Tuvo algún mareo. Avisado el dueño de los camiones de reparto le ordena visitar al médico, quien le ingresa de urgencias y de urgencias es operado de un fallo coronario. El dueño de la empresa sienta al volante del camión a Javi. Ahora es él el jefe de expedición. Tiene que ser puntual en las recogidas y en las entregas. Tendrá que manejar cantidades de dinero, tendrá que organizar el trabajo de los compañeros.

No temáis lo peor. Al contrario, Javi es puntual, sabe coordinar la logística de las entregas y recogidas, utiliza las capacidades de sus subordinados con respeto y dando ejemplo. Los clientes no escuchan disculpas de retrasos debidas al tráfico: él espera por los clientes y nunca los clientes por él. Javi, el prototipo de macarra al margen de la norma, ha superado la eficiencia de Juan.

Pienso que esta es una manera de persuadir: encargando. Las personas se sientan eficaces para llevar a cabo cursos de acción que nunca antes habían ejecutado o que pudieran sentirse incapaces de realizar. Si alguien le entrega una responsabilidad a una persona le está convenciendo de que lo considera capaz y la persona ahora, sin que le dé tiempo a cuestionárselo, se considera capaz y ejecuta la tarea con solvencia. El encargo no es monserga ni discurso con moralina. Es una de las maneras de convencer de que se escapaz de ejecutar determinadas tareas o profesiones. Y esto es persuasión como generadora de autoeficacia.

El encargo conlleva el atributo de autonomía. Poca o mucha, pero al entregar a alguien la responsabilidad de un desempeño se le confiere, necesariamente, autonomía.

En este punto me resulta imposible no recurrir a uno de los autores que acabo de descubrir en mi actual preocupación por profundizar en la autoeficacia como rodrigón de la formación continua en la empresa. Me refiero a Nonaka y su teoría de la organización como generadora de conocimiento, de adaptación y la mayor fuente de riqueza empresarial en un mundo globalizado y extremadamente competitivo. Como condición indispensable para que las empresas generen conocimientos que cristalicen en nuevos y competitivos productos, está la autonomía de las personas: La autonomía individual ensancha la posibilidad de que los individuos lleguen a motivarse a sí mismos para generar conocimiento nuevo. La motivación personal enraizada en emociones profunda, sirve , por ejemplo en la creación poética como fuerza impulsora de creación de metáforas. Una sensación de autonomía y sentido es importante en un contexto organizacional. El propósito es la base de la conceptualización. La autonomía otorga a los individuos libertad para absorber conocimiento. (Nonaka, 1994)

¿Es que nunca se ha vivido la experiencia de encontrarse a solas con una nueva responsabilidad y autonomía y sentir la imperiosa necesidad de imaginar modos de desarrollarla?

En autoeficacia la autonomía otorgada o adquirida es una extraordinaria fuente de convencimiento y persuasión de sentirse capaces.

La persuasión, cuando es eficaz, produce milagros instantáneos en la percepción de capacidad de las personas. Y el ENCARGO es un buen argumento de persuasión, al que no se contra argumenta, si no que origina conocimientos, imagina situaciones donde desempeñar el CARGO.