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lunes, 19 de enero de 2009

LA OLA :YA SOMOS CREÍBLES


Hace ya unos días que vi la película LA OLA. Llegó acompañada de comentarios en los medios de comunicación. Entre ellos, que se basaba en un experimento realizado en la Universidad de Palo Alto.

Es el experimento de la cárcel de Stanford, pensé. Con esta expectativa me introduje en la sala de proyección. Era pequeña, apenas alumbrada por las luces de emergencia atenuadas por el acolchado obscuro de las paredes. Legué un poco pronto. Estábamos solos. Al rato llegaron sucesivamente tres parejas de jóvenes, que se colocaron en la parte superior y trasera de la escalera de butacas. Asientos algo mugrientos. Los respaldos delanteros arañados por las suelas de quienes se arrellanaron viviendo historias de amor, muerte, espionaje o formaron parte de jurados populares. Pasado un tiempo, la pantalla emite voluminosas cantidades de color y sonido. Han sustituído el NODO de nuestra juventud por este NODO no menos adoctrinante, susurré a quien me acompañaba. Se susurra un secreto, una vergüenza, como si me sintiera culpable de haber ido al cine en tiempo del NODO. Mi acompañante no me oyó. Elevé el tono de mi voz. Nadie, excepto mi acompañante, puedo oírme. Nadie se enteró de que había visto el NODO. Los contenido cambian, los mensajes también, la intención de condicionar es se mantienen.
Media hora después aparecen los primeros planos de la película. Me desconciertan. Esperaba ver sirenas de policías uniformados llegando a casas de universitarios inocentes, psicológicamente normales; subir a sus casas y llevarlos esposados a los sótanos del Jourdan Hall de Stanford. Pero en el reparto no se mostraban policías, ni guardianes, ni celdas, ni rejas, ni órdenes de besos homosexuales, ni castigos humillantes, ni gritos pidiendo ser devueltos a la libertad perdida sin imputación de cargos probados. Tampoco aparecieron las conspiraciones y agrupaciones dev padres de los prisioneros para contratar abogados prestigiosos que denunciaran aquella condena "libremente aceptada por sus hijos" . Zimbardo, expresivo, ojos penetrantes y convincentes, camisa de colores, perilla puntiaguda y satánica: prolongación de unas mejillas hundidas y huesos faciales prominentes, deambulando enjaulado sobre el escenario, fiera psicológica anhelando comunicar la genial idea que habitaba todas los meandros de su cerebro gris y calloso, tampoco aparecía. Todo era extraño para tratarse del experimento de la cárcel de Stanford, la Universidad de Palo Alto.

La película se abre con la disputa entre dos profesores por evitar dar una clase de educación social. Uno, obligado por esas leyes no escritas que imponen el orden de prelación en la elección de asignaturas en los centros docentes, se presenta en el aula habitada por pandillas divididas y rivales. Tiene la idea de enseñar ciudadanía convirtiendo la clase en un grupo homogéneo. Enseñar investigando, llamaba Lewin a este método. Aquellos jovenzuelos deberían constituir una sociedad desde cero. Poco a poco van dándose normas, nombres (LA OLA) símbolos, saludos que les identifiquen y les distingan de los demás. La orgullosa identidad causa el odio a los desiguales. Hacen de la defensa de sus miembros una norma y convierten al más débil del grupo en miembro poderoso y servil del jefe: es su guardaespaldas. La rivalidad se transforma en agresión y delincuencia organizada. Son el terror del Instituto y de la ciudad. La experiencia se había escapado a todo control externo. Armado de autoridad de Caudillo, el profesor, no sin dificultad y para desilusión de los jóvenes "oleros", algunos intentan rebelarse, tiene que interrumpir la experiencia.
- ¡Lo que se puede producir de manera tan simple!. Comentaba uno de mis acompañantes.
- Así se explicas las matanzas entre bandas que ocurren cada dos por tres en los barrios de
inmigrantes, en las discotecas.
_ Esto es brutal. ¡Menuda lección de vida!.

Con más abundancia de palabras, pero expresando la misma idea, los medios de comunicación reaccionaron también asustados.
-¿Cuál era mi pensamiento?
-¿De verdad quieres saberlo?
Pues sencillamente el siguiente: YA SOMOS CREÍBLES.

La identificación del espectador con los personajes que pasan ante su mirada, sumergido en la obscuridad de una sala donde el foco de atención apunta a la sucesión de imágenes contando una historia; la inmediatez, la instataneidad de las imágenes mismas, el convencimiento de haber sido testigo presencial de la creación de una identidad grupal, le convencen de que eso es posible en la realidad. ¿Posible? No, es real, con textura visual y táctil. El haber sido testigo presencial causa otro efecto más profundo: el convencimiento de que ¡ESO LO PUEDO HACER YO!, ¡ME SIENTO CAPAZ, AUTOEFICAZ PARA RECREAR ESTA HISTORIA AL OTRO LADO DE LA FICCIÓN!

¡YA SOMOS CREÍBLES! En la memoria de un psicólogo social se estrangulan, por aparecer investigaciones tan lejanas como la teoría sociométrica de Jacob Leví Moreno, a quien dediqué varios años de estudio para realizar mi tesis doctoral. La teoría de los grupos de Kurt Lewin y sus seguidores. La teoría de la comparación social de Leo Festinger.


La película dejó de interesarme nada más concienciar el planteamiento psicológicos. Es decir, pronto. Me atrajo el lenguaje de las imágenes como vehículo eficaz para comunicar hallazgos de Psicología Social publicados hacía más de medio siglo. ¡Y no hemos sido capaces de trasmitirlas a la sociedad! ¡YA SOMOS CREÍBLES!: basta con sustituir al profesor por la pantalla de proyecciones, insuflarles acción a las imágenes y las ideas, científicamente demostradas, son comprendidas y aceptadas con menos sentido crítico, siguiendo alguno de los heurísticos de Tverky y Kahneman, que en el año 2002 obtuvieron el Premio Nobel en Economía


Aún no he dicho qué descubrí en el guión de LA OLA para perder mi interés. Descubrí algo más profundo que la adopción de los roles del experimento de la cárcel de Stanford. Aquello era un calco de las categorizaciones de Tajfel, psicólogo social judío alemán, huido al Reino Unido perseguido por los nazis, fundador de la llamada Escuela de Psicología Social de Bristol. Su mente se obsesionó por descubrir la raíz más profunda de la discriminación, la segregación y el racismo. ¿Por qué mi gente me ha perseguido? Su respuesta: la categorización social. Basta con que dividas a un grupo en dos, a uno le denomines partidario de Klee y al otro de Kandiski para que amigos entrañables se conviertan, como por ensalmo, en fieros enemigos. Se insultan, se ponen motes, son carroña merecedora de aniquilación, se les deshumaniza. Los animales carroñeros, enemigos de lo propio, deben morir si nosotros y los nuestros hemos de sobrevivir. Así de sencillo, pero así de cruel. La categoría a la que pertenecemos se encumbra y nos ensoberbece. La "otra", efecto de una involución sorprendente, regresa a especie animal abyecta. Tan simple y tan eficaz: categorizar es dividir. De la división el odio y el lenguaje del mal y de la guerra. Eso fue lo que hizo el profesor de ciencias sociales en el la clase de LA OLA. El resto se le fue de las manos al improvisado psicólogo social.


- Seño, ¿por qué los negros lo rompen todo y le prenden fuego a las casas y a los coches?. Preguntaron una mañana de abril de 1968 los niños cristianos, todos blancos, que jamás habían tenido contacto con negro alguno, habitantes de un pueblecito rural del Medio Este Norteamericano a Jane Elliot, su Seño, el día que asesinaron a Martin Luther King

- Imposible explicarles los conceptos de segregación, racismo, discriminación, rechazo.

-Mejor será que lo vivan.

-Lo echo a suertes. ¡Ya está!. "Esta semana los niños de ojos azules y pelo rubio serán los torpes, los de ojos castaños y morenos serán los listos. ¡A ver qué pasa.!

Si un niño rubio se equivocaba, le llamaba torpe, y pedía a uno de ojos marrones que le corrigiera. La narración primera de estos hecho, aparecida en el libro editado por Zimbardo : Psychology and Life, es estremecedora. Los torpes regresaron en su capacidad intelectual siendo incapaces de resolver problemas que habían superado dos cursos antes. Los morenos montaron guardia en el reparto de la leche de media mañana para que no repitieran los rubios tontos: "No merece la pena gastar la leche con los tontos". "Me sentía en una mazmorra de la que era imposible salir porque se había perdido la llave", confesó un niño rubio. "Yo me siento como un rey, yo mando y ellos obedecen", decía, por contra, un niño de ojos marrones.

Clasificar, categorizar, asignar personas a esas categorías y se ha fundado LA OLA.


"Normalmente en una partida de paintball se enfrentan dos equipos con el fin de eliminar a todos los jugadores del equipo contrario o completar un objetivo (como capturar una bandera o eliminar a un jugador concreto)".


Definición tomada de Wikipedia. ¿Se descubre alguna diferencia con lo que sucede en LA OLA?. Yo no: hay grupos, hay valor añadido a la división, hay motes, hay lucha, hay disparos, tiene que haber vencedores y vencidos. ¡Y esto se practica dentro de las empresas para unir a sus directivos!. Sólo una psicología dinámica trasnochada puede decir que la agresión en el juego o, peor, la agresión como juego, drena, limpia las cloacas de los malos entendimientos en las empresas.


Las primeras investigaciones que hicieron famoso a Bandura en la Psicología universal, fueron sus estudios sobre la imitación de las conductas agresivas. Desde entonces hasta hoy las investigaciones no han cesado de demostrar que la agresión no genera más que agresión.


¡Enteraros de una vez, altos directivos que pagáis grandes sumas de dinero a pseudoprofesionales que os hacen gastar ingentes cantidades de dinero para que salgáis más desunidos después del paintball! Ni siquiera es una diversión, porque donde alguien pierde no hay felicidad. Donde se lucha se aprende a luchar y, si se marca al enemigo, también se adquiere el convencimiento de saber disparar certeramente. Quien dispara y da en el blanco se juzga autoeficaz para volver a disparar. Ya sólo falta la ocasión, la disculpa, el mecanismo de desvinculación y el machaque físico del contrario (carroñero) está servido.


-¿Quién lo iba a decir?. Si parecía una persona normal. ¡Es que lo era!


Mal año para las agresiones familiares, anunciaban ayer los noticiarios. ¡Pero si no dejáis de dar ejemplos de como se asesinan esposas, novias, amantes o pretendidas!.


Naturalmente, todo lo que he dicho al final es discutible. ¡Verdad!. Me ha faltado la inmediación de la imagen. ME HA FALTADO EL LENGUAJE DE "LA OLA" PARA SER CREÍBLE.

P.D. La Profesora Carmen Herrero, ha inundado mi messenger de informción exitente sobre LA OLA. No s trataba dela Universidad de Stanford, sino de un Instituto de Palo Alto. Esto no cambia las ideas de este tema del blog, ni las críticas al pintball. Todas son válidas. Pero me ha nteresado la otra versión de LA OLA


miércoles, 17 de diciembre de 2008

ENSEÑORAMIENTO EN LA FORMACIÓN Y LA LIMITACIÓN DEL TIEMPO










¡Hola!. Acudo a la cita con mi blog. Hoy toca. Todo tan sencillo: hoy lo dedicaré a esta atracción, cada més más inrresistible, de interpretar la vida desde la teoría cognitivo social.







Hoy toca. Así de sencillo. Ningún pensamiento altenativo invadirá mi mente. Cualquier actividad, mental o física, que pretenda derivarme, pasará a vía muerta. Yo soy el guardaagujas. Cuando alguien quiere ser el agente o gestor de su propia empresa (su vida), debe actuar así.







- ¡Qué quieres que te diga!. Me parece que el párrafo al que le has puesto punto y a parte es altisonante, y por lo mismo hueco. Contiene humo sin aroma. No, sí tiene aroma. Huele a moho. --Tienes razón. Pero, ¿sabes?, lo difícil es redactar el primer párrafo. " Sentarse ante una cuartilla en blanco con la intención de llenarla de ideas es una experiencia inquietante", me confesó hace mucho mi profesor de Lógica, el asturiano Gabriel de Sotiello.













Hace días decidí el tema de este mes. A mí me resulta interesante,espero que a tí también. Pero ten un poco de paciencia. Lo expondré en el orden en que fueron asociándose las ideas. Una historia atrapa la atención. Permite encajar las ideas en la línea del tiempo. La historia que voy a contar tiene tres momentos.








En el mes de abril o mayo, Marisa Salanova, Catedrático de Psicología Social de la Universidad Jaume I, de Castellón de la Plana, me pide que imparta un curso en el Programa de Doctorado que coordina. Le propongo dos títulos. Tras las consultas pertinentes, eligen el que yo titulaba: Autoeficacia y Formación continua en las organizaciones.







Desde entonces, el tema residía en el trasfondo de cuanto leía. Reservé el més de noviembre para revisar las bases de datos especializadas y ponerme al día. Mucho de lo que se publica está manido; investigadores y revisores dan de paso hipótesis que hace años otros ya abordaron. También hay sorpresas. Me satisfacen los trabajos que hacen repensar. Una publicación de Kozkowski y Bell, del año 2006 atrajo mi atención durante horas. ¡Qué alegría! Debería agradecerse públicamente a quienes estimulan el crecimiento intelectual. Forjadores de fuego, fuerza, maza y yunque que invitan a refundir y agrandar la capacidad de quienes les leen.








¿Qué pasa cundo en un curso de formación se le pide al alumno que aprenda una materia o destreza en tiempo preciso y exigente y éste tiene una orientación a la metas que puede o no ser coherente con esas prisas exigentes?.







¡No abandones, no zapees!. Intentabas descansar leyendo este blog y te has dado de bruces con la losa del párrafo anterior. ¡Por favor, espera, que lo vas a entender!. Te lo prometo. Hazte el favor de seguir leyendo porque las conclusiones te ayudarán a gestionar tus propósitos.







En el indigestible párrafo anterior se alude a dos clases de metas. La primera es simple y universalmente entendida. Vaga errante por los restaurantes de todo el mundo cuando se celebran (sí, se celebración) comidas de trabajo. Las empresas hablan de trabajar por objetivos. Eso, en psicología, se llaman metas (goals) . Aclaro lo de objetivos. La acepción frecuente de esta palabra es producir más, vender más o ganar más dinero. Pero también existen objetivos cuya finalidad es aprender. Por ejemplo, un objetivo es montar más aspiradoras en el mismo tiempo. Otro, distinto, que los jefe inmediatos entiendan los principios por los que la aspiradora absorve los pelos de mi gato depositados en la butaca del salón.









Para explicarte el significado de la segunda acepción de metas he de contar la historia de sus orígenes








Una psicóloga infantil, Carol Dweck, advierte que los jovencitos se enfrentan a las tareas nuevas de manera muy distinta. A unos, la palabra prueba les causa pánico: "¿Seré capaz de superarla mejor que los demás?" Preocupados por el límite de sus capacidades, se centran en sí mismos. Su autoestima pende del número de problemas que resolverán. En inglés los llamamos orientados a la performance. Otros se enfrentan a lo novedoso con la curiosidad de aprender algo nuevo. No les importan los errores. Exploran y exploran hasta hallar la solución. Los errores son retos que se sienten capaces de superar poniendo empeño. Su interés se centra en apreder, dominar algo nuevo. Quieren enseñorearse de lo nuevo, que si, además, es difícil, mejor. Enseñoreamiento: mastery.







Hoy Tocan test, anuncia el profesor. El psicólogo les pone un ejemplo para que aprendan el procedimiento. Cuando todos dicen haberlo entendido, anuncia:"disponen de veinticinco minutos para resolver todos los problemas del cuadernillo". Levanta la mano en la que empuña un cronómetro cuadrado y negro, con muchos botones. "¡Ya!", dice aprentando uno de los botones. El alumno centrado en su valoración personal, apenas si se atreve a leer el enunciado de la primera pregunta. La ojea, pero le molestan los objetos desordenados sobre el pupitre,(coloca sus lápices y cuadernos por tamaños, los libros los mete en el cajón). Intenta leer de nuevo la pregunta, pero advierte que su lapicero no está bien afilado; lo afila. Retoma la lectura, pero sus nervios no le dajan entender bien su enunciado. La relee. Finalmente, la entiende y le parece fácil. Pasa página. Nueva pregunta. ("¡seguro que esta ya es más difícil¡"), se cerciora mirando de reojo al compañero de su derecha. "¿La habrá contestado ya?". Sí. Se inquieta. La turbación le dificulta la comprensión del problema: "¡Esto me va a salir mal!", "no tengo mucha inteligencia". Con esfuerzo, se domina y lo resuelve. "¿Por dónde irán los demás?". Se levanta, apoyando sus codos sobre el pupitre, e intenta ver la página en la que trabaja su compañero de delante. No puede leer el número, pero no es la misma que la suya. Con un poco más de esfuerzo lee: página nueve. Un sudor frío empapa su cuerpo, lo que ve es lechoso, una niebla densa, mojada, banquecina como el humo que asciende de las bocas grandes de las centrales nucleares ha envuelto la clase. Sus compañeros suben y bajan montados en un tío vivo, pierde el equilibrio, se va a desmayar. Mientras, su mente repite en eco expansivo y en espejos paralelos: "Seré el tonto de la clase". El profesor canta el tempo que les queda. La voz del profesor atrae su atencióny le devuelve a su pupitre. Lo ha oído perfectamente. Un impulso le obliga a mirar las páginas que le quedan. "¡No, no puedo llegar!, al final esto va a ser más desastroso de lo que yo creía". Se enfrenta a la tercera página atolondrado. Al tiempo que mal lee el enunciado, escucha de nuevo la voz del profesor: " Bayan recogiendo. Cierren los cuadernillos y coloquen la hoja de respuestas sobre mi mesa.". Hace un intento de responder, al azar: "A lo mejor acierto". Camina hacia la mesa del profesor abrazando su hoja contra su pecho. Sus pasos son intencionadamente lentos para descubrir cuántas respuestas ha contestado cada uno de los compañeros a los que deja que le adelanten por la izquierda y por la derecha. Deposita su hoja boca abajo en el montón. Vuelve al pupitre. Su corazón está agitado presagiando su vergüenza el día de los resultados. Durante las horas siguiente solo escucha la voz que resuena en la cavidad que encierra su piel: "no soy capaz".






A su lado su compañero. Cuando el profesor anuncia que hoy tocan tets psicológicos se alegra. Ya sabe que progresan en dificultad, lo que le estimula. Pone en orden sus cuadernos y lápices para que no le molesten. El sobre de su pupitre está despejado para trabajar cómodo. Hace el ejercicio de prueba. Cuando el profesor aprieta el cronómetro pasa página y lee la primera pregunta. Está tirada. Rápidamente pasa a la segunda, a la tercera, a la cuarta. Comienza a aburrirse: "esto es una pérdida de tiempo". Pero la quinta le presenta algo de dificultad. Una lectura pausada para descubre que sólo hay una respuesta posible. La marca. La sexta le reta: "Esto se pone interesante". Coge la silla con las dos manos, la acerca más al pupitre, se rellena en ella, apoya los codos sosbre la mesa y lee despacio el enunciado del problema. Le busca las vueltas. Siguiendo las transformaciones que va siguiendo el color de las figuras parece que se llega a una solución, pero la rotación de la forma no encaja. Intenta nuevas estrategias lógicas. Finalmente, cree haberla enontrado y marca la casilla satisfecho. Pasa página. " Aquí hay que entregarse a fondo", se dice con regocijo. Busca una estrategia, una segunda, una tercera, vuelve a la segunda. Finalmente descubre que ninguna de ellas es la verdadera, sino una cuarta en la que todos los elementos en juego se resuelven lógicamente: "Con esfuerzo se consigue todo". Pasa páginas centrado en cada enunciado. No se ha dado cuenta de que el profesor ha dicho: "¡Basta!". El profesor le llama la atención. Camino de la mesa sigue pensando en la respuesta del problema que estaba intentando solucionar. Deposita la hoja y pregunta al compañero de su izquierda: "¿cuál era la respuesta al problema veinte?". Está contento: " Al menos hoy he tenido que trabajar duro". No ha pensado en sí mismo, no se ha valorando mientras trabajaba. Se ha centrado en la solución de los problemas y ha disfrutado del esfuerzo que le han exigido los últimos problemas. Como pescador al que se le resiste la presa ha tensado el sedal, ha soltado carrete y a vuelto a regogerlo para cansar a su pieza. Ha gozado con cada estrategia nueva. Pertenece al grupo de los que Dweck llama centrados en enseñorearse de la tarea. En inglés se les denomina matery










-Como ves, nada difícil. Todos tenemos recuerdos de experiencia semejantes. ¿Con quién te has identificado?






Sólo me resta decirte cómo llamamos en psicología a las metas por objetivos: metas contenido. A las metas de Dweck, las llamamos orientación a las metas. Las primeras tiene como cometido ejecutar algo en menos tiempo o con más calidad. Las segundas se interesan por lo que la persona busca en la tarea nueva: orientación centrada en sí mismo, de evaluación personal basada en los resultados (performance o encarar la tarea nueva con el coraje de aceptar su reto, de descubrir la estrategia que permite dominarlas. Enseñotamiento (mastery).






Los autores de la investigación se interesan por descubrir los resultados en formación dentro de la empresa que se obtendrían de las posibles combinaciones de estos dos tipos de metas. Sólo quien conoce los procesos puede controlarlos e invertirlos.

Obviamente no quiero que recorras los estresijos del experimento de Kozlowski y Bell. Pero seguro que te interesan algunos resultados.

La terea que tienen que realizar los participantes consiste en detectar objetos amigos o enemigos que aparecen en la pantalla del radar para dar paso a los primeros y ordenar el derribo de los segundos. Los mejores resultados los obtuvieron quienes se acercaron al aprendizaje de esta tarea compleja con ánimo de enseñoramiento y, además, recibieron el encargo de descubrir las estrategias sin importar los errores. Si perteneces al mundo de la empresa y tienes a tu cargo personas que promover, no esperes de estas personas resultados inmediatos. Cuando los resultados se miden a largo plazo, cosa que no soléis hacer, estos son los que modifican la estructura de la empresa. Su fortaleza es la comprensión profunda y sólida.

Los peores resultados los obtuvieron quienes se acercaron al aprendizaje bajo el encargo de resultados exigentes e inmediatos e inmediatos y con la inención de medir su capacidad para esta tarea (performance). Sus resultados fueron excasos y de mala calidad. Los aviones amigos yacían abatidos en el campo de operaciones del que se habían adueñado los enemigos.






Leyendo las posibles combinaciones de los dos tipos de metas, brotó en mí la curiosidad por saber qué pasaba con quienes, asumiendo orientación de enseñoramiento, recibían órdenes de resultados inmediatos. Este es el segundo capíatulo de esta historia. Se me ocurrió que esta era la combinación de los jubilados: cada día se acercan al límite definitivo, aunque en su tajo tienen corte para más tiempo del que han vivido. Los resultados fueron lisonjeros: predomina su tendendia de enseñoramiento. Se dedican a su tarea con la devoción de niño que acarrea el agua del mar para llenar su flotador de plástico. El tiempo le corre estático, porque su reloj mental está en la tarea de acarrear agua.






Los mayores interesados en descubrir los meandros de lo que hacen o estudian se olvidan del paso del tiempo. Como Bandura, tan activo a sus 83 años como lo estaba a sus 50. Las personas dominadas por el mastery, independientemente de su edad, anestesian el tiempo, ponen sordina al ruido, orejeras a sus ojos y levedad a su cuerpo. Nada tiene tiempo ni ubicación. Sólo existe el reto de descubrir el porqué de lo que les abstrae.







El tercer capítulo de la narración lo están escribiendo alumnos a los que estamos ayudando a gestionar su tiempo de estudio. Cada lunes, el correo electrónico que presenta sus monitorizaciones y comentarios, aturde con el lamento de su falta de tiempo PARA ESTUDIARLO TODO. Los exámes se asoman en la quebrada de las vacaciones. Ahí, ahí mismo están. Pretendiendo estudiar una asignatura recuerdan lo que les falta de la anterior, de la posterior, de todas. Sin finalizar un tema pasan a otro de asignatura distinta, que abandonan para volver a la primera, a cualquiera, a ninguno. El suspenso les enhechiza. Abren y cierran libros, abren y cierran cuadernos, ordenadores, escriben notas que encestan en la papelera, preguntan a un profesor al que no escuchan pensando llamar a la puerta de siguiente. Mucha actividad, mucho cansancio, pavor, sudor, insomnio. Psiquiatras, pastillas, psicólogos, amigos, familiares cuyos consejos no aceptan porque su fracaso profetizado no admite razonamientos. ¡Cuanto dolor sin parto!







¿Se trata de un rasgo de personalidad? Para qué negarlo, muchos lo entienden así. Pero hacen sus investigaciones induciendo en los participantes una creencia de mastery o de performance. Y hallan diferencias. Quien quiera caer en contradicciones, que caiga. Quien se sienta vencido por el "ES QUE SOY ASÍ", que levante el trapo del vencido. No seré yo. Tengo el convencimiento de poder inducir en los estudiantes la meta de enseñoramiento, de gestión, de causa agente. Se les debe convencer de que tantas idas y venidas, tantos libros abiertos y cerrados, tanto desorden en la gestión del espacio y del tiempo, tantos consejos pedidos y no escuchados, solo engendran pérdida de tiempo y más pavor. Luego abandonan a la puerta del examen, como el agorafóbico huye de los espacios cerrados.






¿Pero es tan difícil entender que enseñorearse de lo que se han comprometido a estudiar desde la 17 a las 19 de la tarde de este viernes es lo único en lo que tienen que pensar?. Céntrate, entiende cada palabra que lees o escuchas, relaciónala con lo que ya sabes, búscale aplicaciones a la vida, a la tuya y a la del vecino. No hallarás tiempo para más. No hallarás otro tiempo porque el actual te parecerá un suspiro. Al menos eso llevas por delante: tu enseñoramiento de lo que acabas de estudiar en estas dos horas. Y con el enseñoramiento, la sensación de capacidad, que aupa tu autoestima, peldaño final de tu dignidad.






Siguiendo los dictámenes de tus pensamientos desordenados no te adueñarás ni de esto, ni de aquello, ni de lo de más allá, ni de lo antes ni lo de después, ni lo del profesor oscuro ni lo del meridiano, ni de las lecturas, ni los apuntes propios o prestados. Tu desorden te conduce a ninguna parte que no sea la desconfianza de tí mismo y la arruinante experiencia de no valer.


Cada uno es el guardaagujas de su vida. Si lo crees y lo experimentas en momentos de enseñoramiento, sentirás la indecible satisfacción de verte crecer, hierro al rojo que se alarga, se crece, se malea y toma la forma que solo tú quieras darle y esté pronto para el siseo de burbujas festivas de agua balsámica y bautismal, tras absorber la fuerza del martillo sobre el yunque.







































































































sábado, 15 de noviembre de 2008

SÍ, PODEMOS. SÍ PODEMOS, YES WE CAN

Cada persona se considera una autoridad en política. Con razón, porque su voto, inseminando la urna electoral, pugna por engendrar el Gobierno. Cuando lo consigue, defenderá su criatura con razón o sin fundamento, porque a los hijos se les quiere aunque sean un engendro. Cuando su voto no fecunda, sostendrá, con la misma pasión y sinrazón , que el gobierno es una criatura informe. La abundancia de pasión y la carencia de razón, legitimando o bastardeando la criatura política, explican que las tertulias políticas sean repetitivas, predecibles, enfrentadas e idiotas.



La, política, como objeto de estudio e investigación, tiene rango de asignatura en muchas titulaciones universitarias. También en Psicología. En el área de Psicología Social existe la especialidad de Psicología Política.



A mediados de los años 80 le dediqué tiempo y publiqué sobre el tema. Algún sabio en la materia, clasificaba la implicación política en las siguientes o semejantes categorías: El intelectual (para quien la política es objeto de estudio. No suele afiliarse a partidos para no contaminar su juicio), el ideólogo (traductor de los principios intemporales de igualdad y/o libertad al idioma de los tiempos), el forense (lingüista perverso, encargado de que las palabras denoten algo y su contrario, según las decisiones de sus "jefes"), los afiliados (temporeros de campaña, inversores políticos que raramente obtienen beneficios), los convencidos de las ideas (unos afiliados y otros no, pero votantes seguros) los viscerales (capilleros en guardia, cruzados de su santa ermita, prontos para desenfundar ante ataques reales o imaginados, negados para las razones). Obviamente, los indiferentes también tenían su casilla en el reparto (de ellos depende la dotación genética de la criatura política). Buscando en las listas de este reparto, la cartulina que porte nuestra identificación deben colocarla en la mesa de los intelectuales o en la de los indiferentes. Si llegaran a equivocarse, su desatino nos alistaría entre los convencidos por los valores del partido al que votamos. Pero, a voces, no en secreto de consciencia, admitimos, como dice Sabater en carta a su hijo, que no somos idiotas, que nuestro modo de pensar tiene una tendencia. Pero muy dispuestos a cambiarla si alguna nueva propuesta nos sintoniza.



- Eugenio, ¿no estarás siendo un lingüista perverso?.



- No, en manera alguna.



- ¿No estarás hablando tan impersonalmente porque quieres convencernos de tus ideas políticas?.



- No, y si así fuera, ¿No pensarás que vaya a desvelar el secreto de mi voto?



-¿Entonces?.


- Escucha. Este blog va de teoría cognitivo social.


Se ha elegido la clasificación de las implñicaciones políticas para prevenir malaentendidos al haber elegido el vídeo de la campaña electoral de Obama: "Yes we can" http://www.youtube.com/watch?v=OTQuAwVVQmw . Su elección se debe a coincidir o ser la definición precisa de autoeficacia, tanto personal como colectiva por lo que se ha seleccionado como eslogan para una nueva asignatura de Psicología Social.


En los días transcurridos del mes de noviembre hemos originado una forma de tutoría para ayudar a los alumnos temerosos o suspesos en psicología social. En el solemne lenguaje de las grandes organizaciones, o en el afectado de los opulentos, se calificaría como "coaching". Porque la tutoría que hemos planificado la Profesora Carmen Herrero y yo pretende lograr que los alumnos organicen su tiempo y forma de estudio, la llamamos gestión personal. Los alumnos han de oganizar su tiempo y modos de estudio. Cada uno a su manera. Contarán con nuestro apoyo todos los lunes ( o cuando nos lo pidan personalmente) para ayudarles en esa SU tarea. Sólo y totalmente SUYA. El eslogan de esta nueva forma de ayuda es YES WE CAN, SÍ,YO PUEDO. ¿Se entiende ahora que la elección del YES WE CAN no obedece a motivos políticos?


-¿Esperas que te explique en qué consiste esta nueva forma de tutoría?.


-¡No me lo estarás pidiendo en serio!


No es el secreto de la fórmula de los Nicanores de Boñar. Importa solamente que lleguen a la apreciación personal que conduce a la frase que define la autoeficacia: SI, YO PUEDO. YES, I CAN.


Mostrar el camino que lleva a ese convencimiento excede los límites de este tema, cuya verdadera intención es comparar la letra del vídeo de Obama con los efectos de la autoeficacia. YES WE CAN, SÍ YO PUEDO son la definición de autoeficacia, tan idénicos como el principio de identidad de Parménides.

Cuando puedan decirse sin engaño SÍ, YO PUEDO, les espera esta calidad de vida: Una sensación fuerte de eficacia intensifica los logros personales y el bienestar personal de muchas maneras. Las personas que tienen una gran seguridad en sus capacidades consideran las tareas difíciles como retos que han de ser superados en vez de amenazas que han de ser evitadas. Tal visión eficaz fomenta el interés intrínseco y una honda preocupación par la actividades realizadas por uno mismo. Las personas de esta índole se fijan tareas difíciles y mantienen un fuerte compromiso para con ellas. Frente a la posibilidad de fracaso, aumentan y reafirman aun más sus esfuerzos. Recuperan rápidamente su sensación de eficacia después de fracasar o ante los contratiempos. Atribuyen el fracaso a un esfuerzo insuficiente a una falta de conocimiento o de habilidades que pueden ser adquiridos. Se afrentan a las situaciones de amenaza con la seguridad de que realmente son capaces de ejercer un control sobre ellas. Esta perspectiva de eficacia conduce a logros personales , reduce el estrés y también reduce la vulnerabilidad de las personas a la depresión (Bandura. Discurso con motivo de su investidura Doctor Honoris Causa. Universidad de Salamanca).

Toda una aventura. Al regreso se mostrarán los resultados.

Te supongo inteligente y habrás ya entendido que una manera, no la más sustanativa, de conseguir el propósito consiste en repetirse muchas veces YES, I CAN. Un eslogan que no se repite no es eslogan.

El jueves, había creado ( si, yo había creado, ¡como suena!) un entorno receptivo a ideas políticas. El "YES WE CAN", oído, copiado, incrustado en una presentación power point, rememorado en el esquema de exposición coherente del día siguiente, habían propiciado la predisposición política. Al anochecer, en el acogimiento de la privacidad, me sentía cansado. Me poseía la indefinida vaguedad que , con seguridad, define el Limbo. Desganado para la iniciativa y anecesitado de escuhar y ver lo que te echen. Sintonicé la entrevista que Sánchez Dragó le estaba haciendo a Rosa Díez en Las noches Blancas glosando dos libros de la líder de UPD. Una vez más las casualidades que tuercen el caminoo premeditado o ya trillado. Rosa Díez me pareció distendida, cercana, alegre, vivaz, elegante de cuerpo y espíritu, con remembranzas emocionadas o desdeñosas, respetuosa, segura de su presente y de su futuro, fuerte, enérgica, pujante, con claridad mental y verbal, con fluidez verbal y mental, opuesta a pertenencias condicionantes, rechazando el voto opositor y a ceptando el convencido, el que satisface aunque no sea útil. Sus ideas sencillas e inteligibles: recuperación de la educación para el Estado, rechazo solidario de cupos históricos o recientes, independencia del Poder Judicial, defensa de la lengua común. Rosa era creíble, consistente, convincente, consecuente, creativa.

Por casualidad (otra vez la importancia de las casualidades) me había topado con un modelo de persona autoeficaz

El tiempo mudó de tarde a muy tarde. La duermevela repetía sin mucha consciencia: ROSA, YOU CAN, WE CAN, SÍ, PODEMOS,... YO PUEDO...PUEDO... Lento pianissimo del que no se recuerda su última vibración.




sábado, 18 de octubre de 2008

ENFERMERA ATASCADA EN UNA TRAMPA DE ARENA

El encabezado de este tema, al leérmelo, me ha sonado a título de película, aunque no sean más que unas líneas sobre Virginia Varns, Ginny, la mujer a la que Albert Bandura dedica sus libros y a quien le mandamos y nos devuelve recuerdos y los mejores deseos para sus vidas y nuestras vidas al final de los intercambios epistolares con Al..







Cuando las casualidades se acumulan, se produce una carambola ganadora de partida. El emcuentro casual entre Bandura y Virginia Varns fué una carambola.


Las universidades canadienses, lo mismo que las norteamericanas, dan gran importancia a la formación física. Riqueza educativa atesorada durante los años treinta y cuarenta del siglo XX. La formación física equivaldría a las milicias universitaras españolas. Pretendían que los jóvenes universitarios estuvieran en forma física para alistarse, si la Patria los requiriera. Dos asiganturas oblgatorias, de curso completo, cursaban los universitarios en Vancouver. Buscando la tranquilidad, sustituyendo las escaladas imposibles de cuerdas anudadas, o el salto del potro, incluidas sus piruetas, en el hacinado y viejo gimnasio, en el primer año universitario; para huir de las desfallecedoras carrearas en torno a la pista del polideportivo, en el segundo curso acadámico, Bandura aprendió a tirar con arco y jugar al golf. Una casuliadad.




Mientras se especializaba en psicología clínica en Iowa, además de manejar el martillo de carpintero, que le sustentaba, intercambiaba los palos de golf, de acuerdo al golpe, para evadirse de horas intensas de estudio o de experimentos aburridos: sólo espectador del enésimo recorrido de la enésima rata albina hambrienta de un único, elemental laberinto en forma de T, en el que únicamente se intercambiaba el color blanco con el gris en sus paredes miniatura.



Bandura no era el único que intentaba introducir, con el menor número de golpes, la dura pelota blanca en cada uno de los hoyos abanderados. Había que apuntarse para pisar el green. Los horarios de juego para cada pareja se establecían con antelación. Un domingo, Bandura y su compañero de recorrido, se retrasaron, tuvieron que hincar su tee minutos más tarde. Delante de ellos lo intentaban dos chicas a las que, por su mayor cortedad en la pegada, dieron alcance. Pudo parecerles un contratiempo, pero resultó un encuentro inolvidable. Eran atractivas. "Encontré a mi mujer en una trampa de arena", repite soltanto su carcajada sonora, tan distintiva.

Lo que pasó, a partir de aquel encuentro en la trampa de arena, lo podemos imaginar como un noviazgo del que nunca habla más que para calificarlo como encuentro casual que determinó su vida. El encuentro condujo pronto al compromiso matrimonial, lo que aceleró el final de sus estudios de doctorado. Se casaron en 1952, el mismo año en que Bandura finalizó sus estudios de doctorado. Cumplió todos los requisitos en tres años en lugar de en cuatro, como lo hacían los demás y como estaba regulado en los planes de estudio.



Virginia Varns (Ginny Bandura) aparece casualmete en los apuntes biografícos de Bandura y desaparece con la misma celeridad, mencionando que le acompañó a Wichita, donde fue coordinadora matrona en el hospital de una localidad vecina. Con ella tuvo dos hijas: Mary y Carroll ( psicóloga y médico repectivamente). A las tres suele dedicarles sus libros. Recuerda a Ginny, acariciándola, al describir sus momentos de ocio o de voluntariado. Ginny pertenece a su mundo íntimo. Y nadie tiene derecho a asignarle el papel que ninguno de los dos ha deseado que represente. Nada de tópicos.

Nada de nada trasgrediendo intimidad. Pero al tratarse de un blog sobre Bandura, su obra y su vida, no quiero olvidarla, en lo que es público.

Virginia Varns se graduó en enfermería en la Universidad de Iowa en 1947. La escuela de enfermería de Iowa, durante aquellos años, estaba cambiando radicialmente su estructura para convertirse en Facultad. En 1948 hace un ensayo general para celebrar sus bodas de oro. En septiembre de 1949 se matriculan oficialmente los primeros 32 alumnos.



Durante el curso de 1948-49 la enfermera Varns, se encarga de coordinar los servicios de alimentación en los hospitales universitarios. Adquiere,pues, inmediatamente una responsabilidad de gestión. En el trascurso de los años 1949 hasta 1951 ejerce sus funciones de enfermera en los mismos hospitales universitarios.

Nada he podido encontrar del año 1951-52, precisamente el curso en que fué alcanzada por Bandura en la trampa de arena del campo de golf. Dando por buena la información de que las dos jóvenes eran profesoras de la Facultad de enfermería, parece que pasó a compaginar la práctica con la enseñanza ese mismo año. Fue, pues, elegida como profesora en la recién creada facultad de Enfermería. Además de aptitudes para la gestión poseía capacidad para la docencia. Toda una carrera académica y profesional en perspectiva. Su especialidad: la obstetricia. En el calendario escolar de la Facultad, en el semestre de otoño del curso académico de 1952-53 aparece como encargada de la asignatura: Nursing of Mothers and Infants.

Este dato es interesante y cambia lo que afirman las breves notas bibográficas que existen sobre Bandura: que Ginny le acompañó durante el año en que el futuro profesor de Stanford hacía su internado, como psicólogo clínico, en el Centro Comutario de Wichita. El semetre de otoño del curso 1952-53, finalizó en febrero de 1953. En septiembre de ese mismo año, Albert es contratado por el Decano de Psicología de la Universidad de Palo Alto, Robert R. Sears. Quizás Virginia Bandura le acompañó solamente durante unos meses, ejerciendo la coordinación de su especialidad: obstetricia.

No es esta la única información que puede hallarse sobre Ginny. Quienes lean la obra de Bandura hasta los detalles aparentemente poco interesantes, hallarán un agradecimiento de Albert Bandura y R, Walters, sa Ginni Varns Bandura por haberles ayudado en la la confección del manuscrito de su promer libro sobre la conducta agresiva de los jóvenes. Esta nota es reveladora y entrañable, al menos para mí. Me imagino a los dos juntos echando horas interminables en el mismo trabajo. Mary y Carroll ya habían nacido por entonces. Quien haya vivido una experiencia semejnte tiene poco que imagina, basta con recordar.

En esos años, precisamente en esos años y no antes. En ese trabajo y no en los anteriores sobre las respuestas de espacios blancos en el test de Rorschach o sobre las reacciones de los enfermos a las ansiedades de los psicólogos clínicos, arranca el Bandura que cambiaría la naturaleza de la ciencia psicológica. Mary y Carroll balbuceaban sus primeras palabras mientras Ginny ayudaba a Bandura, que daba sus primeros pasos en la teoría del aprendizaje social.
Casualidad que eligiera el golf cuando estudiaba en Vancouver, casualidad que estuviera cansado aquel día, casualidad que se retrasaran, casualidad que las dos profesoras de enfermería fueran lentas y que una de ellas estuviera entrampada en el banco de arena. Muchas casualidades y una carambola a tres bolas y tres bandas. Impredeciblemente ganadora.

viernes, 26 de septiembre de 2008

AUTOEFICACIA Y DISFRUTE DE LA VIDA







No puedo explicarme por qué, pero esta caja de cerillas me ha acompañado durante diecisitiete años.



Una tarde, como muchas otras, sentados en el salón de la casa victoriana de Rudy y Gloria, en la ciudad de San Francisco, charlábamos sin la urgencia de las manecillas del reloj. Rudy , de procedencia italiana, era Presidente de una Universidad de Postagrado en San Francisco; Goloria, filipina, coordinaba los pogramas educativos en otra. Nos acompañaban Gustavo y Larry. A Gustavo lo conocimos en 1972 en Salamanca, cuando dirigía el Programa que la Universidad de Stanford tenía en la del Tormes. Profesor joven, inteligente, con la mente abierta para considerar sin prejuicios lo que no le era familiar. Tan generoso como curioso. Nunca pronunciaba la palabra imposible : "No es fácil, pero déjame pensar", decía. Al final, irremediablemente, te hacía el favor. Nos cuidábamos de expresar deseo alguno, pues su generosidad se distinguía por el detalle preparado para el encuentro próximo. Aquel mismo año de 1972 conocimos a Larry cuando vino a visitarl a Gustavo. Callado, pero con gran sentido del humor. Una amistad dura que perdura. Gustavo y Larry nos presentaron al matrimonio Rudy y Gloria en 1978 en nuestro primer viaje a Stanford.



Estábamos sentados aquella tarde de 1991 en el salón de la casa victoriana de San Francisco. Sobre la mesa baja, impregnada todavía del cremoso aroma de un café capuchino, había un cesto filipino lleno de cajas de cerillas. Mi curiosidad y mi manía de tener siempre algo entre las manos, las metí en aquel desordenado montón de logotipos y teléfonos. Cada una tenía la dirección de un hotele o un restaurante. Un puzzler abigarrado de colores. Tenemos la costumbre de coger las cerillas de propaganda, me dijo Rudy. La idea me resultó curiosa. Desde entonces, como un acto reflejo, he recogido cuantas cajas de cerillas de propaganda he encontrado. Las iba metiendo en bolsas con la intención de ordenarlas algún día. Nunca lo hice. Como además dejé de fumar el 12 de febero de 1978, siguiendo un programa de autogestión, tambpoco las veía. Al mudarme de casa recientemente, se las regalé a un familiar, que las tiene a la vista. Me entretengo manoseándolas irresistiblemente cuando le visito. Vuelvo a leer los nombres de los restaurantes y de los hoteles. Admiro la ingeniosidad de los diseños de los estuches y la belleza de los logotipos. La mayóría de los establecimientos que allí aparecen han desaparecido. Entiendo ahora a los coleccionistas de cosas insignificantes, porque el tiempo les concede categoría de documento histórico. Cuando mi familiar obseva la devoción infantil con la que las manoseo quiere que me las vuelva a llevar. Me lo etoy pensando.



Pero esta caja de un restaurante de San Francisco nunca fue a parar al magma oscuro de las dos grandes bolsas donde se confundían las demás, metidas en un cajón. La he tenido siempre en el cajón superior de mi mesa de estudio, en el que ubico las grapas, los clips, las cargas de tinta de las plumas estilográficas, las de los bolígrafos y las minas de los lápiceros, las tijeras, un poequeño destornillador, algún rotulador o iluminador de texto. Sí, el llamado cajón de sastre. Repito, no sé que hacía esta caja de cerillas en el cajón que, de tanto abrirlo y cerrarlo, termino por desgasterle sus guías. El desgaste de esta caja de cerillas se explica por la cantidad de veces que he tenido que apartarla para encontrar un clip o una carga de grapas.



Con el roce terminé cogiéndole cariño.Si algún día, de repente, al abrir el cajón, no hubiera visto el caballo blanco, lo hubiera echado de menos. Con expresión de Ortegay Gasset, hubiera brillado por su ausencia. Un buen ejemplo del fenómeno psicológico de la mera presencia de Zajon.



Cuado uno escribe espera que le lean también personas que desconocen la jerga que cada especialidad tiene. Todos estamos familiarizados con la jerga médica, que llama laringitis a lo que mi madre definía como tos de perro. Pero si uno quiere que le entiendan quines le leen tiene que traducir sus jergas. La mera presencia define un fenómeno o proceso psicológico por el que se llega tener querencia a los objetos y cosas con los que convivimos o nos encontramos infaliblemente cada día. Al ir hacia el trabajo encontramos con puntualidad personas cuyo rico mundo interior desconocemos. Tanto las vemos, que las tenemos por amigas sin haber cruzado nunca una palabra. De pronto, un día, les decimos, nos dicen: ¡Adiós. A la mañana siguiente seríamos groseros si les priváramos del saludo. Cuando, sin esperarlo, no podemos saludarles un día porque no aparecen, zozobramos pensando que les ha pasado algo, como si de un familiar se tratara. Al final, de tanto roce, le hemos cogido querencia. Ese es el fenómeno de la mera presencia como proceso psicológico que modifica o crea actitudes.



Si un día, al abrir el cajón de mi mesa de estudio, el caballo blanco no iluminara mi mirada, hubiera tenido alguna dificultad para proseguir mi estudio o mi escritura.



Esta caja de cerillas con su dirección y su teléfono la reogí una noche en la que cenamos con Bandura en el restaurante Lipizzaner de San Francisco. Bandura es un gran gurmet y disfruta enseñando a sus amigos los descubrimientos de nuevos restaurantes o nuevos vinos. Una de las secciones que primero leo del periódico es la de restaurantes y bebidas, para saber qué nuevos restaurantes o nuevos vinos aparecen y ienen buena crítica, para visitarlos o beberlos. Tengo pocas oportunidades, por eso aprovecho cuando me visitáis (me confesó al manifestarle que me sentia abrumado por tanta inviatación). Un día, en Beltramos, encontré unas botellas de Pesquera, no lo conocía: Fijate en este vino y no lo olvides, le dije.
Cuando en su biografía menciona sus excursiones a valles, montañas y desiertos de California o sus colaboraciones voluntarias para defender el medio ambiente, juntamente con Ginny, Mary y Carroll, uno le ve humano. Se esboza una sonrisa cuando se apropia las palabras del Senador Tsougas:nadie, en el lecho de la muerte, se lamentó por no haber dedicado más tiempo a su oficina. Se emociona cuando, ya fuera del texto científico, escribe glosando la figura de la Psicóloga alemana Margarita M. Baltes, a quien conocí en el Simposium Internacional celebrado en Marbach, (1993,) al que acudimos unas cuarenta personas de todo el mundo seleccionadas por el propio Bandura y que ella organizó: Qué felices fuimos porque Margarita participó en nuestra vida personal y académica. Cuánto la echamos de menos. Cobramos ánimo de su legado docente y de las memorias que nos legó.



En tono personal, Margarita estará al lado de mi mujer Ginny y a mi lado:




. En cada fesitival de Bach en Carmel




. En cada improvisada cena con añada excelente, al ponerse el sol, en las altas tierras de Carmel, observando el horizonte de Punta Lobos.




.En los picnics bucólicos en la bodega de Ruthford sobre los gloriosos viñedos del valle de Napa.




. En las los senderos tortuosos del monte Tamalpais




.En la diminuta ópera de de Villa Montalvo




.En los conciertos sinfinicos de la Filarmónica de Berlín




.En los santuarios culinarios del Chef Panisse y Auberge du Soleil.






Al leer sobre la teoría de la autoeficacia puede sacarse la apreciación de requerir un esforzado, persistente, sostenido control de cada micra de conducta o pensamiento. Es una percepción falsa. Quien entiende la teoría de la auatoeficacia llega al convencimiento de que el autoeficaz es feliz cuando avanza en la consecución de lo propuesto. No existe felicidad más grande que batir

la marca que uno se ha propuesto cada día o semana. Con la tranquilidad de haber logrado lo perseguido, se disfruta sin reservas de la música, la montaña o el dolce far niente. El que arrastra consigo la pesada carga de lo que se había propouesto y no ha logrado, no puede disfrutar escuchando a dos viejos saxofonistas negros, sentados en el umbral de una puerta del barrio chino de Sa Francisco, emulándose el uno al otro, soplando el metal por el puro placer de oirse el uno al otro sus limpias melodías, graves, repletas de metálicos sonidos armóniosos, urbanas. Sin tiempo ellos para dejar de tocar por puro placer y sin prisas tú porque no queda nada por hacer.





















lunes, 1 de septiembre de 2008

AUTOEFICACIA COLECTIVA
















Las vacaciones nos afectan a todos. En agosto no he escrito mi tema del blog. La falta de tiempo no es disculpa, aunque la gente dé por bueno que en vacaciones hay que romper con la estructura de rondó de la cotidianidad. No escribí, simplemente, porque este artilugio mágico llamado ordenador, se infectó gravemente, tanto que tuvieron que intervenir los especialistas. Para eso están. Mal negocio hace quien pretende saberlo todo en este campo y depender solamente de sí mismo. Berry Zimmerman,uno de los mejores invetigadores en la teoría de la autoeficacia, especialmente en temas de desarrollo inelectual, ha descubierto que las personas autoeficaces tienen la habilidad de consultar y no perder el tiempo en resolver aquello para lo que no están preparados.






¡Qué pejiguera es la psicología! Pues no, no quiero decir que uno no deba aprender cómo funcionan los ordenadores. Uno debe defenderse lo suficiente para ir solventando los contratiempos que de vez en cuando nos causan estos instrumentos. Es más, debe aprovechar los sopetones para preguntar y aprender qué es lo que debe hacer para sortear el mismo callejón sin salida. Hubo que reinstalarle sus sistema operativo, recargar los programas, recuperar algunos archivos importantes. Y eso sí que me arrebató el tiempo que había destinado a esta página. Luego tuve la alegría de poder viajar unos días por algunas capitales del norte de Europa.










Siempre que se viaja, si se va con los ojos abiertos y sin juzgar lo que discurre ante la mirada atenta, observando modos diferentes de interpretar y diseñar los mismos hábitos y necesidades: comer, vestirse, negociar, comprar, vender, rezar, pintar o esculpir la realidad en lo que se llama artesanía típica, oxigena la mente, especialmente, pienso, de un psicólogo social. Aunque se conozca mucho, aunque se haya viajado mucho, a veces, sin esperarlo, (de nuevo las casualidades de la vida) hay algo que despierta la sensación espiritual de los sublime.





Terminabamos la visita a la ciudad de Gdansk. Como los estereotipos funcionan para que la mente se ocupe en lo que interesa, llegué a esa ciudad como si fuera de orden inferior comparada con la soberana San Petersburgo o Copenhague y Estocolmo, capitales de reinos. En mi estereotipo de Gdansk estaba la imagen del sindicato Solidaridad, con Lech Wałęsa agitando a los sindicatos católicos a finales de los 60 y , especialmente, durante la década de los 70, para liberarse del régimen marxista que les impedía manifestar y decidir libremente. sus creencias y moldo de ser gobernados.






Lo que observé me gustó. Apenas si existían rastro de la guerra o la represión brutal. Es una ciudad limpia, alegre. Restaurada, porque lo leí, tal como había sido construída por los mercaderes de la edad media y el renacimiento. Su fachadas estrechas, empinadas y cada una decorada con grabados, gárgolas y altorrelieves distintivos le daban un toque de semejanza con las ciudades Holanadesas y Belgas, pero con más alegría, menos monótona y sin tanta uniformidad alineada. Gárgolas abundantes, pero distintas de los tradicionales dragones voladores. Ranas de ojos salatones que recogen el agua por la espalda mientras se mofan de la inutilidad de tu paraguas y arrojan la del tejado por el canalón que arranca de su parte inferior ocultando sus vergüenzas o revelando sus secreto de añorar su etapa de renacuajo.Escarabajos peloteros de antenas hirsutas sobrepasando el tejado, con sus fauces abiertas avariciosamente para aprovechar cuanto desprenda el tejado puntiagudo y construir una pelota de desperdicios tan grande como la esfera del sol poninte en tardes de verano. Canes a nivel de tu cabeza que te enseñan los dientes; unos regurgitan agua al menor descuido, mientras que otros bromean contigo haciendo el ademán de chorrearte, pero tuercen inmediatamente su lengua de canalón y te enseñan sus dientes sonrientes,guasones; en su cavidad de aluninio resuenan alternativamente el tintineo de las gotas de agua, tirachinas de travesura infantil, la risa continua y atiplada de grupos de adoslescentes y la grave risotada atragantada del ogro de Pulgarcito. Cada can es diferente, aunque todos son guardados en la retina de las diminutas cámaras de los visitantes. Unos son turistas que disparan a todo lo que aparece, incluso aquellos edificios que otros han fotografíado con maestría y copyrigt, visitan las ciudades y monumentos para observarlos cuando vuelvan a casa, sin darse cuenta de que al lado pasa una madre con un carrito de gemelos que a los hijos del sol nos parece una carcel prematura, pero que para los hijos del agua y el hielo son el cofre done guardan sus tesoros más preciados. ¿Llevaría climatiazación el infame carrito infantil?. Los turistas vuelven a ver los monumentos de las guías convencionales cuando descargan sus tarjetas en el ordenador. Los viajeros apenas si entran en las iglesias palacios o museos: pasean por las calles, siguen con su mirada los comportamientos de la gente durante tanto tiempo que pareciera que estuvieran haciendo ejercicios de rehabilitación de sus cervicales. Se adentran en las callejuelas donde entran los que allí habitan y descubre que en toda ciudad existe un rincón, sacro o profano, en el que sus habitantes esconden o muestran sus creencias mas íntimas. Toda ciudad tiene su rincón de culto adornado con las mismas flores, aunque los tótemes sean dispares. Cuando el viajero descarga las tarjetas de sus cámaras en el ordenador, no mostrarán monumentos, sino capillas dedicadas a la Virgen o al Diablo, o la estrella de Davd, o un grafiti que le resucita un estado del alma.





Sin duda Gdansk es una ciudad moderna que ha reconstruído su antiguas fachadas para mostror que del desastre se puede salir hermoso y aseado. Esto era ya una lección de constructivismo positivo, un modelo de a elegir por los investigadores de la teoría cognitivosocial y y una propuesta a imitar por aquellos pueblos que se eternizan en sus lamentos de impotencia e ineficacia. Estas eran mis reflexiones de vuelta a mi refugio temporal en busca de descanso. Viajábamos en un taxi cuyo conductor no entendía ninguna lengua en la que pudiéramos comunicarnos. Expresabamos nuestras impresiones en voz alta como quien considrando que el taxista no era cómplice ni espía. En un momento pronunciamos la palabra Solidaridad. Esta sí la entendió y, casi sin pedirnos permiso, se desvió, nos condujo por las calles de un barrio exterior de la ciudad. Paró el taxi, nos invito a bajar y con su mano abierta nos señaló el monumento construído en honor a los héroes del Sindicato Solidaridad. Estábamos solos los tres: Isabel, el taxista y yo. La primera imporesión fue un poco indiferente: tres estructuras de acero rematas en tres cruces. ¡Vah!. Un monumento tradicional a los caídos. De cerca descubres que la cruces son anclas, que en una de las columnas de acero entán grabadas la fechas en las que el sindicato católico Solidaridad se rebeló y fue brutalmente reprimido: 1956, 1970, 1980,1981 una lucha muy larga, tensa, pertinaz, persistente, una lucha en que los amasacrados fueron sustituídos por compañeros que aferraron con ambas manos la maroma de la solidaridad con la que tumbar la poderosa estatua del apresor de sus libertades y creencias. La tenacidad de los autoeficaces se repone, y en este caso, toman el relevo, con facilidad cuando se encuentran con el fracasos, repite Bandura en sus escritos. Pero esto que se explica en clase de psicología con entusiasmo, se ve grabado en el frío acero de quienes murieron por defender su libertad y su fe. Autoeficacia colectiva. Notas por segundos que tu piel se estremece físicamente por la emoción de respeto, admiración, icredulidad. Aquello era una aparición súbita. Mueves tus pies sileciosamente para no distraerles de su esfuerzo concentrado de liberación. Con la devoción del sacertote que da vueltas al altar incensando el ara sagrada, vas mirando cada detalle del monumento cuando descubres a uno de los supervivientes. Exhausto, famélico, con su botas de goma por encima de las pantorrillas, el casco de metal en su cabeza, el traje engrasado, la chaqueta semidesabrochada como en esas imágenes de mineros en el momento de aflorar de las profundidades. Tiene las manos levantadas, casi juntas, a la altura de su barbilla, con las palmas abiertas hacia el monumento. Quizás reza, acaco agradece, problablemente admira y seguramente todo a la vez porque todas esas emociones se hacinan en un eterno segundo. Junto a él, lápidas y fotografías de algunos destacados que murieron por colocarse al frene de la cuadrilla de segadores de la opresión, llevando más surcos que los que le secundaban. No se me ocurrió leer ningún nombre. Aquello era una autoeficacia colectiva de un grupo de constructores de barcos que veían cómo el producto de sus trabajo cruzaba libremente el horizonte que a ellos no les estaba permitido explorar. "Teniendo ellos más alma, tenían menos libertad". Estábamos solos, ya lo he dicho, pero es que esa soledad permitía vivir el momento en profundidad. Tampoco hacíamos ruido al ir girando al rededor de aquella tres columnas de acero. En un recodo apareció la cara de un pequeño muro que habíamos visto de espaldas. Unas pequeñas cabezas de trabajadores de los astilleros cubiertas con sus cascos de trabajo (¿o de guerra?) presidían cuatro planchas de cobre, cada una en un idioma distinto. Observé que una debía ser ruso, la otra polaco, seguramente. La terera y la cuarta estaban escritas en inglés y en francés. Yo me quedé y fotografié, para no olvidar aquel momento encantado, la escrita en inglés:










A TOKEN OF EVERLASTING REMEMBRANCE OF THE





SLAUGHTER VICTIMS. A WARNING TO RULERS





THAT NO SOCIAL CONFLICT IN OUR COUNTRY





CAN BE RESOLVED BY FORCE. A SING OF HOPE





FOR FELOW-CITIZENS THAT EVIL NEED NOT PREVAIL.










Confieso sin rubor que me asomaron las lágrimas a los ojos. Ahora, cuando he revelado la imagen en la pantalla de mi ordenador, he vuelto a revivir aquel respeto ante lo sublime . No pronuncié palabra. Acaricié la cabecita de uno de los vigilantes de aquel testimonio como quien pide un deseo al ser que nos religa, le dí, les dí las gracias por su ejemplo.





De todo lo escrito en aquella lápida me quedé con la precisión de la última frase:










Una señal de esperanza para los compañeros-ciudadanos de que el mal no necesita prevalecer.










En este momento no encontraría un mejor ejemplo de autoeficacia colectiva que el monumento en recuerdo a la larga, tensa, constante, infatigable creencia de cadena de generaciones de miembros del Sindicato Solidaridad que fueron tomando el relevo de los que caían abatidos por las poderosas fuerzas del mal. Su creencia en que el mal no debe prevalecer necesariamente porque ellos se juzgaban capaces de vencerlo, nos debe identificar a todos los compañeros-ciudadanos con el superviviente que les reza, les admira, les agradece y les envidia. Todo es posible cuando uno se siente capaz de ejecutar sus empeños.


























lunes, 28 de julio de 2008

BANDURA EN EL SOCIOGRAPH






Ya han pasado algunos meses desde que iniciara esta experiencia bloggera. Me he comprometido a escrbir, al menos, una tema cada mes. Cuando creas tu página los duendes Blogger(no se sabe donde etán, pero, mandan mucho) te exigen un compromiso de la periodicidad con la que les vas a despertar. Debe haber mucho entusiasta inconstante.
Al blogg le didico un día de cada més. Cuando aparecen los temas, si me aguanto, les digo (y me digo) que no es esto lo que toca hoy, espera tu turno. En cambio, me aconece que el día marcado para el blogg alguna idea nueva se salta el turno abusando de no sé que superioridad.
Hoy, 29 de julio, en mi caledario está escrito que debo visitar a los duendes Bogger.
Estoy llegando a casa. Abro el correo y me encuentro con una inesperada carta de mi amigo y compañero José Luis Martínez Herrador. Me incluye unas graficas obtenidas con el sociograph durante el segundo debate televisado entre Zapatero y Rajoy, el que coordinó Olga Vízar, durante la campaña electoral. Pienso que merece un espacio. Va, pues, por el Sociograph.


Hacía tiempo que pensaba explicar la foto que preside este blog. Aparecemos Bandura y yo conectados, mediante unos electrodos y mirando auna máquina: Estamos sometiéndonos a una prueba del Sociograph. No, no me hagais la pregunta, que os la estoy oyendo . ¿Qué es el Sociograh? En vez de explicarlo vedlo. Se ha colocado enla cabecera. ¿No os decía que era un prepotente?


Lo definimos técnicamente: El Sociograph permite someter a un grupo de sujetos (10,12,ó 24) a diferentes estímulos, en tiempo real, para investigar su actividad electrodermal omo medida de su nivel de atención ( Martínez Herrados, Garrido Martín, Valdunquillo, Martín Casado (M), Martín Casado (AM) y Macaya, 2007: La medida de la atención y emoción de grupos sociales ediante una nueva tecnica: el Sociograph).

La idea surge casualmente (las casualidades rigen nuestras vidas) en una conversación entre el Profesor Martínez Herrador y yo. Sabía de sus capacidades para manejarse en el campo de la electroingeniería. Pues aprendió tal profesión antes que la psicología. Yo tuve la suerte de conocerle al poco de iniciarse los estudios de Psicología en la Universidad de
Salamanca. Teníamos que elegir una persona para explicar psicofisiología y mi voto fue para él. Convivió con nosotros algunos años en la Facultad, pero al final se refugió en la Escuela de Educación de Avila. Fui nombrado membro del tribunal que juzgo su tesis doctoral, que trataba sobre medidas psicofisiológicas. Su tesis, porque los temas que los doctorandos eligen para doctorarse definen, de alguna manera, sus características personales. Siempre que sus directores sepan apreciar las aptitudes de quien le elige para escalar la cumbre más alta de una carrera universitaria. De natural tímido, de trabajo constante, intenso y silencioso. El perfecto esteretipo de investigador solitario.



Cuando venía por la facultad y nos encontrábamos echábamos un rato contándonos nuestros proyectos. Andaba yo, a finales de los noventa y primeros años de este siglo XXI, dándole vueltas a temas de psicología jurídiaca. Acababa de celebrarse un juicio con jurado en la Áudienza de Salamanca y llené la sala con mis estudiantes.


-¿Qué hacéis los psícólogos aquí?. Me preguntaron algunos conocidos abogados de la ciudad.



-¿Cómo me preguntáis eso si la jurisprudencia está llena de Psicología ( Garrido, Masip y Herrero, 2007: Psicología Jurídica. Madrid, Pearson).



Lo he publicado y lo defiendo: no existe una profesión que utilice más supuestos psicológicos que la jurisprdencia y su ejercicio. Más que nosotros, los psicólogos.


La toma de decisiones de los juados ha interesado mucho a la psicolología jurída. SuIendo un tema tradicional, no ha sido fácil de investigar, por que sus deliberaciones se llevan en secreto.

-Estoy interesdo en saber qué tipo de argumentos o modo de presentar las pruebas son las que impresionan a los miembros del jurado en su conjunto, no individualmente y poder aconsejar a los abogados sobre el tema. Le comenté a José Luis en uno de nuesros encuentros.

-Eso puede hacerse midiendo el grado de atencion y las reacciones momentáneas en el mismo momento en que se presenta una prueba.


Los dos tomamos el compromiso de ayudarnos mutuamente. Al cabo de poco tiempo, poquísimo para lo que yo suponía, me presentó el primer modelo. Luego, arrebatándole horas al sueño,mientras la recia ciudad de Avila fundía las cuadros blancos de sus ventanas con los grises de sus paredes, en una partida de ajedrez aplazada hasta el amanecer, el apasionado de su electrotécnica ensamblaba cambles, soldaba terminales y enroscaba tuercas o tornillos. Se preocupaba por igual de la milimétrica urdimbre de cables que de la vistosidad de la carcasa que los encubría. Poco tiempo después, siempre al poco tiempo, presentó la segunda edición del sociograph, muy cercana a la actual. El sociograph es muy muy semejante a los monitores que se o9bservan en los hospitales, especialmente en las UCI.

El sociogrph recoge la activiadad electrodermal mediante un electrodo fijado en uno de los dedos de la mano y, tras hacer una análisis de verianza entre todos los sujetos del grupo "enganchados a la máquina" (tal como se ve en la foto de Bandura y mía) envía dos tipos de gráficas a la pantalla del ordenador. La gráfica superior indica ln grado medio de reacción o atención del grupo, en la gráfica inferior se muestran las reacciones puntuales a puntuales estímulos. Cuando esta gráfica es plana o descendente y en la inferior no aparecen picos, los sujetos del grupo se aburren, no atienden. Por lo mismo, no podrán procesar la clase de argumentos o de estímulos a los que no pestan su atención.

Pasaron los días haciendo pruebas con diferentes estímulos: paisajes, escenas de humor, dicursos políticos, alunizaje de Amstrong, crímenes violentos o rsolución de pruebas psicológicas de inteligencia. Si, discriminaba. Era llegado el momento de presentarlo a la sociedad científica. Por el momento, sólo como intrumento para medir los estados emocionales o de atención de un grupo de personas.

Se presento en un curso especial de Psicología Social. La prensa se enteró e inmediatamente fuimos requeridos para explicarlo. Antena 3, le dedicó un espacio de "a fondo" en uno de sus telediarios. Temíamos que la anormal situación de saberse grabados para la TV borrara la diferencia de las reacciones ante los estímulos. Pero el sociogrph no nos decepcionó. Pudo verse claramente cómo se modificaban las gráficas ante estímulos diferentes. Luego lo patentamos.

Este es el aparato al que se Bandura está enganchado enla foto de la portada. Podrá vérsele en muchos actos sociales más o menos inhabiatuales, dada su presencia en todas las latutudes de la tierra, pero enganchado al sociopolígrapho, por ahora no. Cuando Bandura hizo esta prueba estábamos en fase de ajustes.
Pero lo que me ha impulsado a escribir y describir el sociograph (no hedicho que desechamos el nombre de sociopolígrafo, para que no nos identificaran con la máquina de la verdad, aunque el principio picofisiológico es elmismo)no ha sido la foto de Bandura emitiendo sus impulsos a la máquina, sino unas graficas de un estudio en vías de publicación elaborado por Jose Luis Martínez Herrador y la Cátedra de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca duante el el segundo de los debates televisados entre Zapatero y Rajoy. Un conjunto de estudiantes lo siguieron unidos pegados sus dedos al sociograph. La grata sorpresa que acaban de producirme las gráficas son la causa de estas líneas.
Cuando José Luis y yo hablábamos de la posibiliades quetenía nuestro (su) invento, pensábamos en las infinitas posiblidades que tenía por delante.Ya he hablado que las reacciones están en su origen. José Luis, más fisiologicista que yo, cree que se puede aplicar para diferenciar las propiedades del hemisferio izquierdo del derecho, los afectos y los pensamientos. Como psicólogo social yo era más teatrero. Me imaginaba que un día pudiera engancarse a las personas por control remotop, por ejemplo, mediante una pulsera, y que en vez de medir solamente el número de televisiones encendidas se pudiera medir la impresión que causaban determinados programas en la audiencia, cuándo se zapea y poder sacar conclusiones útiles. Podráin evitarse las interminables encuestas de consumo para lanzar un nuevo producto, pues seríasuficiente cn presentarlo a grupos representativos de la población mientras estuvieran unidos electrónicamente al sociograph.

La imaginación más escénica que me imaginaba era entregarles uno de estos terminales bluetooth a la audiencia, o a un porcentaje significativo de la audiencia. Me imaginaba a un regidor del acto observando en un pantalla de ordenador la direccion de las gráficas emocionales y atencionales, y, mediante una lucecita en el atril del "mitinero" le fuese ordenando, con luz verde, que la cosa iba bien, con la roja, que aquello aburría. Me imaginaba ver cómose traducían determinaos temas políticos en la gráfica inferior, cómo subían los picos de excitación, o desaparecían.

Aquello que me parecía un sueño, de alguna manera, es lo que se hizo en este interesante estudio de José Luis y Manolo Alcántara. Me han enviado algunas de esas gráficas y de verdad son , com poco, interesantes. Vean ustede y juzguen. Ylean el estudio o vean ael video cuando se publique.

Los medios o las tertulias afirmaron que en la primera parte de este segundo debate Rajoy había estado mejor, lo que se muestra por lo ascendente de la curva superior en comparación con la dirección descendente de la primera intervención de Zapatero. Se presenta también la intervención final de Rajoy, descendente, excepto cuando vuelve a tocar sus temas más atractivos. Hasta el final. La niña de Rajoy atrajo la atención tanto como las "buenas noches y buena suerte" de Zapatero.