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jueves, 30 de septiembre de 2010

ESPIRALES


Bandura  representa el determinismo recíproco en forma  de triángulo. En  uno de los ángulos está la persona, en el segundo el ambiente y en el último la conducta.  Para mostrar gráficamente que  se determinan mutuamente traza líneas de doble dirección.  En  su representación  puede verse cómo la persona influya sobre la conducta y el ambiente, la conducta sobre la persona y el ambiente y, finalmente, el ambiente puede modificar la persona y la conducta.
Marisa Salanova, Susana Llorens y Wilmar Schaufeli  acaban de publicar un artículo en el que hablan de espirales. La espiral  evoca dinamismo, ascendente o descendente. Cada  uno de sus puntos se halla en plano distinto del que lo precede o del que lo continúa. La espiral ascendente aumenta su radio  en cada giro y evoca fuerza, como en los huracanes,  en el fuego, en la violencia, en los negocios. La espiral descendente disminuye su radio paulatinamente llevando a profundidades soterradas, oscuras, húmedas; cada círculo descendente es un lazo escurridizo que, asediando el ánimo, termina por demolerlo, como los hebreos con  la ciudad de Jericó. La espiral ascendente no tiene límites en su progresivo crecimiento. La descendente termina en un solo punto en el que falta el aire para respirar, para seguir apenas existiendo.
En el estudio de los investigadores de la Universidad Jaume I, la  autoeficacia inicial de los profesores de secundaria (juzgarse capaces de afrontar las dificultades que pueda presentarle el desempeño de sus funciones docentes),   les promueve entusiasmo, satisfacción y bienestar personal. Tal estado de ánimo impulsa su entrega al desempeño de su profesión con entusiasmo, vigor y absorción: como niños para los que el tiempo es un instante eterno mientras hablan con sus personajes imaginarios o levantan construcciones efímeras. Dado que los investigadores hacen un estudio longitudinal, están facultados para descubrir cómo la autoeficacia, los sentimientos y el entusiasmo de hoy intervienen en las mismas variables medidas ocho meses después. Y así descubren la influencia recíproca en espiral.
Desde el punto de vista de la teoría cognitivo social, este estudio confirma las hipótesis del determinismo recíproco, pero, por lo que ahora interesa, hallan la influencia en espiral ascendente. Así muestran cómo su autoeficacia para desempeñar las tareas de su profesión docente ha crecido e influye sobre los afectos y el desempeño de las mismas tareas ocho meses después.
En adelante, el determinismo recíproco no debería exponerse como un sistema cerrado, circular y en el mismo plano. Tampoco debería representarse como un triángulo, que por definición es cerrado. En el futuro las exposiciones del determinismo recíproco deberían ser circulares y en espiral.

-Eugenio,  esta esta vez sí que estás en una clase de psicología social. Y no es eso lo que pretendías con este blog.
- Tienes razón, aunque no he terminado. Además, ya habrás entendido que no me gusta afirmar sin tener pruebas. De cuando en vez habrá que presentar las credenciales por la que uno se cree embajador de ideas y teorías. ¿Estás de acuerdo?

Leyendo los resultados de esta investigación recordaba la explicación que D. Luis Cortés hace del significado de la escalera plateresca que, en  el  edificio histórico de la Universidad de Salamanca, conduce desde el plano inferior, un poco excabado en tierra, hasta el piso noble donde se ubica la biblioteca de los manuescritos e incunables. 
En el arranque, a nivel de subsuelo, un aspirante a abrazar  la sabiduría, mano sobre la mirada, atisba su alto trono. El nivel en que que se halla es bajo, lo revela la gaita de palo y piel que  que origina la música con la que se acompaña. El primer tramo de escalera le muestra las tentaciones carnales que ha de superar si quiere alcazar tan alto grado espiritual. Con ánimo esforzado lo supera y accede a la encrucijada con el segundo tramo: tres caras le mirán fijamente a los ojos. La de la derecha le indica  el camino de ascenso, la de la izquierda le adula con los placeres inferiores, la del medio le demanda una decisión. Como la escalera continúa, parece  que el caminante ha elegido el esfuerzo  con el que se  asciende al mundo de la psicología: del pensamiento, de la mente. Este mundo puede ser perverso o excelso. En la parte inferior aparece una araña chupando el jugo de una flor, jugo con el que elborará su veneno. En el mismo paño,  en un plano inferior aparece, una vieja farsa de Aristeles montado por una mujer: la degradación del conocimiento. Al lado derecho de este excelente plano, se observa cómo, de la misma flor, una abeja liba la saludable miel. La abeja, ahora está acompañado de Aristóteles a lomos de mujer. La escalera tiene un paño final: el más elevado. Pero en el recodo de la transición, aparece de nuevo el símbolo de la toma de decisiónes: ¿quedarse o ascender? Al dobrar la esquina aparece  el placer de los sabios, placer noble de justas y fiestas de la nobleza. Y al final, con enmarque propio, la sabilduría: jover hermoso de corazón grande y genroso: el amor, grado sumo de la sabiduría según Platón. Está preso en una red. Si lo libera y se lo apropia, el caminante tembloroso que iniciaba su ascensión en el subsuelo, habrá conquistado la sabiduría y las trompetas de metal noble sustituirán a la gaita de piel de cabrito que tañía en las moradas  inferiores del alma.
No se asciende a la sabiduría volando, ni por resorte. No existe el “deus est maquina” de la tramoya clásica.  Se asciende paso a paso, peldaño a peldaño. No hay atajos en la escalera de la Universidad de Salamanca para llegara la plenitud de la sabiduría. Sólo un banco acodado en los rellanos. Sentado  se descansa y  se contempla, (como el fotógrafo), el tramo superado y los pendaños por escalar. Puede reflexionar, con reposo, los discurso de las tres caras. La ventana oval, con vidrios traslúcidos  aferrados a simples tirantes de hierro, sin  colorido que distraiga la meditación, inyecta luz  que favorece la reflexión interior de las dos propuestas de vida expuestas por el escultor.
La escalera de la Universidad de Salamanca, como las espirales del determiniso recíproco descubiertas por mis colegas, (como psicólogos sociales y como  socialcogitivos) enseñan la misma lección vital.
Me cuesta entender que las personas, cuando sus fuerzas les flaquean, hasta el punto de costarles mantener el aliento de vida, se acojan a la inacción. Menos aún he comprendido que los profesionales de la “psique” les habiliten para no hacer nada. Cuando no se hace nada, nada sucede. Cuando nada sucede, acontece que no hay mirada que no se dirija la propia inactividad, es decir, a la nada. Y  cuando la comparación es la nada, se desciende en la percepción de autoeficacia, se adentra uno en las regiones menos iluminadas del pensamiento, Cuando nada sucede, tiene lugar una espiral descendente, estrechante, afixiante. Cuando nada sucede se desciende al punto en el que uno no tiene más punto de vista que su no hacer nada. Cuando nada se hace, uno no vale nada. Y ese punto final del descenso a las tinieblas es tan fijo, tan único, tan omnipresente, que uno termina covencido de que realmente no vale nada. Y a los hechos repetidos en el tiempo se remite.
Todos, alguna vez, sufren la tentación de hacer nada. Lo normal es que no  se se escuhen esos cantos de siniestras sirenas que suscitan sombras. Se hace algo, quizás sólo porque se está obligado a hacerlo. La acción, como en la investigación de las espirales, atrae la atención, absorbe y produce efectos que demuestran la capacidad, la autoeficacia. Se ha entrado en espiral ascendente, porque la autoeficacia levanta el ánimo, el ánimo ayuda de nuevo a la dedicación, que a su vez produce mayor percepción de capacidad, que genera mayor estado de satisfacción, que origina autoeficacia mayor, que…
-          ¿Quieres poner freno a esta espiral?
-          ¡No! ¿por  qué?

No lo hagas, pero no quieras saltar de la negrura a la luz cegadora. Paso a paso, peldaño a peldaño irás vislumbrando que la ventana de la escalera-espiral de la autoeficacia extiende tu perspectiva.

¿Cuántas veces te has pensado: quién me hubiera dicho a mí hace unos años…?
Volveré algún día sobre el tema. Ahora sólo un apunte: en el determinismo recíproco, se puede iniciar la espiral ascendente por la conducta, por las creencias o por el ambiente. Pero la teoría cognitivo social te diría que comiences por la acción, por la conducta, porque está en tus manos, en tu voluntad. Tras la acción vendrán las convicciones, especialmente la de autoeficacia, que, como sabes, si has seguido este blog, es la fuente de todo lo bueno. No pidas nunca una baja por “depresión”, porque es el comienzo de una espiral descendente.