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domingo, 30 de junio de 2013

FOTOGRAFÍA Y PRSONALIDAD


Por primera vez he asistido a una fiesta de "graduación" y fin de curso en la guardería de mis nietos.  Acaso porque son los más pequeños y a los que estoy viendo crecer más cercanamente desde sus nacimientos
Cuando acudo a acontecimientos como estos dudo  si acompañarme de mi cámara fotográfica. Al final sucumbo y me la echo a la espalda . Esta vez la  llevaba conmigo, pero sin mucho convencimiento de que fuera a utilizarla.

Entrando al jardín de la guardería observo,  bajo una carpa, un escenario  miniatura, adecuado al tamaño de los actores. Llegamos casi al límite. Los padres y abuelos más diligentes  han ocupado los asientos mejor posicionados. Los más rezagados tenemos que permanecer en pie. Comienzo a tenerlo complicado, porque el ángulo de toma no puede ser el mejor.
Todavía me invade cierta vergüenza  y no  sé si extraeré mi cámara. Sensibilizado y motivado, observo en las manos de  cada asistente una cámara compacta o no tan compacta, así como  teléfonos inteligentes: "smartphone". Todos quieren inmortalizar el momento estelar de sus nietos. Yo no iba a ser menos. Parece que es lo que se esperaba de los asistentes.

-Eugenio, ¿has dicho inmortalizar?.
-Sí, porque es lo que es lo que suele decirse. Pero también me acuerdo de la obsesión unamuniana por la permanencia.
-No seas pedante y no metas a Unamuno en un acto tan trivial como  hacer una toma de unos bebés que realizarán torpemente lo que sus "seños" han preparado con tanto esmero..

Con tanto esmero que, en realidad, son ellas las que se van a retratar en las actuaciones de sus pupilos. Ellas sí que  buscan inmortalizar el momento, por eso han contratado a una fotógrafa para  el acto.
Finalmente  me repito a mi mismo consejos de  los grandes fotógrafos: "hay que exponerse, en lo físico y en lo moral, si se quieren  hacer fotografías que no sean repetición de las que mucho otros harán".  Me he auto convencido. Desenfundo mi cámara y me pango en disposición de cazar. Cuando salen mis nietos no dudo en pasar por delante de la gente, colocarme en el lugar que me parece más adecuado:  acercarme todo lo posible al escenario para llenar  por completo el marco.  Pido perdón a la gente por si molesto,  mero eufemismo, pues soy consciente de mi abuso y caradura. 

Mientras hago mis tomas, alguien me dice que me aparte. Es la fotógrafa "oficial" que se ha ubicado muy estratégicamente, porque para eso tiene el privilegio de haber sido contratada.
La sesiones fotográficas continúan cuando los niños ya han bajado del escenario.

-¡Este blog no es de fotografía!, Eugenio.

- Ni yo pretendo que lo sea. Pero cuando uno siente cierta pasión...
El tema trata de la inmortalidad del momento. Quizás haya sido Barthes,   en su influyente libro la Cámara oscura, quien más haya resaltado la idea de inmortalidad del momento fugaz como esencia de la fotografía.  Pero a la idea de inmortalidad en Barthes va muy unida a la de muerte: como momento que recuerda lo que pasó y no volverá a pasar. Cada disparo fotográfico es como un disparo de arma de fuego.

Nunca me sentí cómo con tanta inmortalidad y tanta muerte en la fotografía. Yo me siento más cómodo y más tembloroso con la idea del perspectivismo orteguiano , retomado por Fontcuberta y analizado científicamente por los teóricos de la atribución causal y la construcción social de la  realidad. En términos de teoría cognitivo social hablaríamos de construcción de la personalidad.
La fotografía no capta la realidad, sino  la realidad desde un punto de vista. Cuanto más exótico y singular sea ese punto de vista más probabilidades tiene de obtener reconocimiento. Muchas de las grandes fotografías que han pasado a la historia son  fruto del estudio cuidadoso del objeto, de cómo lo ilumina el sol en determinado momento del día, de muchas horas de espera y de muchas otras tomas fallidas.

Si se trata de paisajes, ese punto de vista produce admiración. Cuando se trata de de personas ese punto de vista  puede  definir la personalidad de un sujeto.
En  psicología social de la  atribución causal se han hecho muchos experimentos en los que se ha demostrado que presentar una acción como éxito o como fracaso provoca una reacción distinta en los propios sujetos y en los que los participan en la misma acción. La famosa expresión de Jones y Davis: de los actos a las disposiciones lo formula claramente: Inferimos la personalidad observando la conducta que realizan las personas, sin tener en cuenta las circunstancias que determinan la conducta. Daril Bem, demostró que los mismos actores observan sus propias acciones para determinar qué es lo que sienten en ese momento. Lee Roos lo definió como el error fundamental de la atribución.

Pero autores como Storm y otros psicólogos sociales  han modificado el punto de vista para demostrar que las atribuciones causales cambian cuando se ve a los actores de frente o de espalda.
En autoeficacia existe un modo de generar confianza en las propias capacidades  a partir de la observación de las  acciones personales. Supongamos que un baloncestista ha perdido la confianza en encestar.  Le sometemos a ejercicios de tirar a canasta y le grabamos. A veces habrá encestado y a veces no. Si es un buen baloncestista seguro que encesta la mayoría de las veces. Luego le enfrentamos con sus propias ejecuciones visionando sus actuaciones en un pantalla. Puede utilizarse el truco de haber eliminado muchos de sus encestes fallidos, de manera que el observador de su propio vídeo vea un  95% de encestes y sólo un 5% de fallos.  De esta manera le a podemos ayudar a recuperar la confianza en sí mismo,  confianza en unas capacidades de las que nunca debió dudar. Es un modo de generar autoeficacia en las capacidades personales. Y la autoeficacia es una característica esencial de la personalidad.

En el retrato se da un paso más en la construcción de la personalidad. Lo he vivido  temerosamente estos días en los que  he estado revelando las tomas de mis nietos y de sus mejores amigos en sus guarderías: En unas aparecen serios y pensativos, observadores de cuanto sucede a su alrededor, con una mirada penetrante que puede, incluso, poner a uno en apuros. En otras aparecen actuando en coro, pero no todo el grupo hace lo mismo: unos van a su bola mientras que otros  siguen lo pautado con seriedad y concentración. Al lado de ellos  sus amigos o compañeros ejecutan acciones diferentes: tienden sus brazos sonrientes hacia sus padres en los que buscan refugio, por ejemplo.
Tienen todos menos de tres años. Pero los mayores, al verlas, las definen con rasgos de personalidad. A partir de ese momento casual de sus vidas, el ambiente comenzará a ser definidor y facilitador de unas cualidades e inhibidor de otras. Ha nacido la definición de su personalidad

La fotografía de personas son una especie de test de personalidad que nos dicen cómo son los retratados y qué se puede esperar de ellos. Esto facilitará o impedirá determinados desarrollos posteriores. Las pequeñas personitas oyen los comentarios ante la evidencia  que aportan suss propias fotos .
Una toma fotográfica, pues, se convierte en un test de personalidad.  Me recuerda a aquellos cocientes intelectuales en los que decidíamos si un alumno tiene prohibidas las ciencias y no le quedaba más salida que las letras.

Revelando las fotos de esos niños de menos de tres años he sentido miedo psicológico de estar determinando sus vidas desde el momento en que vieran la luz y su padres las coloquen en lugares preferentes de sus casas. Quedan ahí como prueba de que eres lo que expresaste en un momento temprano de tu vida. ¿No es para sentir mucha responsabilidad?.