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sábado, 17 de octubre de 2020

La especialización en Iowa.

 

 Siguiendo el consejo de sus profesores, decide matricularse en el programa de doctorado de la Universidad de Iowa. Kenneth Spence era su director y Arthur Benton el coordinador de los postgraduados. Era el Departamento fuerte en la especialidad de Psicología. Existía otro más pequeño de Psicología evolutiva. Del paso de Kurt Lewin por aquella universidad no quedaba, en palabras del mismo Bandura, más que las críticas que Gustav Bergmann, (a quien Lewin admitió en su equipo, en 1939, le acompañó en sus viajes a distintas universidades y le introdujo en el mundo de la psicología norteamericana (Heald,1987) otorgándole su primer puesto académico en USA) le dedicaba en sus ampulosas clases y con él a todas las teorías de la Gestalt a quienes llamaba visionarios del todo” (Bergman, 1948,p.355). Nada de extrañar que Spence tratara de eliminar todo rastro de Lewin, dada su opinión de falta de rigor científico que le atribuía (Spence, 1948, 1950), lo mismo que su maestro Clark Hull (Hull, 1943). El programa duraba cuatro años, pero Albert, una vez más, lo realizó en tres.

 Así como su paso por la British Columbia apenas ocupa unas líneas en sus recuerdos escritos, la estancia en Iowa aparece abundante y frecuentemente. Su influjo, en lo intelectual y en lo personal, fue decisivo. 

 Sus experiencias personales en   el Departamento de Psicología de Spence son contradictorias, como se lo comunica por carta a su tutor de la British Columbia.  No siendo americano no puede optar a beca de estudios. Se encontró de nuevo con los privilegios de quienes habían combatido durante la Segunda Guerra Mundial. 

Afirma en su biografía que la mayoría de sus compañeros estudiaban con la beca GI, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos de América para reinsertar a los veteranos de guerra, hijos, además, de la gran depresión  por lo que habían disfrutado de pocos medios para hacer sus carreras. A los que estudiaban les pagaban la enseñanza, la pensión, los libros y un dinero para sus gastos.  

Se conoce ya la facilidad de Bandura para vencer la escasez recurriendo al trabajo. Arthur Benton, Profesor de Psicología Clínica halló la manera de ampliar cada vez más su propia casa empleando a Bandura como carpintero: me movía por el programa de Iowa con el porte temperamental de un comercial calculador en una mano y con el útil martillo en la otra (Bandura, 1991, p.118). Durante el verano se encarga del mantenimiento de la casa y perro de caza del, también profesor del departamento, Judson Brown, buen investigador, que emplearía aquellos meses en San Antonio, Texas, entrenando o seleccionando a los aviadores de las fuerzas Americanas en su base de Lackland, retomando temporalmente al trabajo realizado durante la segunda guerra mundial. Brown había recibido ayudas para retocar su casa, probablemente por su condición de ex combatiente, y quería darle nuevas manos de pintura innecesarias. Bandura volvió a pasarse los meses de vacaciones trabajando para poder continuar sus estudios. En los años sucesivos Benton le consigue una asignación económica más estable. Por todo ello, afirma que era un departamento que se preocupaba del bienestar de sus alumnos.

Sus recuerdos de su paso por el Programa de Spence filtran un juicio humano negativo. Su profesor de British Columbia le había hablado de que era un programa duro, y que algunos no lo habían podido soportar. Al final del primer año de los estudios para la graduación era evidente que mi tutor de estudiante no graduado necesitaba alguna corrección sobre el espíritu de Iowa. Le expliqué que mi experiencia en los estudios graduados en Iowa me recordaba a Mark Twain cuando decía de la música de Wagner,” no es tan mala como suela” (1991, p.118, 2006, p 4). 

  También deja entrever las razones por las que su experiencia humana, no la intelectual, le resultó ingrata. Sus compañeros, excombatientes de guerra con Patton y otros comandantes rudos, contribuyeron a la osadía del programa. Pero la causa de su malestar la atribuye a los dos profesores columnas del Programa: Spence y Bergman. Spence dirigió el Departamento durante 22 años (1942-1964). Bandura dice de él que era un segundón y protegido de Hull, que dominaba el Departamento hasta los más mínimos detalles (Y según el índice de citas, también las publicaciones científicas, (Myers, 1970).  Cuando accede a la jefatura del Departamento, se encuentra con distintas especialidades, pero, a los pocos años,   el interés de Spence por una psicología teorético-experimental del condicionamiento y el aprendizaje (Amsel, 1995, p. 345) lo convierte en un baluarte beligerante del condicionamiento. Enseguida veremos que dedicó gran parte de sus estudios a contrastar las teorías que se oponían a sus principios. Perdón, a los de Hull. Pero tal revisión no era intelectualmente neutra, sino sectaria, lo que le acarreó la fama de doctrinario entre sus colegas (Amsel, 95).  Bandura (1981) en el resumen de su vida y obra que ha de presentarse cuando se concede el premio de científico distinguido, así como en su autobiografía, es suficientemente claro afirmando que la excursión anual a la Sociedad de Psicología de Medio Oeste parecía una aventura misionera (p.28).  Cuando Bandura es admitido en la Universidad de Stanford, recuerda que allí se encontraban profesores contra los que le habían prevenido en sus años de graduación. Se refiere, especialmente, a Hilgard, con el que Spence mantiene una dura disputa sobre la explicación de la ansiedad. Ese querer controlarlo todo creaba malestar también entre sus compañeros de claustro. Benton, Director del Programa de los Graduados, afirma que los primeros años de su estancia estuvo muy atareado, dirigió 15 tesis doctorales “cuya dirección tenía que someter y pasar el escrutinio de los comités de tesis” (Distinguished Professional Contribution Award for 1978, (1979, p.58). Spence supervisó no menos de 20 cada año (Ibídem). A pesar de las alabanzas aparentes a Spence, Benton sólo menciona y agradece la ayuda de Judson Brown (el de las fuerzas aéreas) y Harold Bechtodt, no a Spence, al que no menciona en sus escritos de aquellos años. Tampoco lo menciona Bandura en sus primeras publicaciones.  

Spence debía vivir sus propias teorías con tanto énfasis, que la manera de “tomarle el pelo” era mencionar al contrario.  Bandura en su biografía recogida por alumnos que lo han tratado tanto como Zimmerman y Schunk (2003), cuentan que de vez en cuando los alumnos ponían un poco de guindilla en aquel programa tan estricto.

 Una vez, habiendo muerto una rata mientras aprendía a encontrar su recompensa en un laberinto, los alumnos la retiraron, le hicieron un ataúd para roedores, lo adornaron con coranas mortuorias y lo colocaron en el tablón de anuncios del departamento con la inscripción:” esta rata corrió de acuerdo con la teoría de Tolman. Spence no disfrutó mucho con el ceremonial de aquel entierro (Bandura, 2006, p.5). 

Sus colaboradores más prestigiosos también sufrían sus celos: Amsel (1995) finaliza la breve biografía de Spence con esta anécdota. En 1961 se reencuentran en un congreso. Spence le dice: He oído que has reseñado el libro de Mowrer”. (Spence mantenía algunas diferencias teóricas con O. H. Mowrer)  Le digo que sí. Spence añade acusador: Y he oído que le has hecho una recensión positiva.  Amsel confiesa que la acusación era verdadera y en su defensa le pregunta ¿Desearías leer mi recensión del libro de Mowrer? Sí, responde Spence. Amsel le envía una copia.  Se reencuentran algunos meses después. Amsel le pregunta ¿Leíste mi recensión del libro de Mowrer? Si, lo leí. ¿Y crees que es una recensión favorable? Me lanza una de sus miradas penetrantes y dice: No, no lo creo, ¿pero quién que no sea un graduado de Iowa habría sabido que no era favorable? (p.346).  Bandura no se sintió atraído por la teoría de Hull por su énfasis en ese tedioso aprendizaje de ensayo error (Pajares, 2004).

Para entender qué es lo que vivió como tedioso ha de recurrirse a las investigaciones publicadas por Spence y sus colaboradores por aquellos tiempos, se elige un experimento con ratas a las que se pone a prueba para descubrir si aprenden creando un insight inicial, como lo proponía Tolman. (Spence, 1945). Calculando que cada una de las 44 ratas del experimento hace unos 1500 intentos, y que son solo diez intentos por día, los estudiantes tenían organizada su actividad en función de este experimento durante dos meses de sus cursos de doctorado (!).

No, Bandura reconoce poco la influencia teórica de Spence. Resulta sintomático que en las dos entrevistas publicadas por Evans (1976, 1989), éste le pregunta por la formación recibida bajo la dirección de Spence, de Skinner y de Miller. Bandura pasa por alto a Spence, con quien convivió o a quien sufrió durante tres años, y se centra en la influencia que ejerció sobre él la lectura del libro Social Learning and Imitation de Miller y Dollard (1941).

El otro pilar de Programa de Iowa era Gustav Bergmann. Físico y Abogado nacido en Viena. Fue colaborador de Einstein en Berlín.  Mientras hace su tesis en física, es invitado, tan joven, a las reuniones de los que luego fueron conocidos como “Círculo de Viena”. Siendo judío, emigra a los estados Unidos de Norteamérica en 1938 como contable de una empresa, pero ese mismo año es seleccionado como colaborador por Kurt Lewin en la Universidad de Iowa. Kurt le introduce en el mundo de la psicología. Conoce a Hull, discrepa de Lewin y finalmente se convierte, junto con Spence, en la segunda columna donde se sustentaba el Programa de Psicología de Iowa. (Helad, 1987, Addis, 2007). 

En nada sorprende este emparejamiento de la teoría de Bergamann con el conductismo cuando es el miso Hull quien halla paralelismo entre el fisicalismo del Círculo de Viena, el conductismo de Watson  y su conductismo que, unidos en América, ocasionarán una disciplina del comportamiento que florecerá como ciencia natural (Hull, 1943, p.273). Hull se apoya en el operacionalismo de Bergman para enarbolar su conductismo científico (Hull, 1943, nota 6).  

Bergamann se parecía a Spence en algo más que en las ideas cuando los que escriben sobre él tienen que afirmar que Bergmann poseía una personalidad fuerte que afectó a la gente de maneras marcadamente diferentes. Mientras que algunos lo percibieron como cruel en sus juicios y brusco en sus maneras, para quienes lo conocieron bien era un hombre de gran generosidad (Addis, 2007, p.6).


lunes, 28 de marzo de 2011

CAMBIO DE RUMBO EN MOMENTOS DE FORMACIÓN. I



En la planificación del estudio contamos con la asistencia del Dr. Lois Meerk Stolz y del Dr. Robert R. Sears, los dos nos dedicaron tiempo, pensamiento y esfuerzo en la tarea de que el proyecto fuera un éxito (Bandura y Walters, 1959, Adolescent Agression)

Mi intención, al abrir este blog, buscaba el estudio y discusión de la obra de Albert Bandura. Luego, se impusieron los temas de actualidad vistos desde la teoría cognitivo social: la delincuencia, la creatividad, el cuidado de la salud, la formación continua en las organizaciones, etc. Hoy quiero retornar a la primera idea; quiero presentar un momento en la vida del que hoy se considera leyenda viva de la psicología.

Me gustaría dedicar el tema a Frank Pajares, desaparecido cuando aún quedaba mucho por comentarnos sobre Bandura.

El psicólogo californiano, a veces de manera dispersa, otras, como en su breve autobiografía, ha señalado, con una cadencia cronológica, los que considera momentos decisivos de su formación. Pero cuando uno se decide a leer cronológicamente sus publicaciones y consultar otros documentos de la época, descubre acontecimientos importantes no narrados en primera persona.

Narrar historias siempre resulta divertido tanto para el que las descubre como para el que las lee o escucha.

Las fechas de la formación de Bandura pueden marcarse en los siguientes hitos “oficiosos”: en 1946 se inscribe en la Universidad de British Columbia, en Vancouver, con la intención de ser biólogo. Pero un día, esperando en la biblioteca la hora de su clase más madrugadora, hojea un folleto en el que se exponen contenidos de una clase de psicología que se imparte a la hora en que él llega a la universidad. Los contenidos eran comunes con la bilogía y el joven Bandura ve en ella una oportunidad para aprovechar el tiempo. Lo que fuera una elección para de adelantar en sus estudios, le sedujo hasta el punto de dar un giro a sus planes académicos. Nunca ha sido Bandura persona que se conformara con la mediocridad, por eso, teniendo que elegir formación de postgrado, busca lo mejor. Pregunta a su tutor, (del que nunca menciona su nombre) quien le indica, sin vacilar, que la mejor formación en Psicología se obtiene en Iowa. Los cuatro años oficiales de postgrado los hace en tres. Spence es el Director del Departamento, Benton se encarga de la formación clínica. Esto sucede entre loos años 1949 y 1952. Desde Iowa se va Wichita, donde el Psicólogo Brewer dirige un centro de asistencia psicológica de la comunidad. Allí realiza el año de formación práctica necesario para el ejercicio profesional. Aquello dura un año. Al finalizar en Wichita es contratado por Robert Sears para impartir clases prácticas de psicología clínica en la Universidad de Stanford. El contrato era por un año, por lo que, antes de finalizar su con trato, Albert Bandura ya se había procurado otro como psicólogo clínico en el Condado de Santa Clara. Se lo comunica a Sears. Éste le retiene. Bandura acepta las condiciones de Sears y permanece en Stanford hasta la fecha de hoy. A partir de este momento lo que hay que estudiar es la psicología de Bandura, porque la biografía, a veces interesante y comprometida, como su paso por la inesperada presidencia de la APA, se confunde con la del investigador de los procesos psicológicos del aprendizaje vicario y la autoeficacia.

Estos son los datos oficiales de su biografía. Otra cosa es, como ya he insinuado, la verdadera intrahistoria. Al menos así me lo parece a mí. Espero que también te lo parezca si me sigues en esta y en las siguientes entregas.

De acuerdo. El joven Bandura, que ha pasado unos meses en Alaska, manteniendo transitables los caminos erosionados por la nieve y los hielos, acompañando de excombatientes, ex presidiarios y divorciados que mataban la soledad jugando a las cartas y bebiendo el alcohol que ellos mismo fermentaban, se acuerda del consejo que le diera su madre. “tienes que hacer algo de provecho si no quieres terminar como los borrachos de la cantina (de Mundare ,su pueblo natal)”.

Hacer algo de provecho era estudiar. Se decide por la Universidad de British Columbia, en Vancouver. Ya le hemos encontrado allí cambiando sus estudios de biología por los de psicología. Pero ahora comienza lo que llamo la intrahistoria.

Uno de sus profesores le manda a Iowa. ¿Simplemente porque era buena? Sin duda era una de las mejores. Spence, el segundón de Hull, dirigía el Departamento, siendo respaldado por el Filósofo de la ciencia, y traidor de Kurt Lewin: Bergman. Sí era buena, pero no es esa la única o verdadera razón por la que a Bandura se le recomienda Iowa, sino por Benton, su mentor espiritual y material.

Las cosas yo las veo de la siguiente manera: Bandura proviene de una familia de emigrantes del este europeo, que cultiva el campo y trabaja en el duro oficio de la construcción del ferrocarril transcandiense. Muy probablemente porque los ucranianos fueron encerrados en campos de concentración, los primeros que se existieron en Canadá, y uno de los trabajos forzados a los que les sometieron fue el de la construcción de este ferrocarril que unía las dos costas canadienses y que le confirió la percepción de unidad a una vasta y diversa extensión de paisajes y personas. Bandura tuvo que trabajar los veranos de bachillerato. Bandura tuvo que trabajar durante sus años de estudios universitarios en Vancouver. Bandura aprendió y practicó en esos años el oficio de carpintero. Todo un potencial de ingresos en momentos de carencia. En estas condiciones resulta difícil entender que el joven estudiante de psicología se lanzara a la aventura americana sin tener asegurada, al menos, su manutención. Y la fuente de ingresos, durante el primer año de su estancia en Iowa fue el contrato que le hizo Benton como carpintero para que ampliara su casa. Dicho de otra manera, Bandura se lanzó a la aventura de Iowa porque ya sabía que Benton le sustentaría en lo material. Luego no es enviado a Iowa por el prestigio de Spence, sino por el dinero y prestigio de Benton, Profesor encargado de la formación clínica de los doctorandos.

Desde este supuesto, debe preguntase quién era Benton y quién pudo ser el mentor que le envío desde la British Columbia a la Universidad de Iowa. La vida de Benton es la típica historia de una aventurero del oeste en busca, no de dinero, sino de conocimiento cualificado. Después de haber hecho sus estudios y sus primeras prácticas en New York y sus alrededores, relacionándose siempre con psiquiatras, decide alistarse en el ejército en 1941. Recorre distintos enclaves militares desde el Atlántico al Pacífico. Uno de sus destinos decisivos fue San Diego, donde coincide con el neurólogo Bender. Sí, el creador del test de percepción. Benton y Bender colaboran en la labor hospitalaria, donde tienen que tratar a muchos soldados con daños cerebrales. Y aquí es donde Benton, que hoy es considerado el padre de la neuropsicología, desarrolla por primera vez su famosos test de memoria perceptiva para medir los daños cerebrales. Benton permaneció mucho tiempo en ejército, donde llegó a ostentar el grado de Capitán. Benton, es pues, un psicólogo clínico, acostumbrado a trabajar con los psiquiatras y que se alista en el ejército. En 1948 acepta la propuesta que le hace Spence, de encargarse de la formación clínica del los doctorandos. Afirma que acepta este puesto porque, moviéndose muy bien en todas las aplicaciones clínicas de la psicología, entendía que se había quedado un poco atrasado en otros campos. La motivación principal para cambiarse fue una sensación de insatisfacción por trabajar sólo sin poder compartir ideas con los colegas y por el miedo a perder contacto con los avances de la psicología. Fue aquella una decisión sabia. El contacto diario con psicólogos de la talla de Judson Brown y de Harold Bechtoldt le hizo tener conciencia de las deficiencias de sus publicaciones y esta toma de conciencia le condujo a una mejora en la calidad de sus investigaciones (American Psychologist, 1979, p.58). Es decir, tampoco Benton elige Iowa por la presencia de Spence, sino buscando su crecimiento como psicólogo clínico.

Para rematar estas pinceladas sobre Benton, digamos que es quien le ofrece a Bandura la posibilidad de vivir materialmente, al contratarle como carpintero para ampliar su casa y quien le dirige su tesis doctoral, que nada tiene que ver con el conductismo de Spence, sino con la percepción en el test de Rorschach. Las dos primeras publicaciones de Bandura las firma también Benton. Bandura, pues está buscando la formación en psicología clínica, la que verdaderamente le fascinó en la British Columbia.

Ya se tienen los elementos suficientes para comprender por qué Bandura va a Iowa: por Benton y no por Spence. ¿Quién se lo propuso? A la espera de respuesta personal sobre el tema por parte de Bandura, mi idea es que su mentor en la universidad canadiense fue Morsh, que trabajaba también en el ejército.

En aquellos años de Guerra Mundial, los ejércitos norteamericano y canadiense trabajaron juntos, también debieron hacerlo sus profesionales. Por lo tanto, Morsch puedo tener contacto con Benton, pues ambos ejercían como psicólogos militares. En 1948 Benton va a Iowa buscando más rigor científico, y en el 49 a Bandura le recomienda su tutor que vaya a Iowa. No, perdón, que fuera a Iowa con Benton, con quien seguramente había hablado Morsch y le había acordado el modo de subsistencia. Bandura no va sin plan de ayudas para vivir. Bandura va a Iowa a estudiar psicología y con el encargo, como carpintero, de alargar la ya enorme casa de Benton. Finalizado el primer curso, Bandura es contratado por Brown, otro de los profesores de psicología clínica, para que cuidara de su casa, hiciera algunos arreglos en ella y se ocupara de su perro de caza mientras él pasaba su vacaciones haciendo trabajos para el ejército.

Son muchos lazos comunes entre Morsh, Benton y Brown, como para no pensar que están detrás de la llegada del joven Bandura a la Universidad de Iowa. No es Spence ni su conductismo el que atraen a Bandura, sino la psicología clínica de Benton y Brown y la seguridad del sustento material.

Las relaciones de Benton y Bandura con Spence, el fanático segundón de Hull, el que dirigía manu militari el departamento, vigilando y revisando cada trabajo que dirigían los profesores, es digno de otro capítulo de la vida de Albert Bandura. Y de la de Benton.

Por hoy me quedo aquí. Pero apunto que durante esos mismos años, al frente de un minúsculo departamento de psicología evolutiva, estaba también en Iowa Robers Sears, quien detentaba al mismo tiempo la Presidencia de la Comisión Nacional para el desarrollo de los curricula de los psicólogos clínicos. ¿Influirá esto en la posterior contratación de Bandura en la Universidad de Stanford, el mismo año en que Sears es Nombrado Director del Departamento de la Universidad de Palo Alto? Mi respuesta es sí, porque no entiendo que Be ton fuera el responsable de la formación clínica de los estudiantes del Departamento dirigido por Spence y no se relacionara con quien presidía la Co misión Nacional para definir el curriculum de los psicólogos clínicos norteamericanos. Pero… hasta dentro de unos días.