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lunes, 27 de junio de 2011

LA DESVINCULACIÓN MORAL NO FUNCIONA CON TODOS LOS DELINCUENTES




Me escribe Bandura pidiéndome un resumen de mis conclusiones sobre autoficacia y delincuencia. Está escribiendo un libro sobre la desvinculación moral.

Responderle, con la precisión que exige una publicación científica, me ha obligado a repasar con detalle mis estudios sobre el tema. Releer los escritos propios puede acarrear sorpresas. Hasta el punto de hallar nuevas interpretaciones a los resultados ya publicados. Es una manera de levantar nuevas hipótesis. Es lo que me ha sucedido hurgando en mis escritos de desvinculación moral. Bandura, en Psicología, es el maestro por excelencia en levantar y perseguir nuevas hipótesis en los resultados de sus investigaciones.

No resulta fácil, en un contexto no académico, exponer con claridad investigaciones científicas

-¿Lo intentamos?

Vamos con ello!

Cada uno tiene la experiencia de haberse propuesto algo dificultoso y deseado: dejar de fumar, hacer ejercicio físico o iniciar una dieta saludable. ¡No todos fracasan en el conato! Hay personas que han dejado de fumar, que se ejercitan según sus planes o que terminan organizando su tiempo. Ayudar a los frágiles es tarea de psicólogos. Una estrategia eficaz consiste en generar confianza, autoeficacia. DiClemente, Marlatt o Schwarzer, dentro de la teoría social cognitiva, han diseñado las etapas de pre/contemplación, contemplación, decisión y mantenimiento que acometen escalonadamente los “conquistadores”.

Nosotros pensamos que todas estas etapas engloban un conjunto de acciones coordinadas, lo mismo que estudiar una carrera o que conducir un coche, que también son acciones complejas en las que interviene la coordinación de otras acciones más simples. Siendo una acción, sería adecuado medir hasta qué nivel y confianza las personas se juzgan capaces de ponerse metas, planificar lugar y momento, ejecutarlas, gratificarse o castigarse y llevar una monitorización estricta. A todo este proceso complejo lo denominamos Autoeficacia para la gestión personal. Los análisis psicométricos de nuestro cuestionario mostraron que la gestión personal tiene dos componentes o factores: el primero, hace referencia a todo lo que es la planificación y los procesos mentales; el segundo, a su puesta en práctica. Dicho sea de paso, parce que nos cuesta menos planificar que poner en práctica. Por lo que en la gestión personal de la propia vida hay que poner especial atención al cuándo, dónde, con quién y a pesar de qué dificultades se cumplirán los propósitos, cómo ponerse premios o castigos por cada pequeño avance, así como ejecutar las gráficas de monitorización.

En la gestión personal, a mí entender, hay un segundo componente: un compromiso moral. Ya lo he explicado varias veces en este blog: cuando uno se observa a sí mismo superando día a día las dificultades que aparecen, cuando al final de la jornada puede anotar en su gráfica de monitorización un nuevo escalón de éxito, gana en autoestima, que es una manera de crecer en moralidad.

-Acompáñame un poco más en mi razonar.

Si la gestión personal es, también, una manera de instalar la experiencia moral, queríamos saber qué relación tendría con los mecanismos de desvinculación moral. Para comprobarlo relacionamos nuestro cuestionario con los de la desvinculación moral y de autoeficacia para resistir las incitaciones de los compañeros que acosan cuando no se les sigue en sus fechorías. Tomamos prestados estos últimos cuestionarios de Caprara.

Los resultados, repetidamente encontrados, eran claros: por una parte, existía una correlación alta entre los mecanismos de desvinculación moral y el factor más intelectual o mental de la gestión personal. Interpretamos pues, como lo habíamos supuesto, que quien se propone algo empeña su autoestima, su valía, su moral, por lo que, cuando se incumplen los propósitos, hay que buscarse excusas, mecanismos morales explicativos. Es decir, hay que echar mano de los mecanismos de desvinculación moral. Por eso correlacionan alto los propósitos de mejora con los mecanismos de desvinculación, y negativamente con el juico de capacidad para ejecutar y para resistir las presiones provenientes de los compañeros.

Tal como habíamos expuesto en escritos desde 2002, para buscar mecanismos de desvinculación moral antes hay que haber estado vinculado moralmente. Parece lógico, ¿verdad?

Con frecuencia, cada vez con más frecuencia, nos horrorizan crímenes insospechados. Resulta difícil admitir que alguien pueda torturar a un niño de pocos meses hasta el punto de causarle daño grave. Apalear a un niño de meses durante horas y días sin que se conmuevan las entrañas, a veces las mismas entrañas que lo hospedaron durante meses, no puede concebirse. Resulta difícil entender a quien se coloca con una barra de hierro ante la cuna de un bebé, ver cómo le mira sonriente por ser de quien depende en su absoluta incapacidad para subsistir, y, en vez de acariciarle su sonrisa, batir el hierro sobre la fontanela no restañada produciendo un amasijo de sangre, huesos, ternilla y masa gris esparcidos por la reducida blancura de la cuna. Ninguno de los mecanismos de desvinculación moral son aplicables a crímenes semejantes: no la desvinculación moral, ni el eufemismo, porque ningún posible valor humano puede justificar una acción semejante; no la defensa de los propios ideales, tampoco la criatura es una escoria que ensucie la sociedad. Cuando tal acción se comete personalmente y los efectos llegan a los propios ojos, el propio tacto y la propia nariz, no vale ninguno de los mecanismos de difusión de responsabilidad ni de alejamiento de las consecuencias de la acción. Menos aún se puede buscar justificación en las acciones de la víctima, sin tiempo para haberse convertido en gusano a que aplastar o zorra a la que perseguir, con tiempo solamente para ser objeto de cariño y atención. Y protección. No es justificable, y sin embargo existen verdugos de bebés.

Tampoco es entendible que alguien se levante una mañana, coja su arma, blanca o de fuego, y salga a la calle a abatir a cualquiera que se le cruce. Ninguno de los mecanismos de desvinculación moral pueden explicar semejantes crimines. No se puede entrar en la cabeza de quien decide, de repente, matar a alguien, a quien sea. Apostado tras un soportal o caminando por la acera, va observando a los transeúntes hasta que sin razón alguna, como pantera hambrienta que necesita saciar su hambruna de sangre, se dice: ¡“a este”!, y lo sangra con más desgarro que los que sufren los animales en el matadero.

Ninguno de estos crímenes tiene justificación que permita una desvinculación moral. Tampoco lo tienen quienes humillan, zahieren, insultan, acosan, castigan, abofetean, arrastran, encierran, violan a personas a las que prometieron amor y respeto. El infierno al que algunos someten a sus compañeros de pupitre o de mesa de trabajo con instrumentos y modos propios de una arquitectura en la que se mide gramo a gramo, minuto a minuto los límites de la estructura psicológica humana, parecen difíciles de justificar. Pero tales torturas las sufren personas con las que nos cruzamos en la acera, anónimos de encuentros fugaces.

Quienes cometen estos crímenes no buscan justificación. No la necesitan porque carecen de principio moral alguno. Los prinicpios morales no valen para todos los criminales.

Para tener justificación moral hay que tener moral. Para utilizar los mecanismos de desvinculación moral, hay que haberse vinculado moralmente. En nuestros estudios, sólo los que se proponen (tienen propósitos de ejecutar algo, que tiene valor y que les confiere valor) sienten la necesidad de acudir a los mecanismos de desvinculación moral. Y hay personas que no tienen moral.

-Eugenio, estás describiendo con precisión la conducta del psicópata.

-¿Y, qué? Los psicópatas existen.

-¿Lo dices tú, que has escrito contra ciertas concepciones de los psicópatas?

Sí, lo estoy escribiendo yo, sin apartarme en nada de cuanto he escrito sobre ciertas publicaciones de la conducta psicopática. Sería largo de explicar de nuevo. Pero esto no supone que la psicopatía se deba a un gen, sino a una conducta aprendida. Lo mismo que la buena conducta no se debe a gen alguno, sino que se aprende, se cultiva y se recompensa.

Los momentos evolutivos dentro de la obra de Bandura a los que pertenecen los párrafos, que voy a transcribir a continuación, son distintos de los actuales, cuando está escribiendo un libro sobre la desvinculación moral. Pero las conclusiones de estos párrafos, a lo mejor, deberían tenerse en cuenta a la hora de explicar y aplicar los mecanismos de la desvinculación moral. Hablan de como aquellos jóvenes que nos han tenido las condiciones familiares adecuadas, pueden estar impedidos para los principios morales.

It was further assumed that the conditions for the development and establishment of aggressive behavior patters are to be found in the parents’ techniques of handling the child, both in early and in current situation. In order for socialization process to be effective, certain minimal conditions must be present. The primary condition is the development of a dependency motive whereby the child learns to want the interest, attention, and approval of others. These secondary rewards my then be made conditional on the child’s conforming to the demands and prohibitions of his parents and society…… If both parents are completely rejecting and extremely punitive, a child may remain almost completely unsocialized. However, this extreme condition is probably rare
. ( Bandura y Walters, 1959, Adolescent Aggression)

Yo no he dicho que sean Corrientes, solamente que existen individuos carentes de valores y que, consecuentemente, no sienten la necesidad de buscar mecanismos de desvinculación moral para justificar sus pavorosas acciones.

sábado, 15 de noviembre de 2008

SÍ, PODEMOS. SÍ PODEMOS, YES WE CAN

Cada persona se considera una autoridad en política. Con razón, porque su voto, inseminando la urna electoral, pugna por engendrar el Gobierno. Cuando lo consigue, defenderá su criatura con razón o sin fundamento, porque a los hijos se les quiere aunque sean un engendro. Cuando su voto no fecunda, sostendrá, con la misma pasión y sinrazón , que el gobierno es una criatura informe. La abundancia de pasión y la carencia de razón, legitimando o bastardeando la criatura política, explican que las tertulias políticas sean repetitivas, predecibles, enfrentadas e idiotas.



La, política, como objeto de estudio e investigación, tiene rango de asignatura en muchas titulaciones universitarias. También en Psicología. En el área de Psicología Social existe la especialidad de Psicología Política.



A mediados de los años 80 le dediqué tiempo y publiqué sobre el tema. Algún sabio en la materia, clasificaba la implicación política en las siguientes o semejantes categorías: El intelectual (para quien la política es objeto de estudio. No suele afiliarse a partidos para no contaminar su juicio), el ideólogo (traductor de los principios intemporales de igualdad y/o libertad al idioma de los tiempos), el forense (lingüista perverso, encargado de que las palabras denoten algo y su contrario, según las decisiones de sus "jefes"), los afiliados (temporeros de campaña, inversores políticos que raramente obtienen beneficios), los convencidos de las ideas (unos afiliados y otros no, pero votantes seguros) los viscerales (capilleros en guardia, cruzados de su santa ermita, prontos para desenfundar ante ataques reales o imaginados, negados para las razones). Obviamente, los indiferentes también tenían su casilla en el reparto (de ellos depende la dotación genética de la criatura política). Buscando en las listas de este reparto, la cartulina que porte nuestra identificación deben colocarla en la mesa de los intelectuales o en la de los indiferentes. Si llegaran a equivocarse, su desatino nos alistaría entre los convencidos por los valores del partido al que votamos. Pero, a voces, no en secreto de consciencia, admitimos, como dice Sabater en carta a su hijo, que no somos idiotas, que nuestro modo de pensar tiene una tendencia. Pero muy dispuestos a cambiarla si alguna nueva propuesta nos sintoniza.



- Eugenio, ¿no estarás siendo un lingüista perverso?.



- No, en manera alguna.



- ¿No estarás hablando tan impersonalmente porque quieres convencernos de tus ideas políticas?.



- No, y si así fuera, ¿No pensarás que vaya a desvelar el secreto de mi voto?



-¿Entonces?.


- Escucha. Este blog va de teoría cognitivo social.


Se ha elegido la clasificación de las implñicaciones políticas para prevenir malaentendidos al haber elegido el vídeo de la campaña electoral de Obama: "Yes we can" http://www.youtube.com/watch?v=OTQuAwVVQmw . Su elección se debe a coincidir o ser la definición precisa de autoeficacia, tanto personal como colectiva por lo que se ha seleccionado como eslogan para una nueva asignatura de Psicología Social.


En los días transcurridos del mes de noviembre hemos originado una forma de tutoría para ayudar a los alumnos temerosos o suspesos en psicología social. En el solemne lenguaje de las grandes organizaciones, o en el afectado de los opulentos, se calificaría como "coaching". Porque la tutoría que hemos planificado la Profesora Carmen Herrero y yo pretende lograr que los alumnos organicen su tiempo y forma de estudio, la llamamos gestión personal. Los alumnos han de oganizar su tiempo y modos de estudio. Cada uno a su manera. Contarán con nuestro apoyo todos los lunes ( o cuando nos lo pidan personalmente) para ayudarles en esa SU tarea. Sólo y totalmente SUYA. El eslogan de esta nueva forma de ayuda es YES WE CAN, SÍ,YO PUEDO. ¿Se entiende ahora que la elección del YES WE CAN no obedece a motivos políticos?


-¿Esperas que te explique en qué consiste esta nueva forma de tutoría?.


-¡No me lo estarás pidiendo en serio!


No es el secreto de la fórmula de los Nicanores de Boñar. Importa solamente que lleguen a la apreciación personal que conduce a la frase que define la autoeficacia: SI, YO PUEDO. YES, I CAN.


Mostrar el camino que lleva a ese convencimiento excede los límites de este tema, cuya verdadera intención es comparar la letra del vídeo de Obama con los efectos de la autoeficacia. YES WE CAN, SÍ YO PUEDO son la definición de autoeficacia, tan idénicos como el principio de identidad de Parménides.

Cuando puedan decirse sin engaño SÍ, YO PUEDO, les espera esta calidad de vida: Una sensación fuerte de eficacia intensifica los logros personales y el bienestar personal de muchas maneras. Las personas que tienen una gran seguridad en sus capacidades consideran las tareas difíciles como retos que han de ser superados en vez de amenazas que han de ser evitadas. Tal visión eficaz fomenta el interés intrínseco y una honda preocupación par la actividades realizadas por uno mismo. Las personas de esta índole se fijan tareas difíciles y mantienen un fuerte compromiso para con ellas. Frente a la posibilidad de fracaso, aumentan y reafirman aun más sus esfuerzos. Recuperan rápidamente su sensación de eficacia después de fracasar o ante los contratiempos. Atribuyen el fracaso a un esfuerzo insuficiente a una falta de conocimiento o de habilidades que pueden ser adquiridos. Se afrentan a las situaciones de amenaza con la seguridad de que realmente son capaces de ejercer un control sobre ellas. Esta perspectiva de eficacia conduce a logros personales , reduce el estrés y también reduce la vulnerabilidad de las personas a la depresión (Bandura. Discurso con motivo de su investidura Doctor Honoris Causa. Universidad de Salamanca).

Toda una aventura. Al regreso se mostrarán los resultados.

Te supongo inteligente y habrás ya entendido que una manera, no la más sustanativa, de conseguir el propósito consiste en repetirse muchas veces YES, I CAN. Un eslogan que no se repite no es eslogan.

El jueves, había creado ( si, yo había creado, ¡como suena!) un entorno receptivo a ideas políticas. El "YES WE CAN", oído, copiado, incrustado en una presentación power point, rememorado en el esquema de exposición coherente del día siguiente, habían propiciado la predisposición política. Al anochecer, en el acogimiento de la privacidad, me sentía cansado. Me poseía la indefinida vaguedad que , con seguridad, define el Limbo. Desganado para la iniciativa y anecesitado de escuhar y ver lo que te echen. Sintonicé la entrevista que Sánchez Dragó le estaba haciendo a Rosa Díez en Las noches Blancas glosando dos libros de la líder de UPD. Una vez más las casualidades que tuercen el caminoo premeditado o ya trillado. Rosa Díez me pareció distendida, cercana, alegre, vivaz, elegante de cuerpo y espíritu, con remembranzas emocionadas o desdeñosas, respetuosa, segura de su presente y de su futuro, fuerte, enérgica, pujante, con claridad mental y verbal, con fluidez verbal y mental, opuesta a pertenencias condicionantes, rechazando el voto opositor y a ceptando el convencido, el que satisface aunque no sea útil. Sus ideas sencillas e inteligibles: recuperación de la educación para el Estado, rechazo solidario de cupos históricos o recientes, independencia del Poder Judicial, defensa de la lengua común. Rosa era creíble, consistente, convincente, consecuente, creativa.

Por casualidad (otra vez la importancia de las casualidades) me había topado con un modelo de persona autoeficaz

El tiempo mudó de tarde a muy tarde. La duermevela repetía sin mucha consciencia: ROSA, YOU CAN, WE CAN, SÍ, PODEMOS,... YO PUEDO...PUEDO... Lento pianissimo del que no se recuerda su última vibración.