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martes, 7 de enero de 2014

ASESINOS EN SERIE. ¿POR QUE SE LES NIEGA LAS OPORTUNIDADES?



Comienza a caer la tarde. Pisando la  grava que sustenta los travesaños de las vías, oculto tras un pasamontañas negro, un hombre camina deseando no ser reconocido.  Una persona joven le  acosa y grita a una distancia prudencial. El seguimiento es perseverante.  El encapuchado, desoyendo aparentemente las voces de su perseguidor, sigue su camino balanceándose al ritmo desacompasado que le impone el balasto que pisa.  El perseguidor mantiene la distancia y los gritos.  Inesperadamente,  el encapuchado se vuelve y recrimina a su perseguidor. Exhibe agresivamente un garrote , amenaza al quien le sigue exigiéndole que  le deje en paz. 

Al día  siguiente nos  enteramos de que el encapuchado era Miguel Ricart, uno de los asesinos de las niñas de Alcasser. Sin dar lugar al respiro, todos los telediarios fueron mostrando su rostro actual: medio calvo, con las mejillas enrojecidas y una mirada azul penetrante. Supimos que estuvo encerrado en una pensión en la que se comunicaba solamente con sus dueños, que protegían su privacidad. ¿Quizás para que nadie robase la exclusiva a los periodistas que le habían traído para exhibirle como animal de circo?.  Luego se le vio camino de la Estación de Atocha, custodiado por la policía.  Pasa los controles de seguridad y sube a un tren con destino a Barcelona. Finalmente huyó a Francia. 

Perdón, sigo buscando su nombre en la red y encuentro que fue expulsado de una pensión en Gerona y de otra en Barcelona, que una de las noches durmió en las  vías del tren. Sí, parece que ya está en Francia, pero con dificultades para poder recibir los 400€ a los que tiene derecho porque n o encentra residencia.

Ricart no fue el único asesino favorecido con la anulación de la doctrina Parot. Como él lo fueron: El Violador del Ascensor, El Violador del Portal, el Loco del Chándal... Acabo de ver una lista en la que aparecen otros cinco depredadores sexuales, (como se les llama ahora, tiempo de  eufemismos), favorecidos por la sentencia del Tribunal de Estrasburgo.

Expertos criminalistas y forenses han inundado los espacios televisivos advirtiendo de su alta probabilidad de reincidencia. La gente exige conocer su aspecto actual y poder identificarlos. Por doquier han aparecido sus caras actuales o su posible evolución, determinada por complejos programas informáticos. En Valladolid las mujeres tienen miedo a salir a la calle, también en Burgos y en algún barrio de Barcelona. En Almadén de la Plata, acaudillados por su Alcalde, los vecinos impiden a Manuel González González que regrese a la casa de su propiedad y busque cobijo en la de sus familiares. Los hijos de Valentín Tejero no quieren ni ver a su padre. Las Fuerzas de la Seguridad del Estado, bajo el "consejo" y permisión legal de las autoridades policiales y fiscales, les están siguiendo muy de cerca para saber en todo momento dónde están y qué hacen: como el ojo de Dios, que todo lo ve, tienen el objetivo siempre enfocado y nítido.

¡Esto es una locura colectiva!. La probabilidad se ha convertido en certeza y ésta en la negación del derecho a vivir a personas que han cumplido sus condenas y que, según las leyes, deben vivir fuera de la trena, porque ya han satisfecho legalmente la pena que se les impuso. ¿Pero dónde? ¿Co quién? ¿De qué y cómo pueden subsistir?.

-Eugenio, ¿estás defendiendo a estos carroñeros?. ¿No es verdad que tienen una alta probabilidad de repetir las agresiones sexuales?.

-Estoy defendiendo simplemente el derecho a que puedan vivir y PUEDAN demostrar que no NECESARIAMENTE volverán a cometer los mismos delitos.

Además no sé de qué os extrañáis. No es la primera vez que en este blog grito contra quienes dogmatizan  sobre la imposibilidad de cambio en los encasillados como psicópatas.

La pregunta sería tan sencilla como ¿por qué otros sí pueden cambiar  hábitos muy arraigados en sus vidas y estos no?. No es nada fácil dejar de fumar, hacer ejercicio diario, proponerse metas y cumplirlas,  llevar una dieta sana, tratar de hacer las cosas lo más perfectamente que se pueda. Nada importante en la vida se consigue sin esfuerzo y sin caídas y recaídas. Muchos, muchísimos caen pero, como diría Marlatt de los alcohólicos, hay que concienciarles desde el principio de que las recaídas son frecuentes y que las deben reconocer sin asumir lo que denomina el efecto AVE (Abstinence Violation  Effect: Efecto de  la violación de la abstinencia). Sólo la conciencia de que la recaída no es más que un paso hacia la recuperación definitiva, es un  gran avance para abstenerse definitivamente del alcohol o  la nicotina.

A muchos les es basta con una experiencia  de consecuencias negativas para que se decidan y se juzguen capaces de dar un giro a sus vidas. Volvamos al caso de las niñas de Alcasser. La policía y las investigaciones periodísticas nos han convencido de que Ricart no fue el cerebro de la operación, sino Antonio Anglés, del que se dice que se halla "en paradero desconocido". No parece que haya vuelto a cometer crímenes tan horrendos como los de aquella nefasta noche. ¡Ya sería casualidad que durante varias decenas de años no se le haya pillado nunca, a pesar de la gran probabilidad que tiene de volver a cometerlos!.  Parece, pues, que pudo liberarse de aquella obsesión por violar adolescentes.

-Pero hay delitos a los que no puede concedérseles una segunda oportunidad.

-¿Quién está afirmando que a los violadores o asesinos en serie hay que concederles otra oportunidad ?. Lo que estoy afirmando es todo lo contrario, aunque parezca paradójico..

En los casos de ludopatías, alcoholismo, tabaquismo, peso excesivo, falta de ejercicio, diabetes, colesterol, infartos, etc. etc. etc. La sociedad  tiene en mente que las personas pueden salir de ahí. De esta manera se crea un entorno social y material (cognitivo conductual, lo llaman hoy los psicólogos, siguiendo la acertada denominación ofrecida por Marlatt y sus colaboradores) que les facilita otra clase de pensamientos y de comportamientos alternativos. La sociedad cree en su capacidad, en su AUTOEFICACIA para ayudar a esas personas a que se JUZGUEN CAPACES para abandonar el "vicio".

Pero en el caso de los violadores y asesinos en serie ni la sociedad se considera capaz de poder ayudarles ni cree en la capacidad de los sujetos de poder salir de su perversa maldición.  Y como no lo cree, le pone todas las condiciones para que tampoco ellos se lo crean y vuelvan a las andadas

Más aún, si por alguna "casualidad" llegaran a tener la idea de abandonar sus tendencias asesinas, la sociedad no se lo tolerará y le inducirá a que sus buenos sentimientos se conviertan en necesidad de venganza y, ¿por qué no?, de volver a hacer lo que  se espera de ellos.
La teoría de Sherman sobre la negociación para salir de la delincuencia, se fundamenta en la creencia mutua de no agresión. La sociedad negocia y pacta con el delincuente el castigo que este  debe asumir, además del  reconocimiento de su culpa. El delincuente aceptará su culpabilidad y cumplirá su castigo con la seguridad de que la sociedad olvidará de verdad su delito y le admitirá como un miembro más de la misma.  Caprara, años después, investigó cómo  esta teoría es eficaz siempre que el delincuente tenga la seguridad de que la comunidad no estará a la espera del próximo delito para imponerle castigo mayor. Si el delincuente no tiene este convencimiento, generará la  idea de que la sociedad, la comunidad alberga sentimientos de venganza, y, por lo mismo, él también siente necesidad de venganza y, bajo este convencimiento, cumple el refrán de que "quien da primero da dos veces", y es él, el delincuente, el primero que rompe un pacto que considera hipócrita. Y la sociedad ve comprobada su creencia.
Entre los peligrosos delincuentes que abandonan la cárcel por la abolición de la doctrina Parot, hay un caso llamativo: el asesino de Anabel Segura, la chica que hacía footing en la Moraleja una día festivo. Tanto durante el juicio como al salir de la cárcel, reconoció que "fue un negocio que salió mal". Parece que la sociedad encontró la explicación plausible y Emilio Muñoz desapareció de los telediarios. ¿Por qué es él la excepción?
El grueso de los beneficiados por la derogación de la doctrina Parot, no tienen conflicto con "su" comunidad, aunque no asesinaron por casualidad, ni jamás han pensado que hicieran un mal negocio del que deban arrepentirse.
Pensemos con calma. Pongámonos en su lugar. No deben tener rostro. Nadie, ni sus familiares directos, les acogerán, nadie les ofrecerá una salida digna para sus vidas. Sólo tienen una identidad,  sólo se espera de ellos que vuelvan a delinquir, sólo se favorece que cumplan con esa identidad, sólo se siente venganza y no perdón. ¿Qué salida les queda distinta a la de hacer lo que se les "pide que hagan" y para lo que se sienten autoeficaces?
No te equivoques, no estoy pidiendo oportunidades para delinquir, reivindico para ellos  que la sociedad les brinde la oportunidad de no recaer. Sigo manteniendo, como en nuestro libro "Psicología Jurídica", que el delito, como toda conducta humana, es, en gran medida, contextual.