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!ESPÉRATE A QUE TERMINE LO QUE ESTOY HACIENDO!


-¿Qué haces; cómo lo llevas?
- Aquí, tirando del pellejo.
- Tu casa, tus tierras: ¿Quién las cuida?
- ¡Que se cuiden ellas solas!. A mi casa voy una vez a la semana para dar una vuelta. Las tierras hace más de dos años que no he vuelto a pisarlas. Se las repartí a los muchachos y ellos sabrán lo que hacen. ¡Yo ya no quiero sabe nada!.

Es una de mis conversaciones con alguien a quien conocí muy de cerca cuando era joven. En el momento de este diálogo, se alojaba en una residencia para la tercera edad.
Tirar del pellejo significaba, en el contexto, dejar pasar los días hasta que le llegara la muerte, sin proyectos ni tareas que ejecutar. Y tiró del pellejo durante siete años más.
Me pareció incomprensible que, a quien le sobraban  fuerzas para llevar a cabo las tareas más exigentes, de mirada limpia, verde, despierta, con un juicio acertado sobre  cuanto acontecía a su alrededor, que se levantaba temprano porque el día tenía pocas horas para alcanzar sus metas, se dedicara ahora a arrastrar su pellejo.

De joven no se piensa en el tiempo que resta, pero se tiene la impresión, el estereotipo, de que los mayores (¿a qué edad se es mayor')  han de pensar en los pocos años que necesariamente les quedan. Como si se estuvieran en el corredor de la muerte y no tuvieran otra que "tirar del pellejo". ¿Para qué hacer proyectos cuando uno no sabe si va a poder terminarlos?.

-¿Pero quién sabe que puede terminar sus proyectos?
-Hombre, Eugenio, por ley de vida uno sabe cuándo la vieja de la guadaña es tu vecina o habita lejos?.
- ¿Cuál es la ley de la vida?... Bueno, venga, es verdad. Pero convendrás  en que eso apuntala el estereotipo de la vejez como  período de la vida cuyo proyecto básico es tirar del pellejo lo mejor que se pueda.

Uno no puede enfundarse el antifaz y negar la realidad de que, en la medida en la que los años pasan, le queda menos futuro; y, cuando han pasado ya muchos, es más estrecho.  Si mal no recuerdo, en "El estanque dorado", Henry Fonda afirma que, a su edad, el tiempo se multiplicaba por diez.

En mi paseo diario suelo encontrarme con personas "mayores", viejas, sentadas en los bancos viendo pasar el tiempo. Les atribuyo que están arrastrando su pellejo.

-Pero ¿es que queda otra actitud?
- ¿Por qué voy a negar que la idea de la inminencia se hace cada vez más presente? Sería absurdo. Y unos días más que otros.

Pero uno no puede entregarse a ella. Si al ponerse en pie el día tiene ocupado su horario,  trazado  su plan, y  uno no se atormenta buscando con qué llenarlo, se vive  en un proyecto continuo.
Cuando uno vive el momento presente y ese presente está ocupado por una actividad que le absorbe  como el niño entregado místicamente a su juego, el tiempo pierde su perspectiva: no existe el pasado ni el futuro, existe el presente y el proyecto en el que te encuentras. Aprender algo nuevo cada día, realizar una tarea cada día, avanzar en la autoformación es la mejor manera de no resignarse a tirar del pellejo.  Es tener la mayor de las satisfacciones:  demostrarse que sigues teniendo valor porque se consiguen objetivos valorables.  Es bueno participar en foros donde puedas mostrar lo que haces y en los que te juzguen, valoren tus trabajos.
En octubre del año pasado me apunté a un curso por internet sobre a edición  digital en blanco y negro. Éramos 25 alumnos de todo el mundo. Teníamos una tarea semanal, que era enjuiciada, por videoconferencia, cada lunes. Reviví mis sensaciones de alumno que debía someterme a examen. No había cambiado, era la misma vivencia. Tenía tarea que hacer, tenía obra que presentar y ser "examinada".  Mantenemos un grupo en Facebook  en el que  presentamos,  de vez en cuando, alguna de nuestras imágenes y se espera el juicio de los demás. Se piensa en la obra y no en el tiempo.

Después de todo¿ qué seguridad tengo de que son pocos los años que me quedan? ¿Cuántos son pocos? ¿Cuánto se puede hacer en esos pocos años?.

¿Cuántas veces he escrito en estas páginas que las capacidades humanas son maleables y que  se petrifican  únicamente cuando uno fenece?.
Es verdad, doy fe. Cada día se crece. Hay que seguir martilleando el metal maleable y precioso de la capacidad humana para que tenga más cabida .
Y, además, es físicamente sano . Por calidad de vida, mental y física, no debe permitirse que el estrecho futuro adelgace aún más la cantidad y la calidad de la existencia.

Una frase que sigo repitiendo varias veces al día es:
Espérate a que termine lo que estoy haciendo!.

PD. He leído varias veces el texto para que tenga la menores incorrecciones posibles. Acabo de hacer la última y pienso que os preguntaréis. ¿Por qué escribe ahora sobre la vejez y no lo h hecho antes?.  Sinceramente, porque quiero expresar que esta edad en la que habito ahora, sin ponerle calificativos, tiente tanto más atractivo que las que he vivido hasta ahora. Y lo digo ahora y no antes, porque antes no lo había experimentado.

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