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lunes, 28 de marzo de 2011

CAMBIO DE RUMBO EN MOMENTOS DE FORMACIÓN. I



En la planificación del estudio contamos con la asistencia del Dr. Lois Meerk Stolz y del Dr. Robert R. Sears, los dos nos dedicaron tiempo, pensamiento y esfuerzo en la tarea de que el proyecto fuera un éxito (Bandura y Walters, 1959, Adolescent Agression)

Mi intención, al abrir este blog, buscaba el estudio y discusión de la obra de Albert Bandura. Luego, se impusieron los temas de actualidad vistos desde la teoría cognitivo social: la delincuencia, la creatividad, el cuidado de la salud, la formación continua en las organizaciones, etc. Hoy quiero retornar a la primera idea; quiero presentar un momento en la vida del que hoy se considera leyenda viva de la psicología.

Me gustaría dedicar el tema a Frank Pajares, desaparecido cuando aún quedaba mucho por comentarnos sobre Bandura.

El psicólogo californiano, a veces de manera dispersa, otras, como en su breve autobiografía, ha señalado, con una cadencia cronológica, los que considera momentos decisivos de su formación. Pero cuando uno se decide a leer cronológicamente sus publicaciones y consultar otros documentos de la época, descubre acontecimientos importantes no narrados en primera persona.

Narrar historias siempre resulta divertido tanto para el que las descubre como para el que las lee o escucha.

Las fechas de la formación de Bandura pueden marcarse en los siguientes hitos “oficiosos”: en 1946 se inscribe en la Universidad de British Columbia, en Vancouver, con la intención de ser biólogo. Pero un día, esperando en la biblioteca la hora de su clase más madrugadora, hojea un folleto en el que se exponen contenidos de una clase de psicología que se imparte a la hora en que él llega a la universidad. Los contenidos eran comunes con la bilogía y el joven Bandura ve en ella una oportunidad para aprovechar el tiempo. Lo que fuera una elección para de adelantar en sus estudios, le sedujo hasta el punto de dar un giro a sus planes académicos. Nunca ha sido Bandura persona que se conformara con la mediocridad, por eso, teniendo que elegir formación de postgrado, busca lo mejor. Pregunta a su tutor, (del que nunca menciona su nombre) quien le indica, sin vacilar, que la mejor formación en Psicología se obtiene en Iowa. Los cuatro años oficiales de postgrado los hace en tres. Spence es el Director del Departamento, Benton se encarga de la formación clínica. Esto sucede entre loos años 1949 y 1952. Desde Iowa se va Wichita, donde el Psicólogo Brewer dirige un centro de asistencia psicológica de la comunidad. Allí realiza el año de formación práctica necesario para el ejercicio profesional. Aquello dura un año. Al finalizar en Wichita es contratado por Robert Sears para impartir clases prácticas de psicología clínica en la Universidad de Stanford. El contrato era por un año, por lo que, antes de finalizar su con trato, Albert Bandura ya se había procurado otro como psicólogo clínico en el Condado de Santa Clara. Se lo comunica a Sears. Éste le retiene. Bandura acepta las condiciones de Sears y permanece en Stanford hasta la fecha de hoy. A partir de este momento lo que hay que estudiar es la psicología de Bandura, porque la biografía, a veces interesante y comprometida, como su paso por la inesperada presidencia de la APA, se confunde con la del investigador de los procesos psicológicos del aprendizaje vicario y la autoeficacia.

Estos son los datos oficiales de su biografía. Otra cosa es, como ya he insinuado, la verdadera intrahistoria. Al menos así me lo parece a mí. Espero que también te lo parezca si me sigues en esta y en las siguientes entregas.

De acuerdo. El joven Bandura, que ha pasado unos meses en Alaska, manteniendo transitables los caminos erosionados por la nieve y los hielos, acompañando de excombatientes, ex presidiarios y divorciados que mataban la soledad jugando a las cartas y bebiendo el alcohol que ellos mismo fermentaban, se acuerda del consejo que le diera su madre. “tienes que hacer algo de provecho si no quieres terminar como los borrachos de la cantina (de Mundare ,su pueblo natal)”.

Hacer algo de provecho era estudiar. Se decide por la Universidad de British Columbia, en Vancouver. Ya le hemos encontrado allí cambiando sus estudios de biología por los de psicología. Pero ahora comienza lo que llamo la intrahistoria.

Uno de sus profesores le manda a Iowa. ¿Simplemente porque era buena? Sin duda era una de las mejores. Spence, el segundón de Hull, dirigía el Departamento, siendo respaldado por el Filósofo de la ciencia, y traidor de Kurt Lewin: Bergman. Sí era buena, pero no es esa la única o verdadera razón por la que a Bandura se le recomienda Iowa, sino por Benton, su mentor espiritual y material.

Las cosas yo las veo de la siguiente manera: Bandura proviene de una familia de emigrantes del este europeo, que cultiva el campo y trabaja en el duro oficio de la construcción del ferrocarril transcandiense. Muy probablemente porque los ucranianos fueron encerrados en campos de concentración, los primeros que se existieron en Canadá, y uno de los trabajos forzados a los que les sometieron fue el de la construcción de este ferrocarril que unía las dos costas canadienses y que le confirió la percepción de unidad a una vasta y diversa extensión de paisajes y personas. Bandura tuvo que trabajar los veranos de bachillerato. Bandura tuvo que trabajar durante sus años de estudios universitarios en Vancouver. Bandura aprendió y practicó en esos años el oficio de carpintero. Todo un potencial de ingresos en momentos de carencia. En estas condiciones resulta difícil entender que el joven estudiante de psicología se lanzara a la aventura americana sin tener asegurada, al menos, su manutención. Y la fuente de ingresos, durante el primer año de su estancia en Iowa fue el contrato que le hizo Benton como carpintero para que ampliara su casa. Dicho de otra manera, Bandura se lanzó a la aventura de Iowa porque ya sabía que Benton le sustentaría en lo material. Luego no es enviado a Iowa por el prestigio de Spence, sino por el dinero y prestigio de Benton, Profesor encargado de la formación clínica de los doctorandos.

Desde este supuesto, debe preguntase quién era Benton y quién pudo ser el mentor que le envío desde la British Columbia a la Universidad de Iowa. La vida de Benton es la típica historia de una aventurero del oeste en busca, no de dinero, sino de conocimiento cualificado. Después de haber hecho sus estudios y sus primeras prácticas en New York y sus alrededores, relacionándose siempre con psiquiatras, decide alistarse en el ejército en 1941. Recorre distintos enclaves militares desde el Atlántico al Pacífico. Uno de sus destinos decisivos fue San Diego, donde coincide con el neurólogo Bender. Sí, el creador del test de percepción. Benton y Bender colaboran en la labor hospitalaria, donde tienen que tratar a muchos soldados con daños cerebrales. Y aquí es donde Benton, que hoy es considerado el padre de la neuropsicología, desarrolla por primera vez su famosos test de memoria perceptiva para medir los daños cerebrales. Benton permaneció mucho tiempo en ejército, donde llegó a ostentar el grado de Capitán. Benton, es pues, un psicólogo clínico, acostumbrado a trabajar con los psiquiatras y que se alista en el ejército. En 1948 acepta la propuesta que le hace Spence, de encargarse de la formación clínica del los doctorandos. Afirma que acepta este puesto porque, moviéndose muy bien en todas las aplicaciones clínicas de la psicología, entendía que se había quedado un poco atrasado en otros campos. La motivación principal para cambiarse fue una sensación de insatisfacción por trabajar sólo sin poder compartir ideas con los colegas y por el miedo a perder contacto con los avances de la psicología. Fue aquella una decisión sabia. El contacto diario con psicólogos de la talla de Judson Brown y de Harold Bechtoldt le hizo tener conciencia de las deficiencias de sus publicaciones y esta toma de conciencia le condujo a una mejora en la calidad de sus investigaciones (American Psychologist, 1979, p.58). Es decir, tampoco Benton elige Iowa por la presencia de Spence, sino buscando su crecimiento como psicólogo clínico.

Para rematar estas pinceladas sobre Benton, digamos que es quien le ofrece a Bandura la posibilidad de vivir materialmente, al contratarle como carpintero para ampliar su casa y quien le dirige su tesis doctoral, que nada tiene que ver con el conductismo de Spence, sino con la percepción en el test de Rorschach. Las dos primeras publicaciones de Bandura las firma también Benton. Bandura, pues está buscando la formación en psicología clínica, la que verdaderamente le fascinó en la British Columbia.

Ya se tienen los elementos suficientes para comprender por qué Bandura va a Iowa: por Benton y no por Spence. ¿Quién se lo propuso? A la espera de respuesta personal sobre el tema por parte de Bandura, mi idea es que su mentor en la universidad canadiense fue Morsh, que trabajaba también en el ejército.

En aquellos años de Guerra Mundial, los ejércitos norteamericano y canadiense trabajaron juntos, también debieron hacerlo sus profesionales. Por lo tanto, Morsch puedo tener contacto con Benton, pues ambos ejercían como psicólogos militares. En 1948 Benton va a Iowa buscando más rigor científico, y en el 49 a Bandura le recomienda su tutor que vaya a Iowa. No, perdón, que fuera a Iowa con Benton, con quien seguramente había hablado Morsch y le había acordado el modo de subsistencia. Bandura no va sin plan de ayudas para vivir. Bandura va a Iowa a estudiar psicología y con el encargo, como carpintero, de alargar la ya enorme casa de Benton. Finalizado el primer curso, Bandura es contratado por Brown, otro de los profesores de psicología clínica, para que cuidara de su casa, hiciera algunos arreglos en ella y se ocupara de su perro de caza mientras él pasaba su vacaciones haciendo trabajos para el ejército.

Son muchos lazos comunes entre Morsh, Benton y Brown, como para no pensar que están detrás de la llegada del joven Bandura a la Universidad de Iowa. No es Spence ni su conductismo el que atraen a Bandura, sino la psicología clínica de Benton y Brown y la seguridad del sustento material.

Las relaciones de Benton y Bandura con Spence, el fanático segundón de Hull, el que dirigía manu militari el departamento, vigilando y revisando cada trabajo que dirigían los profesores, es digno de otro capítulo de la vida de Albert Bandura. Y de la de Benton.

Por hoy me quedo aquí. Pero apunto que durante esos mismos años, al frente de un minúsculo departamento de psicología evolutiva, estaba también en Iowa Robers Sears, quien detentaba al mismo tiempo la Presidencia de la Comisión Nacional para el desarrollo de los curricula de los psicólogos clínicos. ¿Influirá esto en la posterior contratación de Bandura en la Universidad de Stanford, el mismo año en que Sears es Nombrado Director del Departamento de la Universidad de Palo Alto? Mi respuesta es sí, porque no entiendo que Be ton fuera el responsable de la formación clínica de los estudiantes del Departamento dirigido por Spence y no se relacionara con quien presidía la Co misión Nacional para definir el curriculum de los psicólogos clínicos norteamericanos. Pero… hasta dentro de unos días.

domingo, 17 de mayo de 2009

FRANK PAJARES



Un vez más las casualidades de la vida determinan nuestras actuaciones. A veces ofrecen alegrías, otras penas. El tema de este mes estaba reservado, adelantándose a otros en mente, a comunicar la publicación mi libro sobre Autoeficacia y delincuencia, Editorial Dykinson, Madrid. Tenía destinado un ejemplar para Frank Pajares, mallorquín aposentado en Estados Unidos de América y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Emory. La serie de correos intercambiados últimamente entre nosotros, que presento a continuación, dan fe de ello. Pero, mis intentos por ponerme en contacto con él durante el último mes habían fracasado. ¿Habría cambiado de Universidad? ¡Es tan propio de los profesionales norteamericanos! Pero no, porque su correo seguía estando entre los Profesores de la Universidad de Emoy. Pero también esa captación me rechazaba el mensaje Finalmente recurrí a quien me lo podía dar con toda seguridad: Albert Bandura. Pero Bandura no me lo pudo facilitar. Me comunicó hace unos días, que Frank había fallecido de una afección pulmonar.

Hola, Frank, finalmente tengo en mi mano mi libro sobre autoeficacia y delincuencia. Más de 200 páginas en las que intento probar cómo la autoeficacia es variable esencial a la hora de explicar y prevenir la conducta delictiva. La segunda parte se centra en la gestión personal (self management), estoy intentando introducir esta traducción como propia de la teoría cognitivo social, como modo de vincular a las personas moralmente. Quiero que me envíes tu dirección para poder enviarte un ejemplar dado que te consideramos un poco el depositario intelectual de todo lo referente a la autoeficacia. Un saludo


I just finished your piece, and it’s really wonderful. Of course you should send it to him. It’s absolutely wonderful.


Tel: (404) 727-1775/Fax: (404) 727-2799
Web:
http//des.emory.edu/mfp

From: Eugenio Garrido [mailto:garrido@agora50.com] Sent: Sunday, November 02, 2008 2:21 AMTo: Pajares, FrankSubject: cognitvosocial: ENFERMERA ATASCADA EN UNA TRAMPA DE ARENA

Eugenio Garrido te ha enviado un enlace a un blog: Frank. Hace días que he escrito este tema sobre la mujer de Bandura. Me he atenido a lo que he podido saber y es público. Dime si te parece adecuado que se lo envíe el al mismo Bandura. Saludos. Cuando salga el libro sobre Autoeficacia y delincuencia te enviaré un ejemplar

From: Pajares, Frank
Sent: Tuesday, November 04, 2008 2:16 PM
To: Eugenio Garrido
Subject: RE: cognitivosocial : ENFERMERA ATASCADA EN UNA TRAMPA DE ARENA

I just finished your piece, and it’s really wonderful. Of course you should send it to him. It’s absolutely wonderful.
Dear Alb, to be sure that my message arrive to you, I'm using this old missive to say you that my book on self-efficacy and delinquency is already printed. I have sanded to you a copy. Of course it is in Spanish, but you can have a sign that I continue working in self-efficacy. And I continue with my book on your theories. Simultaneously I have de contract to write a book on self-efficacy and continuous training in organizations. As you can see, I work now more than in my post as full professor. Best wishes to Ginny.
A request, my notebook in my electronically agenda is lost and I find it impossible to send a message to Frank Pajares, even by the email of the university of Emory, Would you send it to me. Thanks.
Dear Eugenio: It is good to hear from you and to get a progress report on your activities. You are remarkably productive. Congratulations on your recently completed book. I look forward to seeing it. I have had an unusually heavy load of commitments and feel bad for not providing you with the information you requested earlier. After our academic year ends I will send you the information you requested. I am sending as attachments a few new items that may be of interest. Tragically, Frank Pajares died of a respiratory disorder a few months ago. He was a immeasurable help in publicizing my work worldwide. His passing is a great loss to the field and to me personally. Ginny joins me in sending you folks our warm regards. Best wishes, Al



Ha sido difícil apartar el pensamiento de la noticia de su muerte. No le conocía personalmente, pero le apreciaba mucho. En estos momentos uno echa mano de sus conocimientos psicológicos y se da cuenta de que los procesos psicológicos que estudiamos y enseñamos funcionan realmente en la vida. No puedo menos de decir que la teoría de la mera presencia, de Bob Zajonc, que tantas veces expliqué, ha funcionado en mi relación con Frank. Tanto roce generó querencia. Nos hemos escrito muchas veces, me ha alabado lo que le enviaba para su web, ha dado resonancia a mi labor como difusor e investigador en el ámbito de la teoría cognitivo social, y, como a mí ,se la ha dado a tantos otros de habla hispana. Su página sobre autoeficacia era el resonador mundial de la teoría de Bandura. Entiendo perfectamente que Bandura sienta su valiosa colaboración. Bandura más que nadie, pero los demás también notaremos, como diría Ortega, que brilla por su ausencia.
No puedo hacer una semblanza de su vida personal. Lo traté solamente por email. Pero sus correos siempre eran positivos, animaban a continuar en el trabajo y conseguir nuevas metas, a sentirte más autoeficaz. Gracias Frank en mi nombre en el de quienes ayudaste a mantener unidos y prestarnos ideas.
La pregunta que nos deja es ¿quién continuará su página Web sobre autoeficacia?
Frank, donde quiera que estés, si estás, ten en cuenta que has vivido una era maravillosa en la que la memoria trasciende las personas y es global. Supiste aprovechar esta memoria universal que es la red de redes para impulsar la autoeficacia. Tu presencia queda en ella animándonos, y, mientras consultamos tu página, te recordaremos, seguirás en muchas multiplicado en muchas memorias.